La morada de mis afectos
La poesía, el mar en que respiro
Si hablamos de poesía tusán, debemos saber que se trata de una expresión artística, producida por un descendiente de familia china, nacido en Perú. Esto quiere decir que no se trata de cualquier tipo de poesía, sino de una lírica que nos hablará del presente y del pasado, donde se han de mezclar discursos atemporales, civilizaciones aparentemente dispares, distintas maneras de observar la realidad.
La poesía de Nilton Maa tiene el don de enunciar estos mundos aparentemente distantes y opuestos. Expresan una percepción de la realidad, un propio sentir, que se traduce en el pensamiento y reflexión de lo vivido. Primero aparece la sensación, su captación y traducción, y luego la reflexión sobre lo sentido. De esta manera logra –luego de describir las sensaciones– una profunda reflexión sobre la vida.
He aquí algunos poemas de Nilton Maa, poeta que ya está recorriendo su camino en la literatura; poeta que forma parte de la renovación de la poesía peruana contemporánea.
Enrique Solinas
TRES ROSAS BLANCAS Y UNA ORACIÓN
A Julia Wong
La sal que alberga el latido
que me escuece,
que tiembla bajo el cielo,
en la mañana, aconteciendo
a tu lado, y siempre lejos.
La voz herida
Sangra
en
mi
p
a
n
t
a
ll
a,
exprime tus palabras,
y las cuenta, ilusionada;
las observa latir en el dedo,
en el temblor de tus ojos
esperanzados.
¿Qué
ilusiones nos quedan?,
cuando el mundo cambiante
ya no gira para nosotros,
cuando caen nuestros pelos
para esparcirse sobre las sábanas
de la cama recién enfriada.
Cuando el cuerpo se marchita
y la carne languidece en la ventana,
observando algún tiempo fenecido,
la cruel pulsación de su recuerdo,
esa imagen de algún ser
tan parecido a quien fuiste,
a quien viste escapar
de los espejos de tu alma,
languideces entre los tubos;
ya solo quedan las ramas, sin rastro
de pétalos, pues
te llevaste las espinas,
dejándome las rosas,
tres blancas, una carta,
una oración, y esta enorme congoja
que siento al vibrar de los mensajes,
porque sé que no serán tuyos,
porque sé que ya no volverás.
Ahora ojeo los inciensos arder,
mientras recuerdo los ardores de la hibridez,
siempre en tus páginas,
haciendo eco el desgarro de la punta
sobre el papel cansado y ojeroso.
¿A qué patria volverá tu recuerdo?
¿En cuántas ciudades dejaste un lamento?
Berlín, Macao, Hong Kong, Almada
y tantos otros, lejanos y cercanos,
tan imposibles como Lima,
nuestra Lima que llama, llameante,
tu escarapela, tu blanquita, tu Lima andina,
ya nos llama.
LA MORADA DE MIS AFECTOS
Mi casa no es un sueño,
es el mar en que respiro la sal,
el sol en el que ebullen las sonrisas,
tu mirada
la mía,
la palabra
y la voz del cielo
aullando en la montaña,
frente a la noche que me oculta
o entre las luces de una mañana,
entre los árboles de mi sierra
o en el torrente de mi sangre asiática,
tan costeña como mi piel,
tan serrana como mi espíritu,
tan selvática como el calor de mis entrañas.
Mi casa es el marrón de tu pupila,
que increíble la morada de mis afectos.
Porque vivo en cada rostro
en que mi reflejo cobra un gesto,
un murmullo,
una lágrima sin tristeza.
Y allí, tan cerca de mis manos,
en la caricia añorada por esta mejilla,
yace mi voz que entona este verso;
frase ambigua en que me acurruco,
me embriaga y me devuelve
a cada uno de aquellos brazos
que me sujetan en la penumbra
de
este
viaje
que
no
tiene
fin…
CHARCO ATEMPORAL
la lluvia amenaza con fluir en mi parquet.
Escucho debajo de las tablas,
como un río atraviesa el ruido de mi cuerpo vacío.
Mi cama de papel se reduce en esta esquina,
Mi aliento escapa con pesadumbre,
Se agita en el improperio del clima
Para volver sobre mis ojos temblorosos,
Asustados aún por el espanto de saberse inútiles.
Colchón encharcado,
Recargo mi cuerpo en la humedad cálida
De mi ansiado temor.
Trato en vano de enumerar mis fuerzas,
De recordar ese espacio interno,
Rebuscando en el vacío.
El tiempo ha terminado,
El miedo duele en este músculo interno,
Cae la ventana
Mi cama endeble se deshace amorfa conmigo en ella,
Disuelvo mi vacío, este cuerpo atemporal,
En la corriente creciendo sobre mí
O desde mí.
DIASPÓRICO
Las ciudades en el mundo tienen algo de patria,
Una pequeña y lánguida pieza en construcción,
Parte de un ojo, piel, pestaña,
Disección de un rostro común
Que complementa el hastío de nuestra existencia,
De la tierra en que creamos una extensión
Que termina siempre siendo ajena.
Nadie me dijo que allá tendría un lugar,
Solo el insulto incendió mi deseo,
La esperanza que vuela en el cielo,
Que atraviesa la noche,
Más oscura y más letal que aquellos ojos,
Aquellas manos, esos gestos
que me convierten en la voz que no se oye.
Por eso atravesé el mundo,
Para encontrar el entendimiento en los ojos de mi raza,
Pero el mundo me sabe extranjero.
No basta el rostro o la palabra para ser,
¿Qué pieza complementa mis partes híbridas?
Allá, en el centro, me han mirado en las avenidas
Y han reído al verme pasar,
Las chimeneas humanas detienen sus consumos,
Me observan con sus certezas,
Con sus dientes ennegrecidos
Y sus rostros de porcelana
Sabiendo que hay algo distinto en mí;
Como en mi tierra,
donde la gente sonríe llamándome chino,
Sin saber que soy de aquel reino,
Lo mismo que fui siempre para mi propia tierra.
Por eso construyo un rostro con cada pieza que encuentro,
Cada arco instalado en ciudades ajenas,
Cada pagoda, cada templo,
cada león mal llamado dragón
Cada pescado consumido por el jengibre,
Con el mismo sabor a patria perdida
Que papá conseguía en cada sopa que alimentó nuestras almas,
Cada mirada confusa clavada en mis labios
Que anuncian mi ambigüedad
en perfecto español.