Eugenia Páez

Tiempos de oscuridades

 

 

 

NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA

Por Luis Benítez

 

La poética de Eugenia Páez se caracteriza por el rescate de esos instantes donde se conjuga la conciencia con la realidad circundante, pero no desde lo individual, sino a partir de lo colectivo. De sus versos surge el decir de muchos otros seres humanos, poetas o no, con sus penurias, vivencias, felicidades y desengaños. Posiblemente esta peculiaridad es la que genera la empatía casi inmediata del lector y su percibirse incluido experiencialmente en lo que dice la autora.

Luis Benítez

 

 

 

POEMAS DE EUGENIA PÁEZ

 

 

 

ADVERTENCIA

 

Es cierto sí,

son tiempos de oscuridades, nadie con flash,

de miserias y miserables,

por eso habrá que detenerse, en los pequeños gestos,

defender más que nunca

el derecho a la ternura.

 

 

 

 

MUCHACHA

 

Muchacha si te anidan los poemas de ti van a decir cosas

muy feas que no eres buena para nada,

que le falta rima,

que de sentimientos poco conoces, y volverá aquello

en voz de cuchillo

calla porque así luces hermosa, calla y que solo retumbe

la voz del que juzga.

 

Muchacha ovario fuerte, di lo que vales, la vida empieza

donde todos son iguales.

 

Muchacha si te anidan los poemas

y eres flor sin importar el camino apúrate, el tiempo es

corto,

muy corto, para no ser vivido.

 

 

 

 

PÁJAROS

 

Si hubiera sabido leer las huellas de los pájaros cada vez

que me buscaban en la cocina hubiera convertido

la adversidad en oportunidad.

 

 

 

 

AMARILLO Y ROSA

 

Nunca hablé con mi papá de mis escritos

los leí a destiempo. Y, sin embargo,

heredé mi amor por escribir.

 

Nunca hablé con mi mamá de la soledad y la tristeza y, sin

embargo,

tampoco sé cómo quitármela de encima.

Nunca hablé con mis padres de cosas importantes como el

amor. Creí que

se mantenía a salvo en el silencio.

Y, sin embargo, qué son los escritos sino intentos de vencer

soledades de hablar a fondo

con los hijos propios o ajenos.

 

 

 

 

EL PARTO DE ALCIRA

 

Y volverá hecha parto

con un útero hirviendo,

escuchando su puje-puje,

descalza sin ponerse

en punta de pie

porque la camilla

no le quedará alta.

El día que vuelva

un pedazo de las vías

se borrarán

y nadie tomará

un taxi apurado.

Cursos de agua

en quien no conoció ríos.

Fruto de creencias exprimidas

se despoja la vida,

bocanada de aire

en silencio…

volver igual

con palpitar de flores

y canto de mariposas

rompiendo sus capullos.

Pensaba que algo

andaba mal

pero en la habitación

vuelta quirófano

Alcira dirá:

– Me olvidé que morí.

 

 

 

 

ANESTESIA

 

Resista.

Esquive la anestesia.

Urge no dejar el grito agazapado, ni pretender elevar la lista

de quiénes son los que nos necesitan, si nosotros también

formamos parte de los necesitados.

Exista.

Exista en cada uno de sus días, encuentre en la mirada del

otro esa ciudad habitable.

Renuncie a pensar

que solo el pan alimenta. Déjese abrazar y regale su abrazo,

mascullar hace mal al alma

y a los dientes.

Contagie,

hable de una nueva pandemia para cambiar

el corazón de los hombres, sea parte de esa justicia.

Esquive la anestesia,

porque ante las altas temperaturas, anda suelto el frío.

Sume manos,

no silencie el hacha, escribamos la vida, sintamos la alegría

de habernos erguido

en fe, esperanza y amor.

Somos gota ante la sequía,

huella del tren que pasó.

Tálamo nupcial como deseo natural,

pulsión de vida que atraviesa

la condición humana

y embiste para quebrarla y quebrarse

esquivando la anestesia, en una solidaridad tangible

y verozmente fulminante.

 

 

 

 

UN MISMO CIELO

 

Mi corazón lleva calles cosidas,

las que me unen a Mariana.

Hay mujeres que gritan

con labios cerrados

que, por más que se empeñen en cerrar

hasta el último botón de su blusa,

el alma se les escapa.

Hay miradas que las reclaman,

hay manos que todavía

amasan la ternura

de sus gestos simples.

Hay flores que se rompen

En brillantes colores

porque no habrá otra vez

para que alguien las contemple.

Hay quienes la reclaman,

las decretan patria,

quiebran lo que nadie ha hecho

para regalarles un beso

y romper la quietud de la siesta…

y salen a poner durmientes

para extender las vías

solo por sentir sus voces,

despegar los pies

en sus sonrisas,

para olvidar lo desacompasado.

Hay rosas abiertas

vueltas mujeres,

perfumando un pueblo,

un instante

o toda una vida.

 

 

 

 

LA MUJER QUE DESAFIÓ AL CAUDILLO

 

La tarde santiagueña se despliega en dulzores

de caña y soles de fuego.

Por lo tanto, ante esta asamblea doña Agustina Palacio

y don José María Libarona

¿Se comprometen a amarse durante toda su vida?

A lo que ambos respondieron

-Sí, quiero.

Sus ojos reflejaban la libertad anhelada

mientras las cadenas del desamor crujían rotas y desgastadas.

Las torcazas comenzaron a bailar, estaban escritos versos y susurros

resonando como estrellas.

Sellaron su gesto más audaz apostando al amor

con un beso que sabía a la fortaleza de los quebrachos.

Esa paz adormecida

despierta al caudillo Juan Felipe Ibarra

poniendo a la palabra escrita

un precio de dolor al saber de José María.

Sin dudar lo condenan, desterrarlo lejos en “El Bracho”,

lo salvaje devorará a quienes se le animen enfrentar.

La joven amada, no duda en buscarlo.

 

nada impidió el encuentro, calmó sed y latigazos.

Y en esa locura del cruel destino,

una mujer desafió al caudillo.

El monte devoraba una niña pero la devolvía una mujer bravía

con un legado que perdura,

de un coraje que inspira

a romper toda esclavitud.

Ibarra se regodeaba

en su venganza,

mientras las cadenas del desamor

crujían rotas y desgastadas.

 

Eugenia Páez Nació en Córdoba Capital, Provincia de Córdoba, y actualmente reside en Frías, Provincia de Santiago del Estero. Obra poética: Entr ... LEER MÁS DEL AUTOR