

Presentamos tres textos de célebre poeta y filósofa española.
María Zambrano
DELIRIO DEL INCRÉDULO
Bajo la flor, la rama;
sobre la flor, la estrella;
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá?
Más allá, ¿no recuerdas? , sólo la nada.
La nada, óyelo bien, mi alma:
duérmete, aduérmete en la nada.
[Si pudiera, pero hundirme… ]
Ceniza de aquel fuego, oquedad,
agua espesa y amarga:
el llanto hecho sudor;
la sangre que, en su huida, se lleva la palabra.
Y la carga vacía de un corazón sin marcha.
¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada.
Y que no lo recuerdes. [Era tu gloria.]
Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma dentro,
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.
Mas no puedo.
Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada;
no llego hasta la nada.
QUE TODO SE APACIGÜE
Que todo se apacigüe como una luz de aceite.
Como la mar si sonríe,
como tu rostro si de pronto olvidas.
Olvida porque yo he olvidado
ya todo. Nada sé.
Cerca de ti nada sé.
Nada sé bajo tu sombra, amarilla
simiente del árbol del olvido.
Y todo volverá a ser como antes.
Antes, cuando ni tú ni yo habíamos nacido.
Pero, ¿nacimos acaso?… O tal vez, no,
todavía no.
Nada, todavía nada. Nunca nada.
Somos presente sin pensamientos.
Labios sin suspiros, mar sin horizontes,
como una luz de aceite se ha extendido el olvido.
HABLA UNA PIEDRA
Porque he sido mirada,
porque fui tomada, poseída
cesé de vivir.
Hechizada, sólo soy un soporte,
mas nada me sostiene.
Aquí, siempre
súbdita del espacio.
¿Adónde estás, ¡ah!,
mirada que me fascinaste?
¿Me necesitabas para ser tu sombra?
Poseedora, tan frágil
que necesitas hechizar
para erigirte.
Tú, la que naciste asustada,
la inválida,
me amaste para caerte en mí.
El amor que nombras,
dime, ¿es eso?
Era yo luz, reflejo,
¿y tú? Di,
¿no podías
revelarme tu ser?
Pero no; yo soy tu ser,
Yo, tu soporte.
Yo, sepultura de mi aliento
y prueba de tu no-ser.
Estás ahora lejos.
Andas, pordiosera, en busca de alimentos.
Hechizas almas, gestos del Señor.
Nuevos compañeros, ya invisibles,
vendrán a buscarme.
No, caerán, solamente esos
caerán para que tú erijas,
te levantes.
Tú vendrás a buscarme,
tú, ya sin conocerme, sin saber.
Pero yo sé. Yo sé nada.
Yo soy memoria
acusadora, delatora nada,
resistente memoria,
adversaria.
Yo, peso de tu historia.
Yo, también tu calma.
Yo, el lugar manejable
y el hostil no que se te opone.
¿Podrás?
Soy también, tu calumnia,
tu mentira ya arrojada,
y no me temas.
Me nombras: materia.
Nada más.
Pero vuelves enajenada,
cómplice, vencida.
Ignorante tú, la sabia.