César Moro. La leve pisada del demonio

 

Presentamos dos textos del imprescindible poeta peruano adscrito al surrealismo.

 

 

 

César Moro

 

 

La leve pisada del demonio

En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de salto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
Y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la
sospecha que tuerce la boca del tigre que en las
mañanas escupe para hacer el día

 

 

 

Carta de amor

Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante

Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las estrellas
en cada ojo

¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia no eras tú el manantial
la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una lámpara bellísima balanceada sobre el mar

Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la vasta ululación de lo negro sobre negro resplandeciendo ardientemente

No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra

No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las inmensas olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe

Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento
de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras

Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable espectáculo
indescriptible
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla

Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina
En rápida carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maniáticas

En vano pido la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad