Ceremonia de arrepentidos
NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA
Luis Benítez
Ceremonia de arrepentidos
La breve -hasta la fecha- obra poética de Constanza Carrazco convida al lector una rasgada visión del mundo objetivo y del interior, atravesada por la incertidumbre y el desasosiego que, aunque moneda común en muchas otras composiciones contemporáneas, ofrece en su caso la peculiaridad de ser expresada a través de un discurso punzante, edificado por encima de las pérdidas y ausencias recuperadas por la palabra.
Luis Benítez
POEMAS DE CONSTANZA CARRAZCO
(Inéditos del poemario en proceso Una alternativa al grito)
I
El viento helado me azota la piel,
los brotes arrancados de mis días
me dan lástima,
me lastiman.
Este polvo de ausencia
es todo lo que me habita.
Este polvo sin vida dentro
de esta carne triste
que se humedece y se brinda.
Llego tarde, siempre
llego tarde.
Vengo corriendo
por los túneles oscuros
por los campos, por los patios
y siempre llego tarde…
porque nací muy temprano.
Es mi pecho un palacio
que podrás habitar
en los sueños de los otros,
en tus noches de ansiedad
pero es tuyo
podés tasarlo, hipotecarlo,
ponerlo en venta;
Llego siempre tarde
pero soy paz, merced, ofrenda.
Quisiera una vez en esta vida impuntual
que el polvo de ausencia se vaya con el viento
y que toda tu humanidad se acurruque en mis comisuras
y que mi paladar sea tu pensión,
y esta carne lúbrica
tu hospedaje completo.
II
Y se perdió,
se perdió todo ese minuto que atesoraba en el paladar,
se me perdió el beso en la merienda,
en el té con leche,
en el pancito,
en la manteca,
como se pierden las llaves en la calle,
los paraguas en los colectivos,
la vergüenza en los coches ajenos,
los matrimonios felices,
los expedientes en los ministerios,
las camisetitas en los lavaderos,
los hijos cuando van creciendo,
la vida de las horas en el desierto de los consultorios,
la esperanza en las butacas de los cines,
la paciencia en las filas de los tramites,
la fe al pie de los altares,
la dignidad al discar el teléfono cuando ya no nos quieren oír.
Se pierden los besos como se pierde el tiempo
en las estaciones de trenes,
en los aeropuertos,
como se pierden los libros en las mudanzas,
el brillo en los ojos, la inocencia,
la paz y la ciencia,
los embarazos,
la creencia, la juventud,
la salud, los días, las horas,
el tiempo en vano,
la vida de uno en la vida de los otros.
Qué desesperación,
ahora, que he perdido
en esta taza de té con leche
el nuevo mundo que se acurrucaba en mis comisuras
miro desde ventanas ajenas
las puertas cerradas que dan a los jardines
estoy reducida a lo inefable.
III
Sólo mi pena sigue siendo propia
me detengo allí,
en ese intersticio sereno
donde el cálido aroma
de la distancia necesaria me acompaña
hago un trabajo de parto en soledad
la niña que yo fui vuelve a nacer
y llora ahora como un muchacho.
Marcho como si fuera a tientas
los caminos en los que moriré,
los recorro como un guerrero sumiso.
Me arrodillo a los pies de nuevos reyes,
de milenarios imperios que creo nuevos
miro con pasión mi cielo
y comprendo:
que el horizonte es la perpetua búsqueda
es la sabiduría que se halla
en el tránsito, en el misterio
en la creencia, en el cuerpo.
Busco la coyuntura
entre ese cielo que es mío
y esta piel que habito.
Hallo en lo que me queda de vida
una alternativa al grito.
