

Presentamos algunos textos del imprescindible autor cubano.
Eliseo Diego
FRENTE AL ESPEJO
En un abrir y cerrar de ojos
ya no estarás en donde estabas:
un triste viejo está mirándote
con qué terror desde tu cara.
Mirándote ávido y mirándote
mientras la luz te da en su cara:
en un abrir y cerrar de ojos,
ni tú, ni él, ni nada.
LA PÁGINA EN BLANCO
Me da terror este papel en blanco
tendido frente a mí como el vacío
por el que iré bajando línea a línea
descolgándome a pulso pozo adentro
sin saber dónde voy ni cómo subo
trepando atrás palabra tras palabra
que apenas sé qué son sino son sólo
fragmentos de mí mismo mal atados
para bajar a tientas por la sima
que es el papel en blanco de aquí afuera
poco a poco tornándose otra cosa
mientras más crece la presencia oscura
de estas líneas si frágiles tan mías
que robándole el ser en mí lo vuelven
y la transformación en acabándose
no es ya el papel ni yo el que he sido.
CALLE TRANSVERSA
Por el portal que vuelve reposado en sus columnas
Cruza la brisa de pie descalzo y ágil.
Breve sentencia del laurel la despide.
Pasajero el viento, mendigo de guitarra y mimbre,
llega cantando, alto, entre los álamos.
Es aquí donde ruedan despacio con el mundo
Las juiciosas ventanas. Vagos despiden sus encajes
al que se marcha y vuelven a contemplarse la espuma
violeta de la orla en los cristales.
Dulzura de las calles ocultas, aquí empieza
El amado remanso en que los tiempos descansan.
La capa del otoño en los tejados
y el sabor de la infancia en las mamparas
sentenciosas y augustas que la penumbra calan,
favorables al triste le son como las aguas,
y el silencioso recorre sus memorias
en torno de su cuerpo vestido de reflejos
como el que abriga su fiebre con alegres mantas.
Una nostalgia lenta nublando las esquinas
Dentro del polvo ha esparcido su tamaño,
en el portal doblega sus enlutados hombros
y un rey anciano cruza los vidrios niños de la charca.
Nombra el fino laurel sus alabanzas
Y los arcos contemplan su lanuda espalda.
En ellos vuelven del día las palomas
Suaves ardiendo a su estancia, nevándola,
Y por esa figura se reposan los sueños
En el seno del árbol, de la verja, del hombre,
Volviéndose reales como los ángeles.
TESTAMENTO
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es
este :les dejo
el tiempo, todo el tiempo.