Denise Desautels

 

El teatro y la caída

 

(Traducción al español de Claudia Schvartz)

 

EL TEATRO Y LA CAÍDA

Terminamos siempre por hacernos a la idea del fin o de lo inconcluso. De lo irresoluto, en suma. Peor aún, mal que nos pese participamos en la caída de lo que difícilmente podría llegar a ser algo más que un boceto. El catalizador de su caída. Día a día, el boceto cambia, se altera delicadamente y como si nada fuera se le da un empujoncito, casi sin siguiera darse cuenta. Supongo que tenemos la costumbre de cerrar los ojos. Crecimos con la palabra impureza. Ne se trata de una intuición filosófica o matemática ni una simple reacción química. Lo sabemos. El cuerpo se expone, día a día se compromete. De una emoción a otra, sus ángulos torpes dejados de lado en el dibujo de la caricia. Y, una mañana, crac ! El cuerpo juega a su arbitrio la carta del cielo.  Justo antes de la catástrofe, observando aún sus ángulos y sus sueños tan humanos, inexpertos. absurdamente exhibidos en estado de proyecto. Y, crac ! Es banal pero es así, pequeñísima, al principio, la tragedia. Inesperada. Tan sorprendente como un clavo en una naturaleza muerta. Y se produce cada vez que se esboza el deseo, cuando no hay aún convivencia con la melancolía. Nada seguro, nada con lo que podamos contar. Frágil, el hilo que mantenía unidos los anillos se ha cortado. El cuerpo que desea, ligeramente asomado se esfuerza por restablecer su equilibrio, se pone a correr, torpemente se golpea, torpemente trastabilla et talón, el tobillo después, el dolor sube a lo largo del fémur, estalla en la articulación de la cadera, estalla integro, hasta en el grosor de la roca donde se asienta el oído interno, luego el grito en rígida caída vuelve a bajar, el grito, de la masa nerviosa del cráneo hasta la garganta, hasta el hueso largo. El cuerpo admirable se abandona al golpe, a la quebradura, a los restos de huesos que poco a poco vendrán a alterar el dibujo de los ángulos y de los sueños. Una sombra sobre el cuadro, a la que sin embargo terminaremos por habituarnos. Después nada. Nada sino la claudicación de la caminata, la compresión de las vértebras, del cuerpo entero, sus ángulos y sus sueños que año a año se achatan un poco más, y el dolor, la certeza esperada, aparece masivamente, afuera cada vez, no importa dónde, imprevisible siempre, del hueso largo hasta los párpados. Entonces, luego del golpe de la tragedia, el futuro se curva, se ajusta al dolor, y cada vez es así y cada vez igual de irrisorio, y cada vez nos atenemos un poco más a ese dolor. La certeza de la costumbre como sola esperanza es lo único que tiende a la perfección del fin.

 

 

 

LE THÉÂTRE ET LA CHUTE

On finit toujours par se faire à l’idée de la fin ou de l’inachevé. De l’irrésolu en somme. Pire encore, on participe, malgré soi, à la chute de ce qui n’aura jamais été autre chose qu’une esquisse. Au précipité de sa chute. De jour en jour, l’esquisse change, délicatement s’altère, et on lui donne un coup de pouce sans que rien n’y paraisse, sans même s’en apercevoir. On a l’habitude de fermer les yeux, je suppose. On a grandi avec le mot impureté. Il ne s’agit là ni d’une intuition philosophique ou mathématique ni d’une simple réaction chimique. On le sait. Le corps s’expose, de jour en jour se compromet. D’une émotion à l’autre, ses angles maladroits laissés en plan dans le dessin de la caresse. Et, un matin, crac! Le corps joue à son insu sa carte du ciel. Juste avant la catastrophe, on observait encore ses angles et ses rêves si humains, inexpérimentés, absurdement exhibés à l’état de projet. Et, crac! C’est bête, mais c’est comme ça, au début, tout petit, la tragédie. Inattendu. Aussi surprenant qu’un clou dans une nature morte. Et ça se produit chaque fois que le désir s’ébauche, quand il n’est pas encore de connivence avec la mélancolie. Rien de sûr, rien sur quoi on peut compter. Fragile, le fil s’est brisé, qui retenait les anneaux les uns aux autres. Le corps désirant, légèrement penché et s’efforçant de rétablir son équilibre, se met à courir, maladroitement on le heurte, maladroitement le talon glisse, puis la cheville, puis la douleur monte le long du fémur, éclate dans l’articulation de la hanche, partout éclate, jusque dans l’épaisseur du rocher où loge l’oreille interne, puis le cri en pente raide redescend, le cri, de la masse nerveuse du crâne jusqu’à la gorge, jusqu’à l’os long. Le corps admirable s’abandonne au choc, à la cassure, aux débris d’os qui viendront peu à peu brouiller l’esquisse des angles et des rêves. Une ombre au tableau, à laquelle on finira cependant par s’habituer. Puis rien. Rien que la claudication de la démarche, que le tassement des vertèbres, du corps tout entier, de ses angles et de ses rêves qui s’affaissent d’une année à l’autre un peu plus, et la douleur, la certitude attendue, jaillit ailleurs en masse, chaque fois ailleurs, n’importe où, tout à fait imprévisible, de l’os long jusqu’aux paupières. Or, après l’avènement de la tragédie, l’avenir se courbe, s’ajuste à la douleur, et c’est chaque fois comme ça, chaque fois aussi dérisoire, et on s’y ajuste soi-même chaque fois un peu plus. Seule, cette certitude-là, de l’habitude comme unique espoir, tend à la perfection de l’achèvement.

 

-Denise Desautels
Cementerios: La rabia muda
(fragmento)
Traducción al español: Claudia Schvartz
Poesía Mayor  / Editorial Leviatán,
Ciudad de Buenos Aires – Argentina, 2018

 

 

 

 

Denise Desautels La obra poética de Denise Desautels (Montreal, 1945) comprende una cuarentena de títulos y numerosas antologías poéticas. Su colaboraci ... LEER MÁS DEL AUTOR