Una noche fría el físico explica
(Traducción al español de Jeannette L. Clariond)
Una noche fría el físico explica
que todo se equilibra, excepto las pequeñas pérdidas
de calor registradas durante el intercambio de toda
información. Anfitrión angélico, aguarda
en la puerta y sacude las partículas de nieve
de los hombros de los invitados, cada uno agregado
específicamente a la función para ser sustraído
de las posibilidades más frías de la noche.
Einstein afirma en su teoría,
entibiando sus alas frente a una hoguera virtual,
su fe inflamada por la triste conclusión de que x
debe igualar a más de lo que nunca sabremos
creyó que dos naturalezas complementarias–situadas
en puntos extremos del universo–
pueden intercambiar complementos en un instante sin tiempo.
Pero nadie lo ha demostrado; nuestros instrumentos
carecen de tiempo y mundo suficientes para comprobar
lo angélico de una lógica. Y sin embargo, Einstein lo
previó: miro tu mirada a través de la habitación,
y en esa mirada conjugamos cada instante
en el tiempo presente. A través del espacio exterior
intercambiamos las pérdidas involuntarias de calor.
Al observarnos ambos desde las alas,
otros comen y beben para colmar el silencio
que desciende de las nebulosas solitarias
hasta desvanecerse en centelleos
de conversación y constelaciones de alimento.
Pero entre tú y yo, el silencio demuestra
que amamos por leyes que no podemos romper ni probar.
Una extraña autoridad
para Agha Shahid Ali
Sonriendo, sin darme cuenta, bajo la luz boreal
una extraña autoridad
duerme en mi cama.
Tropiezo ante mi entero séquito de apetitos
que demandan ser saciados,
pero su autoridad yace inconsciente en mi cama.
Necesito las señas particulares de su apariencia.
Lanzo zarpazos contra el aire vacío
buscando vivir en lo ágil de su mente,
quiero que su incoherente plegaria
despierte su coherencia.
Ya casi es alba
pero su sueño descansa en mi cama.
Donde yo voy, ella va
por delante
en lenguas extrañas
que nunca pude entender.
Ella es Asia. Ella se abate
en un bosque apartado
donde nadie conoce
el sentido de lo dicho.
Sus ojos cerrados. Ella está en mi cama.
¿Debería fotografiarla
y demostrar que estuvo aquí,
que mi cama le daba el calor necesario,
que la posibilidad de ser feliz
nunca se agota
si se vislumbra? ¿Que no hay abismo
entre el astrónomo y la estrella,
ni tampoco un dolor universal
que susurre que estamos lejos, lejos
de lo que anhelamos en la vida?
Pero la fotografía se equivoca…
ella ilustra una ley
que postula el corazón:
si del corazón nace un cuerpo, del cuerpo nace una garra,
la garra comienza a pensar qué rol
quiere jugar. Aquello que alcance,
todo lo que toquemos,
robado, construido, acariciado o comprado,
es el destino fatal del corazón.
Los pensamientos que pasan por mi mente
son sólo fotografías con pretensiones de arte:
una extraña autoridad posa en mi cama.
Una mujer en el mercado
de Oaxaca luce pintoresca.
La historia de la luz selló en su rostro
el crudo relieve de una máscara.
Tomé su fotografía pero yo no aparezco:
miro fijamente sus ojos sobre mi escritorio
y pienso que su vida sigue o que quizá terminó en otra parte.
Así México y África y Asia se adentran en la niebla
como las pirámides, la historia y los jeroglíficos que sólo
bajo la luz boreal estamos autorizados para soñar.
En un sueño voy más allá
de estas premisas para probar
que amo esta extravagante oscuridad.
Quiero tocar tierra.
Me han hablado de una bestia fabulosa
que ciertos pueblos del Este
consideran sagrada,
o así se dice o así he leído,
tal cual, de acuerdo a una cierta autoridad, con
fundamento. Una extraña autoridad duerme en mi cama,
ella duerme cobijada, ella está desnuda,
secreta es su palabra.
-William Wadsworth
Una noche fría el físico explica
Traducción al español de Jeannette L. Clariond
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