Correo de navidad
(Traducción al español de Pablo Queralt)
Correo de navidad
Tarjetas en cada buzón
el ángel, el pesebre, la estrella y el cordero,
como un transportista rural,
conduciendo por los caminos nevados,
en sus paquetes se escucha el balido lastimero de las ovejas,
el arrastrar de las sandalias,
el cloqueo de los camellos.
Parada tras parada,
ella abre la puertecita de hojalata
y lugares profundos en las sombras
los pastorcitos, los hombres sabios,
los burros flacos y cansados,
la vaca que mastica y reflexiona.
Y de su vaso de plástico,
blanca como una estrella y posada
en el tablero guiándola siempre
en la distancia hay un toque de avellana,
y luego un toque de mirra.
Una donación de zapatos
Ahí están en el camino de la Buena voluntad
en la vieja caja de cartón del destino,
las solapas dobladas hacia adentro, prestando
sus hombros arrastrados una mirada de autoridad,
la caja sabiendo la ruta, los zapatos
muy perdidos y confundidos, los dedos
de sus pies comenzando en todas direcciones a la vez,
trepando unos sobre otros, cordones
enredados – punta de ala, resbalón- trabajo,
bota y zapatilla deportiva cada par tratando
de conseguir la última y persistente mirada al armario
antes de sentarse en su olor. Que es lo más triste
sobre esto ver flotando esas plantillas desnudas
lenguados pálidos batir hasta quedar planos
y luego secar ya no nadar a través del océano de los días,
guiados por regordetes delfines de pies.
Papá piernas largas
Aquí, en las piernas largas y finas, elásticas como el acero
una vida cabalga sellada en una pequeña pastilla marrón
que roza el suelo del sótano envuelto en una simple obsesión.
Ocho patas se extienden como las costillas maestras
de una red en que algún pensamiento queda atrapado
en el centro de la muerte de su pequeño propio mundo,
un pensamiento tan lejos del tacto de las cosas
que solo podemos adivinarlo. Si el mío
sería el sueño secreto
de caminar solo por el suelo de mi vida
con una gracia simple y con suficiente amor
para vivir en el centro de mí mismo.