(del poemario Merced, 2016)
IV
Ahora que respiro y lo siento,
en el pecho,
en el plexo, ahora que siento
que la vida es un hecho,
ahora que lo que toco no se rompe
que puedo sentir dentro
el latido de los otros,
ahora que me toco y no evoco,
y siento sin culpa
latir mi sangre a través del vestido
miro al cielo y agradezco
espuma cálida y dorada
me miraste con piedad,
con afecto
como la virgen a sus fieles
viniste con todo y viniste sin nada
te llevaste mi tempestad
me devolviste la calma
y mi tiempo se dividió en dos
como las aguas del Mar Rojo
V
En este parto de ausencia
nace muerta la retórica:
¿es una suerte de ternura
o acaso mera impunidad
oler el miedo que yace oculto en la matriz?
¿acaso podés entrar
con todos tus años
y todo tu tiempo
y todo ese equipaje terrible que traes
y quedarte a morir en esta fruta madura
envuelta en dolor y encaje barato
que se te ofrece?
un pequeño milagro crudo
devela sin suerte los secretos del origen:
Y en cada llanto mudo,
en cada angustia que devora el alma,
una naturaleza rota
muestra torpemente
los misterios divinos de las pequeñas muertes.
VI
aquí en el coraje de los cobardes,
en esta ceremonia de arrepentidos,
tengo un nudo
un beso sin hogar
fragmentos de abrazos pasados,
una orfandad de pater
un corazón podrido de latir
un vaso con café
un diario mugriento
una luz al final de un túnel prestado,
una parálisis, una ceguera.
aquí, ¿ves?
tengo un dolor como si te fuera a parir aquí,
aquí mismo,
ya no hay ni sombra de Dios a la que pedir perdón
aquí, ves,
en esta agonía como lírica,
llena era de gracia,
me he sentado a escribir
estos manuscritos temblorosos,
una historia de gigantes
y de brotes arrancados en la guerra
con los esquimales,
pero no,
yo me siento aquí
y sólo sé sangrar
y pedir perdón
a veces a gritos
yo que no pude darte la luz
he venido al mundo a demorarme
y me he demorado tanto
que llamo siempre a un teléfono
al que nadie contesta.
VII
Hemos tenido un puñado de razones
que preferimos callar,
presumo que lo indecible es,
muchas veces,
un lenguaje necesario.
Libertad no elegida,
paradoja,
intemperie que abriga,
todo ángel es,
en el fondo,
exterminador.
VIII
ahora sabes por qué, digo
que el orden natural
es siempre arbitrario
en este fuego que es tiempo
tirano, impiadoso
en el que Dios no te hizo mi padre
sino mi esposo
lloro torpe como un chico
a los pies de la matriz
lloro tu pena que es mía
en su rígida falda gris
es mi madre mi merced
la que me mira y comprende
la que sostiene y perdona
aquello que una vez fui
y esto que soy ahora.
IX
Volví a los escollos
de la desvencijada casa que no fue
nuestra allá, llegando al bajo
una tarde de cualquier día
ya ni me acuerdo,
verás que poca es hoy la trascendencia.
Mira lo que hace el tiempo
que fría me ha puesto en esencia
escuché nuestro himno: el silencio
que se agolpa con todos estos huecos
triunfal
en estas habitaciones tristes
me abracé al único abrigo tuyo
que colgaba helado de un placard
a nuestras sábanas blancas
buscando perfume y abrigo,
buscando algo de piedad.
Sentí el ruido del viento,
vago sin fuerza,
sin ganas.
No tenemos ni un pájaro
El vástago que corté
y lo planté en aquella maceta
porque hijos no pude darte estaba opaco,
chiquito medio frío,
medio tieso
me cabía en la mano el pobre brote muerto.
Ahora que beso tu nombre en el nombre de otro
y me late la sangre en las venas
en honor a tu recuerdo
me pregunto yo si con el mismo amor
y la misma culpa
te encajarás en un traje y vendrás a mi entierro
pondrás con hidalguía
una cala en mi tumba.
