Nelson Merren

País nocturno

 

 

 

 

 

PAISAJE CON UN TRONCO PODRIDO

 

Flojo el mar, con pereza

zarandea constante al viejo tronco.

 

cada vez que respira

el mar, lo mueve un poco,

lo tira más allá, luego lo atrae,

y lleva horas en esto.

 

En esta pobre costa

con bloques de cemento carcomido

y carnaval de letras y papeles

el mar sigue jugando

sin ganas con el tronco.

 

Ni el mar se anima un poco,

y el tronco es un pelele

resignado a su suerte

y yo sé que los tres estamos aburridos.

 

 

 

 

CIUDAD NATIVA

 

Y me dijo mi madre:

“Fue una mañana invernal

cuando a mis brazos llegaste.

Yo te besé muchas veces

y lloré no sé por qué”

 

Esa mañana de diciembre se hizo camino

y lo mismo las lágrimas.

 

Hoy regreso

de un país donde el paisaje

es solo aire y horizonte.

Regreso a tus montañas

a tu intacta verdura,

a tus tejados calientes.

Y me siento en los parques

donde la sombra es móvil,

y voy hasta la playa

donde

la luz, de blanca, tiene

fogonazos azules.

 

Arena traída y llevada,

¿serás la misma?

En otro tiempo fui, joven grumete,

por los barrios portuarios

viendo

hombres de óptica confusa salir de las cantinas

y la constancia de las vigas

y demás de las escarolas del humo

descifré la ortografía de los navíos,

y vi la arquitectura del polvo

subir a las ventanas.

(¡Allí están, no lo sigas,

no cruces corredores

de tinteros antiguos!)

 

Mi soledad anduvo de rodillas

por el sol y tus barrios,

y una piedra insultada

me crecía por dentro.

Recuerdo para siempre

cuando quise ser duro

y resueltamente

maté mi primer pájaro.

 

Y el ruido me llevó

por valles y volcanes,

penínsulas de cuarzo y playas álgidas.

Y anduve insomne, errante,

conociendo y viviendo,

y en las manos abiertas y desnudas

un ronroneo negro de preguntas.

 

Hoy regreso a tus casas

afanadas y buenas,

toco cercas con polvo

y recorro tus calles

con confeti de baches.

Camino hasta el crepúsculo

de la quieta bahía,

y el zumbar de preguntas

en el aire simétrico

no sé qué color tiene.

 

 

 

 

CARPE DIEM

 

Hay días

como una calle entre solares baldíos,

pavimentada y sólo

basuras y maleza a los lados.

Días en que el café y el pan

saben a yeso, a furia seca, a estafa,

ya dispuestos y lanzados desde el periódico

con su político yankee

deteniendo el cortejo

para besar a una niña birmana

o maternalmente calculando votos

mientras acaricia a un negrito en Harlem.

El jugo de naranja como purga

mientras sonríe con sus quince abriles

una gentil culta filósofa etcétera

damita qué asco

y más allá está el Papa declarando

con una perspicacia aturullante

que la situación del mundo es grave.

 

Atravesar la calle con cuidado

por moderno atavismo,

el mismo gordo vendedor de frutas

con su falsete por lo visto patentado

el vendedor de lotería como una mariposa plañidera

ejercitando su ingenua demagogia

y en la esquina, ya con ojos de camello,

ver otra vez que el Papa

ha prometido orar por las víctimas

del terremoto de Turquía,

y las ganas terribles de gritar ¡mierda todo!

hasta que se nos sosieguen las glándulas y los dientes.

 

Días como una carretera

bajo el sol, recta, vacía, interminable.

 

 

 

 

MUNDO DE CUBOS

 

La noche se escurrió entre los cañones

y subió como una marea.

Del lado de Times Square

el cielo tiene un resplandor de cataclismo

rojizo, apocalíptico.

 

Ondulantes multitudes pasea

bajo las brillantes marquesinas

muchachas con calcetines poetas barbudos

judíos con fríos espejuelos

hombres de negocio, turistas, marineros.

 

Muros y cubos, sólidas moles

concreto y ventanas.

Pequeños cubos dentro de los cubos

de un color de ratón corriendo

con su florero y su lámpara de cama.

Un hombre en camiseta fuma

y el humo va a dar a un nervioso

anuncio de neón que no conoce la paz.

 

Arriba de él se encienden varios cubículos

no lo nota, sigue fumando.

Una mujer se desnuda y desaparece

pero antes ha colgado su ropa en el armario.

