Zhao Lihong. Pensando en la muerte

 

Presentamos dos textos del destacado poeta chino cuyas versiones al español fueron realizadas y revisadas por Enrique Solinas, Jorge Paolantonio, Nora Delgado, Hao Ming Fang y Karmia Chan Olutade.

 

 

 

Zhao Lihong

 

 

PENSANDO EN LA MUERTE

Pensando en la muerte,
todo tranquilo ante mí.
Una flor blanca
que florece  vigorosamente en la oscuridad.
Una flor negra
que se abre en blanco.
No hay tiempo para revisar el trayecto de la vida.
Los recuerdos pasan brillando
como asteroides
asombrosos y de corta vida.
Por el desfiladero de mis oídos corren voces humanas
Revolviéndose, espesas, como una tormenta de nieve.
Caen solitarias en lo gris
y luego espléndidas en el sol,
derritiéndose,
derritiéndose.
Desaparecen sin rastros,
sin excepción,
se derriten en la tierra agrietada.

Pensando en la muerte,
una dulzura inescrutable brota en mi corazón.
El sabor del pasado,
no importa cuán amargo, ácido
o sazonado con resentimiento,
pasará,
y el ayer y el futuro
se mezclan ante mis ojos
hasta que no se distinguen.
La vida es un plato chino
que gira
y gira
y en su giro pasan las nubes, el sol, la lluvia, la nieve;
pasan el alambre de púas y los grilletes;
pasan el smog y las fallas geológicas;
pasan la risa forzada en la gran sala,
el gran caballero y la celda de la prisión.
Ahora, gira hacia
la libertad absoluta

Pensando en la muerte,
siento una rara nostalgia.
Esos lechos de nacimiento o muerte
serán historia.
Aquellos finados que yo amaba
girarán sus cabezas hacia mí y me esperarán
y, en el cosmos, innumerables cuerdas se tienden
invisibles,
conectadas a cada cosa que perdí.
Las cuerdas que yo creí que se cortaron
y desintegraron hasta acabar en cenizas,
ahora se están reconectando.
Culminación y renacimiento
en hermandad aquí
y quizá esto es la vida,
un comenzar totalmente transformado.

Las nubes se dispersan.
La luz de las estrellas aterriza salpicando.
Las luces se atenúan.
Los telones caen.
La flor negra y la flor blanca
se abren al mismo tiempo
en la oscuridad,
en la luz.

 

 

PULMONES

Mis pulmones son hojas que abanican
mientras el aire entra y sale.
Aire de este mundo,
informe y formado,
alguna vez insinuante y grave,
alguna vez tontamente revoltoso,
emisor de ecos que conmueven el alma.

Cuando yo era joven, mis pulmones
eran tiernos retoños,
a pesar de haberse endurecido al crecer,
hambreados y solos,
respiraban
aire puro.

Nunca aprendí a fumar,
por eso mis pulmones se libraron
de los males de la nicotina.

Ahora que mis patillas son de un blanco níveo
y no me preocupa más mi subsistencia,
mis pulmones están amortajados en smog.
¿Cómo puede una endeble máscara
proteger de este
penetrante polvo?