La pasión griega
TRÍPTICO
I
Se transforma el amante en lo que ama con su
feroz sonrisa, los dientes,
Las manos que relampaguean en la oscuridad. Trae ruido
y silencio. Trae el murmullo de las olas frías
y de las ardientes piedras que tiene dentro de sí.
Y cubre ese ruido rudimentario con el asombrado
silencio de su última vida.
El amante se transforma de momento en momento,
y siente el espíritu inmortal del amor
creando la carne en extremas atmósferas, arriba
de todas las cosas muertas.
Se transforma el amante. Corre a través de las formas.
Y lo que ama es una bahía estancada.
Es el espacio de un candelero,
la columna vertebral y el espíritu
de las mujeres sentadas.
Se transforma en noche que extingue.
Porque el amante es todo, y lo que ama
es una cortina
donde el viento del amante golpea en lo alto de la ventana
abierta. El amante entra
por todas las ventanas abiertas. Él golpea, golpea, golpea.
El amante es un martillo que machaca.
Que transforma lo que ama.
Entra por los oídos, y después la mujer
que escucha
queda con aquel grito para siempre en la cabeza
ardiendo como el primer día del verano. Ella oye
y se va transformando, mientras duerme, en aquel grito
del amante.
Luego se despierta, y va, y se entrega al amante,
le entrega el grito suyo.
Y el amante y lo que ama son un único grito
anterior de amor.
Y gritan y golpean. Él la golpea con su espíritu
de amante. Y ella es golpeada, y le golpea
con su espíritu de amada.
Entonces el mundo se transforma en ese ruido áspero
del amor. Mientras arriba
el silencio del amante y de la amada alimentan
el imprevisto silencio del mundo
y del amor.
II
No sé cómo decirte que mi voz te busca
y la atención comienza a florecer, cuando sucede la noche
espléndida y vasta.
No sé qué decir, cuando largamente tus pulsos
se llenan de un brillo precioso
y te estremeces como un pensamiento llegado. Cuando,
comenzado el campo, el centeno inmaduro ondula tocado
por el presentimiento de un tiempo distante,
y en la tierra crecida los hombres entonan la vendimia
– yo no sé cómo decirte que cien ideas,
dentro de mí, te buscan.
Cuando las hojas de la melancolía se enfrían con las estrellas
Junto al espacio
y el corazón es una simiente inventada
en su oscuro fondo y en su torbellino de un día,
tú arrebatas los caminos de mi soledad
como si toda la casa ardiera instalada en la noche.
– Y entonces no sé qué decir
junto a la copa de piedra de tu tan joven silencio.
Cuando los niños se despiertan bajo lunas espantadas
que se despeñan a veces en medio del tiempo
– no sé cómo decirte que la pureza,
dentro de mí, te buscan.
Cuando las hojas de la melancolía se enfrían con astros
junto al espacio.
y el corazón es una semilla inventada
en su oscuro fondo y en su torbellino de un día,
tú arrancas los caminos de mi soledad
como si toda la casa ardiera asentada en la noche.
-Y entonces no sé qué decir
junto a la copa de piedra de tu silencio tan joven.
Cuando los niños despiertan en las lunas asustadas
que a veces se despeñan en medio del tiempo
-no sé cómo decirte que la pureza,
dentro de mí, te busca.
Durante toda la primavera entera cojo
los tréboles, el agua sobrenatural, el leve y abstracto
correr del espacio –
y pienso que voy a decir algo lleno de razón,
pero cuando la sombra cae de la curva ávida
de mis labios, siento que me faltan
un girasol, una piedra, un ave – cualquier
cosa extraordinaria.
Porque no sé cómo decirte sin milagros
que dentro de mí está el sol, el fruto
el niño, el agua, el dios, la leche, la madre,
el amor,
que te buscan.
III
Todas las cosas son mesa para los pensamientos
donde hago mi vida en paz
en un peso íntimo de alegría como un existir de mano
cerrada puramente sobre el hombro.
– junto a cosas magnánimas de agua
y espíritus,
a casas y hachas mansamente consumiéndose,
hierbas y barcos altos – mis pensamientos se crean
con un otrora lento, un sabor
de tierra vieja y pan diurno.
Y en cada minuto la criatura
feliz del amor, la desnuda criatura
de mi historia de deseo,
se abre enteramente en mí como un tiempo,
una piedra simple,
o un nacimiento de insectos en un lugar de mayo.