Un hombre se asoma a ver

los coches estacionados diez pisos abajo

su amante se le acerca y lo besa en la boca.

 

Más arriba sólo se ven las lámparas del techo

y la noche de matices expresionistas.

Cubos alargados negros hacia el cielo

interrumpiendo las líneas brillantes de la Osa.

 

Abajo, en el río de luz de automóviles

están de pie los restaurantes

los bares engullen clientes

los mozos circulan recogiendo ante todo las propinas

la música se abre paso

entre las conversaciones y el humo de cigarrillos

el solitario turista

es abordado por un desconocido que le ofrece

una rubia joven a precios razonables.

 

En la esquina el joven homosexual

dirige miradas largas y viscosas a los mozalbetes

mientras los anuncios para broncearse la piel

pestañean nerviosamente.

 

Calle del delirio, de los ojos maquillados, del ruido,

conozco tus puertas tus anuncios tus semáforos

tus cubos de luz tus steaks tus chow mein

tus ladrillos que suben a un cielo Macke.

Cubos entre la red de constelaciones,

qué hace la luna en el borde de aquella azotea.

Las luces de los aviones parpadean

bajo la telaraña de las constelaciones.

 

 

 

 

ODA COMO TESTAMENTO

 

Semilla frágil, canastillo alado

dormido a la intemperie

mi amor te levanto, y hoy eres

alto mástil de flores.

Beso en los ojos, dulce

catapulta florida.

Maquilishuat amado, testamento

de mi pecho destruido,

que atesoró la fúlgida caricia

de la belleza.

 

Libro mío de sombra.

Piedra de llanto. Torre de agonía.

Reloj maldito y maldiciente, eriza

tus pestañas de escarnio,

recuerda lo que vives:

un viento oscuro y una luz horrible,

un brazo centimano florecido

con valijas de tedio,

ojos de horror y párpados de insania,

El silencio

abre bóvedas altas e infinitas.

Hay que llenar los huecos con el odio,

erigir obeliscos de blasfemia

y aborrecer el aire.

Libro, mi único hijo.

Todo otro fue negado,

anulado, proscrito.

Yo no traeré hijos

a las puertas violentas.

No quiero ver sus ojos derrotados

en el silencio solapado.

No formaré esas células de angustia

para fruición de Dios.

 

Esta agonía ardida

será privada. Sola

bajará en el mutismo de mis huesos

al confuso inventario

solo quiero dejar unas palabras

unos débiles símbolos

de un infinito de odio,

su rígida pureza

insomne bajo el cielo.

 

 

 

 

HABLA EL TRANSEÚNTE

 

Dolor, ¿Cómo estás cansado?

Todos te vieron siempre

corriendo como un poseso

derribando peatones

tanteando y empujando puertas.

Pero a veces te sientas en los callejones sin salida

y al que llega le das cualquier dirección descabellada

o sacas un mendrugo asqueroso de tu alforja

y lo obligas a aceptarlo: “¿Ve con Dios, hijo mío…?”

 

En las clínicas pirámides y en las casas,

en las gargantas derrumbadas

hay órdenes de no dejarte entrar

y ciertos sobrevivientes quisieran

llevar la advertencia en la solapa.

Nadie quiere tus insolentes subsidios.

 

Dolor, tómate unas vacaciones,

vete a venerar por ochocientos siglos

a una isla habitada sólo por cucarachas,

y si te aburres

enséñales a exterminarse con sus brillantes élitros

color de avellana.

Puede ser que también encuentras allí

cavernas con extrañas estalactitas

y polvosos huecos de hombre que una vez conociste.

 

 

 

 

PAÍS NOCTURNO

 

La noche encerró las casas en una gaveta

pero todavía hay lugar para moverse,

salir sin cuidarse mucho de la ropa

y llegar a los acantilados al final de las calles.

Ahí el silencio es como una respiración polvorienta

bajo el aire que tira golpes de sombra.

 

Todos se quedan en sus casas

y para alumbrarse usan un huevo frito

que a veces los ayuda a llegar hasta la puerta.

Yo salgo a la calle entre esas ventanas mortecinas

y huelo las flores que solo se abren de noche,

blancas y terribles con pétalos como gritos

y ojos celosos que me azotan las manos y la cara.

 

Puertas adentro, todos hacen gárgaras de harina

pues creen que eso tonifica

y una porción divina que requiere cuidados

y que tiene un sublime contorno de artefacto volante.

