William Shakespeare. 5 sonetos

 

Presentamos cinco sonetos del célebre autor inglés en la traducción al español de Gabriel Jiménez Emán.

 

 

William Shakespeare

 

 

5 sonetos

 

I

De las hadas deseamos aumentar la belleza
Para que la belleza de la rosa nunca pueda morir
Y si entonces el fruto más maduro debe por el tiempo perecer,
Su tierna espiga logre conservar.

Pero tú, unido siempre a tus propios ojos radiantes
Alimentas la llama de tu luz con la combustión de tu propia substancia,
Llevando la carencia allí donde está la abundancia
Enemigo de ti mismo, demasiado cruel con tu propia dulzura.

Tú que eres ahora el fresco ornamento del mundo
Y único anunciador de la brillante primavera
Dentro de ti mismo repudias el capullo de tu contento
Y, avaro inmaduro, despilfarras todo en tu mezquindad.

Ten piedad del mundo, o si no, glotón como eres,
Para comer lo que al mundo debes, te unirás a la tumba.

 

II

Cuando cuarenta inviernos asedien tu frente,
Y caven profundas zanjas en la extensión de tu belleza
Tu ración orgullosa de juventud, tan admirada ahora,
Será un vestido hecho jirones, tenido en poca monta:

Entonces le será preguntada qué se hizo toda su belleza,
En dónde está el tesoro de sus lúbricos días,
Y nos dirá que ahí, dentro de sus mismos ojos hundidos
Está la vergüenza que todo lo devora, y la alabanza inútil.

Todo esto fue para ser nuevo otra vez,
Y encuentro que, cuando estés viejo,
Tu sangre estará aún caliente, aunque la sientas ya helada.

 

III

Mírate en ese espejo, y dile al rostro que contemplas
Que ahora es tiempo de que esa cara forme otra,
Que si ahora no renueva tu fresca compostura
Defraudarás al mundo, dejarás a una madre sin bendecir.

¿Dónde está ella que siendo tan hermosa y en cuyo seno virgen
Desdeña el cultivo de vida marital?
¿O es él un insensato que quiere ser la tumba
De su propio amor, para detener la posteridad?

Pero si vives para no ser recordado,
Muere soltero, y que tu imagen muera contigo.

 

IV

Derrochador de encantos, ¿por qué malgastas
En ti solo la belleza que te han dejado como herencia?
El legado de la naturaleza no es dar, sino prestar
Y sincera como es, presta siempre a aquellas que son libres.

Entonces, hermoso avaro, ¿por qué abusas
Del generoso regalo que se te ha dado para dar?
Usurero sin ganancias, ¿por qué empleas
Tan gran suma de sumas, para no poder vivir?

Para tener comercio contigo mismo
A ti y a tu propio ser seduces.
Y ahora, cuando la naturaleza te llama para que te marches,
¿Qué aceptable ajuste de cuentas puedes rendirle?

Tu no usada hermosura debe ser sepultada contigo,
Y ella, ya gastada, vive para ser tu ejecutora.

 

V

Esas horas, que con gentil trabajo forjaron
Ese hermoso semblante donde iban a habitar las miradas
Hicieron el papel de tiranas
Privando de hermosura aquel sublime encanto.

Así el incansable tiempo lleva al verano
Hacia un horrible invierno y allí lo confunde,
La savia se congela con el frío y las hojas lustrosas se pierden por completo,
La belleza se recubre de nieve y hay desnudez por todas partes.

Entonces no queda ninguna destilación del estío,
Un líquido cautivo en muros de cristal,
El efecto de la belleza neutralizado con belleza,
Que no dejaría recuerdo alguno de aquello que se ha ido.

Pero las flores destilaron, aunque halladas por el invierno,
Apenas perdieron su apariencia: su dulce esencia vive aún.