Ella explica todo, y el venir hacia mí –
como se levantan paredes blancas
o se celebran fiestas en los dedos asombrados de los niños
–y la vida que es plena
con sus ritmos sobresaltados y antiguos.
Todo es trigo que se come y ella
es el trigo de las cosas,
el último sentido de lo que acontece dentro de los días.
Espero en cada momento suyo
como se espera el reventar de las moras
y la suave locura de las uvas sobre el mundo.
– Y el resto es altura oculta,
leche y voluntad de cantar.
Traducción de José Luis Puerto
A LOS AMIGOS
Amo lentamente a los amigos que son tristes son cinco
dedos a cada lado.
Los amigos que enloquecen y están sentados, cerrando los ojos,
con los libros detrás ardiendo por toda la eternidad.
No los llamo, y ellos se giran profundamente
dentro del fuego.
-Tenemos un talento doloroso y oscuro.
Construimos un lugar de silencio.
De pasión.
Traducción de Jordi Virallonga
BICICLETA
Allá va la bicicleta del poeta en dirección
al símbolo, en un día de verano
ejemplar. De pulmones en la espalda y boca
al aire, el poeta patilargo le da a la pata
en los pedales. Un gran recuerdo, las señales
de días sobrenaturales y la historia
secreta de la bicicleta. El símbolo es sencillo.
Los émbolos del corazón al ritmo de los pedales,
allá va el poeta en dirección a sus
señales. Le da a la pata
como los otros animales.
El sol es blanco, las flores legítimas, el amor
confuso. La vida es para siempre tenebrosa.
Entre las rimas y el sudor, aparece y des
aparece una rosa. En el día de verano,
violenta, la fantasía olvida. Entre
el nacimiento y la muerte, el movimiento de la rosa florece
sabiamente. Y la bicicleta se espacia
del milagro. El poeta aprieta el manillar y derrapa
en el instante de la gracia.
De pulmones a la espalda, la vida es para siempre
tenebrosa. La pata del poeta
apenas osa ahora pedalear. En mitad del aire
se distrae la flor perdida. La vida es corta.
Puta vida subdesarrollada.
La boca del poeta recorre los puntos cardinales.
El sol es blanco, el campo plano, la muerte
cierta. No hay sombra de señales.
Y el poeta le da a la pata como los otros animales.
Si la noche cae ahora sobre la rosa pasada,
y el día de verano se recoge
a su nada, ¿y la única dirección es la propia noche
hallada? De pulmones a la espalda, la vida
es tenebrosa. Muerte es transfiguración,
por la imagen de una rosa. Y el poeta patilargo
de rosa interior le da a la pata en los pedales
de la confusión del amor.
Por la noche secreta de los caminos iguales,
el poeta le da a la pata como los otros animales.
Si el sur es hacia atrás y el norte es hacia un lado,
es para siempre la muerte.
Agarrado al manillar y de pulmones a la espalda
como un neumático pinchado,
el poeta pedalea el corazón transfigurado.
En el recuerdo más antiguo la dirección de la muerte
es la misma que la del amor. Y el poeta,
al final más mortal que los otros animales,
le da a la pata en los pedales hacia un verano interior.
Traducción de Enrique Gutiérrez Miranda
LA PASIÓN GRIEGA
He leído en algún lugar que los antiguos griegos no escribían necrológicas,
cuando alguien moría apenas preguntaban:
¿tenía pasión?
cuando alguien muere yo también quiero saber de la calidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas generales,
agua,
música,
por el talento de algunas palabras para moverse en el caos,
por el cuerpo salvado de sus precipicios con destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿tenía?
y entonces indago en mí si yo mismo albergo pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden el aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos conexos, hay dedos que inspiran a los objetos la espera,
trémulos objetos entrando y saliendo
de los diez tan escasos dedos para tantos
objetos del mundo
y lo que así hay en el mundo que responda a la pregunta griega,
se puede mantener la pasión con la fruta comida aún viva,
y hacer después con sal gorda una canción curtida por las cicatrices,
palabra soplada a qué horno con qué fuelle,
que alguien preguntase: ¿tenía pasión?
alejen de mí la pimienta del reino, el jengibre, el clavo de la india,
pongan muy alta la música y que yo baile
fluido, interminable,
sostenido por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los templados, ah no, que al menos me encontrase la pasión
y me perdiese en ella
la pasión griega
Versión de José Ángel García Caballero