Fabio Morábito

Canción segunda

 

 

 

 

 

¿SE PUEDE AMAR A ALGUIEN…?

 

¿Se puede amar a alguien

a quien jamás se vio correr,

de cuyo tranco que acelera el pulso

nunca nos dio a probar un poco?

 

Corriendo,

una segunda desnudez,

más primitiva, aflora.

 

Así, un breve impulso,

incluso un salto a veces

es todo lo que Amor requiere

para acabar de darse.

 

Y yo no puedo ni siquiera

imaginar cómo corrías.

 

¿Corriste alguna vez?

¿En dónde? ¿Cuándo?

 

Me habría bastado un trote,

¿sabes?, un simple arranque tuyo

para comerte viva.

 

Pero tú hablabas

del hijo que querías de mí en tu cuerpo

aún adolescente.

 

Seguro que correr te parecía

una tontería, si estabas hecha

para dar a luz.

 

Qué claridad aterradora

y sin fisuras. Así Calipso

retuvo varios años a Ulises en su isla.

 

Pero está escrito que el amor

va junto con la brisa y que las Ítacas

acaban siempre por tener razón.

 

 

 

 

LA HISTORIA SE DESPIDE EN LA PANTALLA

 

La historia se despide en la pantalla,

y la canción, con esa voz soberbia

que cautiva,

nos clava en el asiento

leyendo los créditos finales.

¡Cuántos nombres!

¡Qué caterva de gente para hacer una película!

¿A todos los conoce el director?

¿Le ha dirigido la palabra

al segundo asistente de sonido?

¿Sabía que existe?

Se acaba la canción de voz soberbia,

pero el desfile en la pantalla continúa

y entonces entras tú al relevo,

canción segunda,

mientras se prenden las luces.

No sé cómo te llaman en el cine.

¿Canción de luces? ¿Canción vacía?

No sé tu nombre,

canción para vaciar los créditos

que me produce una congoja absurda.

 

 

 

 

NO QUIERO IR A LA MORGUE

 

No quiero ir a la morgue,

quiero ir a París,

a la morgue, lo juro,

iré después de la Torre,

quiero estar abajo

de la bella estructura

y desde ahí mirar la punta

que las tuercas y las vigas

levantan sobre París.

A la morgue iré después

de ver cómo sube

el armazón fantástico

a base de giros de rosca,

tornillo a tornillo, remache

a remache, herrumbre feliz

que llega a las nubes.

 

 

 

 

COMO LOS EXTRAS DE UNA PELÍCULA

 

Como los extras de una película,

que nos obsequian su apariencia

para que lo que vemos sea creíble,

pues solo así, identificándonos,

nos cautiva lo que ocurre en la pantalla;

vaciados de sustancia como ellos

y sin embargo vivos, estrellas

de otras películas, tal vez, no de esta,

en la que solo les pidieron que cuidaran

de no voltear hacia la cámara

(con lo difícil que es fingir que ella no existe);

como los extras vivir un día

de andar como prestados,

bobeando desde que amanece,

de cuerpo entero pero incorpóreos

para que otros se completen.

 

 

 

 

¡A CUÁNTOS QUE ME FALLARON…!

 

¡A cuántos que me fallaron

les retiré mi afecto,

 

creyendo que la vida es larga

y volvería a quererlos!

 

¡Creer que para todo hay tiempo

es mi mayor defecto!

 

Lo digo en verso (otro defecto mío)

para no decirlo de manera franca.

 

Pero los versos si son buenos

no dejan de escarbar

 

con rimas que remueven losas

que cubren unos traumas.

 

¡A cuántos que me fallaron

les clausuré mi ser,

 

sin darle tiempo al tiempo

de irse por las ramas!

 

 

 

___________

-Fabio Morábito
Canción segunda
Colección Visor de Poesía
España, 2024

 

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Fabio Morábito   (1955). Vive en la Ciudad de México y ha escrito, con este, seis libros de poesía, género que ha alternado meticulosamente con ... LEER MÁS DEL AUTOR