X
somos débiles a lo nocturno,
a lo oscuro,
a los túneles sin luz; allí,
donde las figuras se vuelven
de pronto difusas,
donde nos olvidamos de nombres,
de apellidos, de alcurnias,
de lazos sanguíneos,
donde la culpa de los cristianos
no irrumpe intempestiva
y nos deja a la intemperie:
se queda a esperar la luz del día,
cuando nos hemos dormido boca arriba.
Pesa en el vientre sin ser pesadilla,
y nos levanta a los saltos sin besarnos la frente,
sin el vaso maternal de café caliente,
sin la calidez de la cercanía de un otro.
En medio del hogar destrozado y disfuncional,
cual si fuese nuestro propio funeral,
un lecho que es todo escollo,
una vida devastada
en medio de los escombros.
Un reflector directo a nuestros ojos
onírica voz en off
proveniente de las inmediaciones del alma,
del límite preciso
donde el espíritu y la mente se cruzan:
nosotros, hijos de la desesperación,
hemos reivindicado
en lo profundo de la noche
un sinfín de abyecciones
en pos de nuestras comodidades,
en pos de nuestros placeres.
Quién sentirá un ápice de piedad por nosotros,
cuando se corten nuestros barrotes,
cuando enfrentemos la afrenta
de este mundo y de esta época
donde todo lo banal
sin ser precisamente el mal
acecha,
donde dejamos de temer en verdad a la noche:
pues empezamos a temer
a lo que somos en la noche,
donde todo lo que entra
sale húmedo sin amor.
Esta carne que habitamos
es un disfraz trágico,
de cremalleras llenas de medallas
tristes de taco alto y ornamento,
quisiera volver de rodillas
a mi capilla de antaño
a besar los pies
de Aquella que me miró,
empedrada,
con pasión, con afecto.
XI
Ya no te reconozco
ni en la cadencia,
ni en el pálpito.
Hoy recuerdo sólo el roce de la muerte liviana
hace tiempo que no resguardo
no hago más que citar vanamente
toda esta menudencia gratuita que te nombra
en esta vigilia donde subyace hasta un posible encanto.
Ni siquiera eras la sombra
ni siquiera eras aquello
que no me atreví a tiempo a decirte
pero has logrado la vergüenza
has logrado que ya no pueda
te ganaste mi deseo de no ser
eso que fui
a mí me abrumó el tiempo
me hastiaron las ganas de buscar
la coyuntura
de perder todas mis horas
hablando allá atrás
atrás siempre es muerte
extrañar resulta extraño
rememorar lo que no tuve
me queda un ningún,
un primer amor que no fue,
no me queda religión,
no me queda identidad,
más me quedan varias lenguas
para nunca poder descifrar
la retórica original:
que impronta imborrable deja
la primera ausencia en la vida de los otros.
XII
Nos han parido con dolor,
hemos parido con dolor:
ataduras, comuniones del desafecto
acuerdos tácitos de desamor,
hemos parido desencuentros,
hemos firmado pactos,
con la ausencia y el abandono
nos hemos muerto de pena,
hemos construido un muro
con nuestro lenguaje empedrado,
hemos visto la luz.
XIII
aquí sin hogar,
sin calma,
sin beso pienso
en el muro que hemos construido
con nuestro lenguaje empedrado,
en la decepción
del rostro bello sin piedad,
en el beso que selló la complicidad,
en la variante de labios húmedos
sin amor
que juraron secretos
como juraron tumbas.
el cuerpo tibio y generoso
que antaño fue dulzura
es hoy la tragedia,
la ambición por la nada,
en este exacto tiempo humano
donde no hay pre ni para
donde todo lo que yace
ya no es nuestro
no nos queda amanecer
no nos queda renacer
mas queda solo parto doloroso
a la espera de la sequía
expulsada una carne llagada
que no dice nada,
que si respira se muere,
que si la tocan se espanta
entre negras hojas hacinadas
la verdad se desnuda
como una puta fría
y sarcástica
y a su vez, triste
como se desnudan
los cuellos de las muertas.