Sergio Rodríguez Saavedra

Días como peces y otros textos

 

 

 

El ojo del pez entrando al ojo del agua

Un anzuelo cargado de comida que la sociedad
no requiere.

Con el abuelo aquietábamos el vaivén del domingo
frente al mar

y cuando llovía mirábamos desde el auto
los anzuelos translúcidos entrar garganta adentro
del origen

anzuelos de cielo que aferran la boca abierta de las aguas

un verso que tiras y tiras expandiendo el hilo
que este poema rehúsa comer

comida de gusano la poesía
mosca que a nadie atrae

Después, cuando la lluvia arreciaba
encendía el motor con un limpiar de garganta

y como los peces nos íbamos

hacia lo turbio del ser.

 

 

*

 

Uno:
acariciar la mosca del sedal,
aquel silencio

dos:
lanzarlo

uno:
la caña hacia atrás, el viento

dos:
la curva del cielo
en la línea perfecta del horizonte

1
esperar
2
largo el sonido de la experiencia

1-2
quieto
al borde: sin palabras, orilla soy.

 

 

*

 

Uno:
en principio
si eres animal desgarras, muerdes
boqueas

Dos:
el lenguaje puede sangrar, desmenuzarse
asfixiar

Uno: A. Camus dejó toda una generación herida

Dos: El veneno de Borges nos cegó de infinito

1
Después de todo
las acciones del hombre no tienen fin
y sobre el mar

los pescadores parecen iniciar
otra vez la tarea

y ya sea principio
o fin
la red que nos separa
algún día romperá

2
como rompen las cosas
cuando son viejas.

 

 

*

 

La ola número uno entra
en la ola número dos
que es ella volviendo a comenzar

yo entro y soy viejo otra
vez en el abuelo

me dice: ya no quedan borrachillas
en estas rocas

respondo: vi unas cuantas
la semana pasada

la ola número 1 choca con tristeza
la número 2 observa la expresión
devolviéndose sobre sí misma

somos dos tiempos girando
hacia adentro, confundiéndonos

: todo interior es remolino.

(De Días como peces,  Inédito)

 

 

 

0.1.4

Ya sabes Susana,
me huacho de patria cuando escondes tu cama. Me ñeclas
de polvo y de agua cuando secas tus manos en banderas negras.
Curiche todo sin noche ni manta como fosa abierta
entre los piques quiero decirte Chile pero la leva corre
calle arriba y desde el bus se alarga y angosta en la distancia.
Me destino en la camanchaca que va cubriendo
este camino que siempre nos aleja de todos, rumbeando
hacia un sol que destiñe su hora. Me cuadro en el silencio
que susurra entre los tamarugos “olvida a quienes
ya no puedas amar, el secreto letargo de los cuerpos perdidos”
y dejo que todo pase, como pasa un aire de huesos.

 

 

0.1.5

Yo quiero ganar mi pan -le dije a Sara Quispe-
una marraqueta crujiente, un pedazo de alma que se
pueda morder. Quiero ganar mi sudor, una mano
que le limpie, un poco de agua que luego de lavar
acerque a nuestros labios una humedad que disuelva
estas espinas atravesadas en mis palabras. Un pan,
que regrese como regresa la niebla para alimentar
tunas cada noche, como las alpargatas con que
el abuelo molió tanto sendero, como leche
licuada en la boca de los auquénidos. Pero
me piden estudio y patria, carreteras y patria,
charqui y patria, banderas y patria libre y soberana.
Y yo pregunto cuánto pan tiene esa patria
y el culatazo me rompe la nuca.

 

 

0.3.2            

En chango se hace humo el hueso de una mujer. En güiro el viento acarrea el mar de ola en ola. En chango y hueso te deben escribir Susana la mismísima página, en güiro y viento velar las mechas que anuncian la partida de tu leche hacia los cerros. Entre poemas los que perdieron todo fuman del último libro, como una concha abierta antes del viaje y dicen que estás aquí, descalza sobre la playa, en su arena negra, en este viaje pobre de barca sin peces, en su casa de molusco que perdió el calcio bajo la luna. Dicen que estás tan cerca del hueso que pueden tocarte si fuman, así hacen la noche, hablando de tus poemas, de lo flaco y delgado del camino hacia el mar de tus poemas, de la fosa común cavada con tus versos para que la matriarca sin agua potable tuviese lluvia, para que las escamas del puerto dejen libre esa desnudez de vino y resaca, esas palabras que no entran a las oficinas ni toman café exprés, aquellos seres que regresan a la misma frase como la camisa que menos se arruga. En chango hacemos animita Susana, y a veces este puerto nos lleva hacia algún lugar.

(De Patria negra Patria roja. Ediciones Santiago Inédito, 2016)

Sergio Rodríguez Saavedra (Santiago de Chile, 1963).  Poeta, crítico literario, Director de Ediciones Santiago Inédito y Profesor de Estado, actualmente Jefe del D ... LEER MÁS DEL AUTOR