 

Nadie quiere ver los majestuosos acantilados

a los extremos de las calles.

Me dejan la noche para mí solo

¡y esas flores que esperan extrañamente

extendiendo sus flagelos!

 

 

 

 

ESPERANDO

 

El círculo, o lo informe, o

lo que no tiene volumen, pero

que me ofrezca quietud.

Lo imponderable, lo que no tiene dimensiones

pero

que no deje de filtrar ningún recuerdo.

 

Lo luminoso, plúmbeo, sin que pueda saberlo,

pero que adormezca para siempre

cualquier ansia.

 

Allí disolveré mi título de hombre,

que me hizo candidato para todos los infortunios.

Allí no me agitare con fútiles alegrías

ni con sinceros dolores.

Allí no me olvidare de amar conceptos

y de ser engañado.

Allí mis pasiones se habrán esfumado

y dejaran de zarandearme.

Allí olvidare que el hombre es admirable y perverso

y olvidare mi latitud y el Tiempo.

 

 

 

 

BIOGRAFÍAS

 

No logramos nada de conversar con los pescadores

que pasan largas horas atentos,

 

ni de admirar el estoicismo quieto

de los carteros diligentes.

 

No logramos nada de beber los filtros deletéreos

de la filosofía.

 

Ay de los que dieron paz

a cambio de un plato amargo de verdad.

 

Bienaventurados los que aman la verdad

porque de ellos será un reino estepario.

 

No logramos nada con entender de causas

y el panteísmo tampoco es una panacea.

 

Bienaventurados los que saben que lo ignoran todo

porque de ellos será un reino estepario.

 

No ganamos nada con saber de transcendencia

pues el sufrimiento es algo real.

 

Felices los que saben que están solos

porque de ellos será una alegría sin llama.

 

 

 

  

PASANDO

 

Bajos altos edificios

en las aceras

en la algarabía de tomates y repollos

de los mercados

en los elevadores y traNvías

cruzando puentes

contestando a gritos

discutiendo a gritos

llorando a gritos

sintiendo en la garganta y en los sesos

el aguardiente de una cólera terrible,

leyendo diarios y revistas

en consultorios pintados de blanco,

por todos lados, a donde vaya

aquí, allá, siempre he tenido,

tengo en los ojos ante mí

ese color de cuernos negros,

tengo en la boca, siempre,

ese color a exilio.

 

 

 

 

EQUINOCCIO

 

La noche avanza desde la bahía

desvaneciendo plumas y bronces

la noche viene como un animal marino

y se hunde bajo la quilla de las goletas

veloz con altos muros de calma

la noche que tiene ajedreces azules.

El agua viaja hasta las rocas acorazadas

el cielo no va a ningún lado.

Pienso siempre estoy aquí

formando arriba polígonos a mí enojo

pues no he venido a teñir campañas

ni a apagar la lámpara en la mesa del miedo.

Amé sí a veces la fuerza el misterio

de un rostro barbudo

un perfil de muchacha

todo eso es una pequeña moneda.

Seguiré en esta noche de cáscaras doradas

hasta el último signo

hasta las llaves calientes.

Así también la vieron los grandes espinazos.

 

Tiempo, atroz piedra fija sin memoria de tiempo

y el agua negra quieta ignorada lo inmenso.

Solo una arista de ruido queda sobre las aguas.

 

 

 

 

CONVERSACIÓN

 

Estás mejor así, créeme, muchacha.

Tal como otras, supones

que mí afectada indiferencia solo

es un reto a tus prominentes encantos, pero

que estos, al fin, triunfaran.

Pero otra vez te ruego, escúchame:

abandona la caza. Solo conseguirías

un incómodo tirano que le grita a los niños,

que odia la hipocresía y aun la idea

de traer hijos al mundo.

Además, por supuesto, has de creer en Dios,

que recompensa y es muy amoroso

y lleva la contabilidad de los pecados

de todos las colegialas y las secretarias

aunque unas vivan en Brasil

y otras en Australia y otras cosas así.

 

Está mejor así, dulce muchacha.

Deja que otro galán te engañe con palabras

más viejas que la arena.

Yo no miento, lo he dicho

siempre: yo soy un lobo

estepario, un lobo solitario

perdido entre las gentes.

 

Nelson Merren Nació en La Ceiba el 10 de diciembre de 1931. Se graduó de Doctor en Odontología, en la Universidad de Salvador, ejerciendo su profesión ... LEER MÁS DEL AUTOR