Exilio y otros textos
(Traducción al español de Arturo Hernández González*)
La vida es demasiada corta para la senda del amor,
un ala erguida, una flor deshojada demasiado pronto,
una tumba verde sobre la que hay una paciente estrella
y ese es el mundo entero.
LOS MARCHANTES
Bajo el llano cielo de invierno
vi marchar a un millar de Cristos.
Cantaban una ociosa canción
e iban libremente a su calvario.
De ojos indiferentes y gruesos labios
marchaban en la más santa comunión.
Ese cielo curaría el mundo y ellos darían
sus sueños de tierra para cubrir la tumba.
Con almas sin purga y la respiración cruda
ellos cenaron el Sacramento de la Muerte.
Y por cada uno, remotamente, por separado,
siete espadas usurpaban el corazón de una mujer.
VISIÓN
No había recorrido yo la misma senda,
ni las ebrias corrientes de la tierra;
una figura brillante, blindada y coronada
a través de mis sueños, suave, se movía.
Hacía del aire algo inamovible y raro,
más fieramente brillaban las estrellas;
la roca del tiempo, las mareas del cambio
eran nada en su mirada.
La muerte no tiende su sombra en su sonrisa;
la vida es una carrera anticipada y hecha;
Contemplo su rostro por un momento,
la vida y la muerte son allí la misma cosa.
LA ESPOSA
Viva, no tenía poder
para hacerte escuchar.
Ahora, en la noche toda
tan cerca estoy que
ningún murmullo o luz caída
puede dividirnos, querido.
Viva, no tenía lugar
en tus horas de grandeza.
Ahora la delgada llama,
las cerradas flores, desposan
el verano con mi nombre
y esto es nuestro.
Tu sombra en el polvo,
tu fuerza y un sollozo,
deleite, desespero, desconfianza
– Todo esto soy.
Amanece. Y las lejanas colinas
se pierden en el cielo lejano.
Viva, no tenía la capacidad
para soportar tu humillación.
Ahora todo lo que fue mi voluntad
ha quedado en el silencio.
Somos uno para bien o para mal
desde que estoy muerta.
CRISTO EN EL MUSEO
Campanas de bronce, incensarios y una bandada
de aves nacidas del hierro, tan finas como el rocío;
La marca que señala el día más largo del verano
con cuánta seguridad, tan pronto como la noche:
Y sobre el silencioso sagrario, muy alto;
labios que no besarán, manos sin dolor que se cierran,
enumerado y etiquetado, un Cristo permanece colgado.
Muchos pasarán frente a él.
Ninguno se detendrá. No llegan aquí agonías, ni sueños.
Aquí no hay nada para herirle ni para despertarle.
Año tras año su iris dorado destella pero
un poco más pálido por su prisma lacado
y por el polvo acumulado en las manos, el costado
y en la amorosamente solitaria cabeza del Crucificado.
EXILIO
Escogí el lugar donde hubiese descansado
cuando hubiera venido la muerte a reclamarme,
con raíces de rosas rojas para envolver mi pecho
y sola una callada piedra para nombrarme.
Pero estoy tendida en una escarpada del norte
con corrientes que rugen bajo mi cuerpo
y tan solo la escarcha hilvana mi sueño
y tan solo el viento puede reconocerme.
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*Poeta, docente, traductor y escritor colombiano. Su obra poética ha sido ampliamente difundida y publicada en reconocidos medios hispanoamericanos. Su trabajo literario ha sido incorporado en múltiples antologías, mereciendo reconocimientos y premios en Colombia, México y España. Es autor de los libros Olor a Muerte publicado por la Red Distrital de Bibliotecas Públicas (Biblored, 2011; 2012) y Breviario de lo Incierto (2017). Dirige desde 2013 la Revista internacional de cultura y artes Noche Laberinto.