Katie Farris

Por qué escribir poemas de amor en un mundo que arde

 

 

 

(Traducción al español de Jeremy Paden)

 

 

 

Por qué escribir poemas de amor en un mundo que arde

 

Para adiestrarme en el arte de descubrir en medio del infierno

todo aquello que no sea infierno.

 

El cuerpo calvo

canceroso sin embargo

lo suficientemente bello como para

imaginarse vivir el cuerpo

lavar el cuerpo

reemplazar un escalón suelto

de la terraza el cuerpo que mastica

lo necesario para mantener un cuerpo

en marcha–

 

Esta escena tiene una melodía

un lenguaje puedo leer una puerta

que no puedo cerrar puedo pararme

en la brecha

un escudo.

 

¿Por qué escribir poemas de amor en un mundo que arde?

Para entrenarme, para que en medio de un mundo que arde

le pueda ofrecer poemas de amor a un mundo que arde.

 

 

 

 

El hombre que eres el muchacho que eres

 

El hombre que eres abre la puerta

de tu angustia, un espejo

 

de la mía – a los dos se nos ha vuelto

el borde de los ojos plateado. Pero en tu bolsillo,

 

el muchacho que eres me trae una chocolatina

derretida. Das órdenes

 

como un viejito, luego sacas

la basura como un muchacho

 

encaprichado.

 

 

 

 

Si el estar casada

 

Si el estar casada

es una serie

de intimidades

crecientes, un dulce

derrumbe paulatino hasta

la unidad, yo

aún te rogaría

que me perdones

por haber

pedido que me ayudes

a desenmarañar ese pelo pálido

de mis almorranas.

 

 

 

 

Después de la mastectomía

 

En la oficina del oncólogo, un hombre me mira fijamente. Yo le devuelvo la mirada
hasta que me dice, “La gente debe mirarte.”

 

¿Por qué tomarse la molestia de cerrar una puerta

cuando todo el mundo insiste en que esté abierta?

 

Salgo al mundo con la lengua fuera

y mi camisa desabrochada, mis llaves

 

en la cerradura,

una cicatriz de quince centímetros en vez de un pezón—

 

¿cómo puede una atalaya esconderse?

Estoy bien situada para localizar

 

incendios y hordas invasoras—

mi cabeza calva el fanal la primera

 

alarma.

 

 

 

 

La silla de Raquel

 

Una vez, hace muchos

años atrás, hicimos

el amor en la casa

de una amiga. Nos habíamos

quedado la noche de invitados, no

somos pervertidos (no del todo)

pero lo que

quiero decir es que ella

tenía una silla tan

perfecta para hacer el amor

que bromeamos de pedirle

si nos dejara llevarlo a casa. Si

hubiese sabido entonces

cuán pocas veces encontraríamos

tales tipos de objetos

me lo habría llevado.

 

 

 

 

La invención de América

 

Me esfuerzo a ser una poeta de amor pero no puedo escaparme de

América es como si estuviera casada con

América y nadie se paró para oponerse

América misma hubiera objetado si

América no estuviera tan ocupada en forzar

América sobre mi dedo luego al lavar las manos

América tintinea al dar contra la porcelana

América y repiquetea al bajar la garganta plateada de la

América no tengo una llave grifa por lo tanto

América llega y me saca del apuro y deja a

América aliviada de tener a la

América devuelta a

América donde le recuerda a

América de

América.

 

*

 

Todos escriben de un país

como si un país existiera.

 

*

 

Como una acción anti-capitalista, rechazo a tus jerarquías de valor, América–

Todas las cosas son eróticas.

Ay cucaracha,

lisa como una pastilla para la tos, lustroso

como un caramelo, antenas

listas como hilos

de azúcar, entra

en mi boca.

 

*

 

Yo voto pero prefiero vulgaridades

a los políticos. ¡Ustedes, hombres tan “gentiles”!

 

*

 

Todos escriben de los ciudadanos americanos

como si fueran visibles:

 

¿Por qué escribir poesía amorosa

en tiempos de

violencia estatal?

 

¿Puede el coágulo demostrar

la lealtad del corazón?

Bloqueado,

latiendo aún             más duro:

el amor re-                doblándose?

 

*

 

Todos escriben de un país

como si un país existiera.

 

Katie Farris (Manchester, New Hampshire, EEUU). Es autora y traductora. Ha publicado dos libros de poesía y tres plaquettes. Su poemario Parada en e ... LEER MÁS DEL AUTOR