Diego Maquieira. La vida nos estaba embargando de júbilo

 

Presentamos dos textos del destacado poeta chileno pertenecientes a su libro Los Sea Harrier.

 

 

 

Diego Maquieira

 

 

LA VIDA NOS ESTABA EMBARGANDO DE JÚBILO

 

Volábamos a la mamada de la luz:

en nuestro anonadante Harrier

de cabina ancha

con cajones de ostras, brevas

y vinos caros

llenos de amor y de desastres del corazón

Volábamos para la anunciación de la luz

en fulgurante seguimiento de las estrellas

y curvando la dura rampa del horizonte

Ma entonces mientras preparábamos el descenso

con caída de vuelo en elipses zambullidas

y hacíamos ajustes de la mente

para bajar nuestra altura de provocación

y posarnos en toldos milenaristas

derribamos la entrada colosal al despacho

privado del cuevudo mariscal Ratzinger

y ahí en las carpas de su mando cumbre

emprendimos la singular visitación celta:

Lo sentamos en su sillón de púrpura

y lo cubrimos de honores por el devastador

ataque al portaviones; por las muertes

de nuestros enamorados en alta vigilia

y por el asalto a las gordas de Fragonard

Y cuando ya íbamos a regalarle el Harrier

para que tuviera alojamiento en el cielo

no estuvo bien ni al gusto de las ostras

Trató de esbozar una redada de lenguas

pero se suavizó cuando le susurramos

que traíamos vino blanco suficiente

como para fundar el Mar Tirreno

La vida nos estaba embargando de júbilo

ma luego enfilamos rumbo al desierto

a tomarnos el reino de Dios por la fuerza

para el salto a la luz

para el deseclipse del firmamento.

 

 

 

 

SERMÓN DADO A PHILLIP RASTELLI ANTES DE MORIR

 

A la balada de Cable Hogue
A Sam Peckinpah

 

Predícame un sermón de muerte, Luchino

No me hagan un santo

Pero no me arrojen tan profundo

 

Estamos reunidos aquí

Ante la vista de Dios

Y de toda su gloria

Para que descanse Phillip Rastelli

Nuestra oración es por este hombre

Compáralo con los ángeles

Si lo invitas a un buen bautizo

Pero tú sabes Señor que aun así

Podría ser uno de ellos

 

Como todos

Phillip Rastelli vino al mundo

Nadie sabe cuándo ni dónde

El vino tropezando en Calabria

Como un profeta antiguo

Qué bien suena eso

Pero sería mucho peor

Si no acogieras con bondad

A Phillip Rastelli

 

Mataba demasiado

Era codicioso como pocos

Tal vez no respetó a nadie

Pero era impecable en eso

Ricos o pobres

Recibieron sus atentados

 

Cuando Phillip Rastelli murió

No hubo un restaurant en Calabria

Que él no cerrara

No hubo una estrella en el firmamento

Que él no financiara

No había un hombre

A quien él temiera

Ahora la sangre que él venció y amó

Lo ha cubierto finalmente

Ya se ha ido hacia el gran torrente

De los años

De las almas que pasan

Y jamás se detienen

En varias formas él fue uno de tus reflejos, Señor

Pero si piensas que no lo es

Debes recordar que Rastelli

Vivió y murió aquí en Calabria

Y estoy seguro de que el infierno

No es tan caliente para él

 

Jamás fue a la cárcel de Champ Dollon

No pudiendo hacerle eso

Todo Reggio Calabria fue su mamá

 

Levantó su cabrón Imperio

Pero fue bastante hombre

Para abandonarlo

Por el amor

Cuando llegó el momento

 

Señor, como el día va hacia la noche

Esta vida llegará al final para todos

Decimos adiós a nuestro amigo

Y como dice la familia

Encontró a Dios donde no lo había

Pero conociendo a Phillip

Te sugiero, Señor

Que no lo tomes a la ligera.