

El reconocido autor de El tigre en la casa y otros poemarios emblemáticos, acaba de ser galardonado con el VI Premio Internacional de Poesía Siglo de Oro. Esta importante distinción que entrega la revista y editorial mexicana Círculo de poesía reconoce anualmente a un destacado poeta universal. Ya lo habían obtenido en años anteriores autores como Sujata Bhatt (2014), Paul Muldoon (2015), Duo Duo (2016), Abdellatif Laâbi (2017) y Ko Un (2018).
Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1929). Es considerado uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XX. Ha ocupado diversos cargos culturales. Fue director de la Casa del Lago de la UNAM, director general de Publicaciones y Medios de la Secretaría de Educación Pública, y director de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes. Actualmente dirige la Biblioteca Nacional de México. Entre sus libros destacan: La mala hora (1956), Cada cosa es Babel (1966), El tigre en la casa (1970), La zorra enferma (1974), Caza mayor (1979), Tabernarios y eróticos (1989), Rosas (1994) y Otros tigres (1995). En 1984 le fue concedida la beca de la Fundación John Simon Guggenheim. Su obra ha sido distinguida con diversos reconocimientos como: el Premio Xavier Villaurrutia en 1969, el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1974, el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1988, el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde en 2002, la Medalla de Oro de Bellas Artes en 2009 y el Premio de Poesía Federico García Lorca en 2013.
Compartimos uno de sus poemas más celebrados…
EL TIGRE
Hay un tigre en la casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.
Suele crecer de noche:
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
No miro nunca la colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.
Ni siquiera lo huelo,
para que no me mate.
Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.
(De El tigre en la casa, 1970)