Georgina Herrera. La pobreza ancestral

 

Presentamos tres textos de la destacada autora cubana.

 

 

 

Georgina Herrera

 

 

LA POBREZA ANCESTRAL

Pobrecitos que éramos en casa.
Tanto
que nunca hubo para retratos;
los rostros y sucesos familiares
se perpetuaron en conversaciones.

“Familia… Hogar”
Madre y padre, vivos los dos,
tan viejecitos, pero
raíz al fin.
Mi esposo y yo, el tronco fuerte
del árbol del amor;
los hijos y los nietos
floreciendo, multiplicados.
En fin, la dicha verdadera,
nada costosa. Bastaba
cumplir el mandamiento:
Creced y multiplicaos.
Fue el tiempo de soñar.
¿Y el de lo cierto?
Centroamérica, Europa, el otro
mundo…
Cada cual, a veces hasta sin despedirse
cogió su rumbo.

Soy
la sobreviviente,
la que está aquí,
la fuerte.
Solitaria.

 

 

EL PATIO DE MI CASA

(Sí es particular)
Nadie adornó su espacio con arecas
ni se enredó en la cerca la piscuala.
Patio sin otro ruido
que el silencioso andarlo
de mis pies descalzos.
Sitio para mí sola, donde la ternura
y su modo simple de crecer y darse
como la hierba fina,
me fue vedado.
Patio donde el sonido de la lluvia
dejó su oficio de agua
para ir cayendo, espesa y contenida,
más bien como lágrimas.
Ancho para una celda. Camino
interminable se me hizo
de tanto darle vuelta y repetirlo.
Patio perdido y ya recuperado
pues regresa
desde el fondo de un sueño
como un hueco en la infancia.

 

 

EPITAFIO EN LA TUMBA DE MARÍA

¿Qué hizo de ti la voluntad del hombre?
¿A qué mínimo polvo te redujo
negándote el derecho
a concebir por obra y gracia
del arrebato y la ternura,
siempre
naciendo de la mujer
como sus propios hijos?