

Presentamos dos textos del gran poeta surrealista argentino.
Enrique Molina
ARCHIPIÉLAGOS LÁNGUIDOS
¡Islas!
Cual un collar de ardiente monedas despulidas
con que la luz se adorna y enceguece
o arroja a la nostalgia coronada de espumas.
Haz de arenas ociosas, indolentes sepulcros
abriendo sus delicadas frondas sobre la playa de despojos,
con sus nubes de hierbas, sus enigmas
entre lápidas llenas de conchillas,
las costas humilladas por los barrios marítimos,
los mercados portuarios de tortugas
y alfarerías hechas con la imagen del sexo,
frituras en los atrios, arrebatos impúdicos
buscando leves presas, homenajes de mujeres y fiestas.
¡Oh pozo de delicias!
Sellado para siempre, con el odre de furias enterrado en el golfo,
y un pueblo tumultuoso como un dios que medita,
honrando con alcoholes la belleza del mar.
¡Narrador! ¡Narrador!
Aguza en el destierro tu puñal de delirios.
habitante de casas de tablones tatuados por la sal de la luna,
precarias como el amo cuyo licor auspicia maleficios,
aullando sus brebajes,
injuriando la estirpe de sus padres,
la majestad del trópico en el gran desamparo de los años.
Embarcaderos rotos por un golpe de tristes alas de gaviotas,
que levantan su grito hasta palidecer más allá del escollo,
pregonando los ritos de la costa,
sus ancianas que tuestan entrañas de animales en parrillas grasientas,
los mariscos frenéticos
las tiendas de moluscos y sombreros,
unas lascivas lámparas del viento rodeadas de guitarras.
¡Arded, fuegos terrestres!
Que crepite el collar de cáscaras marinas
en el cuello de plata de los muertos.
¡Arded, turba de ebrios unidos a la lluvia,
moradores de playas, cautivos como monos en el lago,
en un flanco marino,
lleno de hermosos frutos que se adoran,
mutaciones y ruinas incesantes,
sus vastos letargos encaminados hacia el sol!
DIARIO DE VIAJE
Regiones nómades
con reliquias perdidas de la edad del fuego cuando el tacto abre su delta de
estremecimientos en grandes antros de sirvientas y ellas destellan
todavía en la arpillera de los campos como la mandrágora los astros
gemelos de sus pezones con el tufo del horizonte
Después la lumbre sobrenatural de lo obsceno y tantas habitaciones con un
globo de sanguijuelas en la aterrada noche del olvidado
el rumor de la mujer que llega por el pasillo inacabable acercando al corazón
su nombre y su aliento y a sus espaldas esa oscuridad de mi vida donde
de pronto las más bellas muñecas de incendio se iluminan para crear el
vacío tórrido de la ausencia entre tales tabiques traspasados por las
injurias de los vecinos
Luego la pareja arrastrada por el mar… tan perdidos… sin fuerzas sin
victoria… los labios brillando con la humedad de las granjas y de las
fiebres… Oh cuando era joven y la alquimia del mundo escogía los ele-
mentos de mi sangre para crear ciertas noches ciertos lugares de la
costa el sentimiento de una irresistible conducta de volátil y tipo disemi-
nado entre las quemaduras de la pereza y el grito de olvido apagado por
el bramido del camión que lo arrastra en la cuesta
¡toda su alma bajo la fabulosa máscara del sol!
Tierras de antorcha arrojada a la cara
el lecho jauría la boca incertidumbre la primavera éxodo esparciendo al
pasar ese polvillo de nácar que desprenden los senos
¡y yo sólo abrigado con la llama desierta de cada cosa listo para cualquier
frustración que despierte el relámpago del deseo sin esperanza cubrién-
dome de brasas que nunca cicatrizan y de ese vasto rumor de alas en
viaje nacido de las raíces incesantemente arrancadas!
Minaretes de viejas camas de hospedaje víctimas incandescentes malezas de
camarote atascado en la selva difuntos descoloridos sin memoria
cabezas donde ardió la fogata la voz salvaje de las lágrimas el grito de un
pájaro extranjero
anotaciones imprecisas campos flotantes en la corriente del camino llegadas
a lugares irrazonables situaciones del amanecer visiones postreras
abrazos guitarras y cocos
Por todas partes países que miran fijamente ternuras vacías a la luz de los
sueños y de las nubes
alcobas que se hunden en el mar
El amor con su ráfaga
Tierras furtivas…