Gordon E. McNeer. Tigre

 

Presentamos un texto clave del destacado poeta y editor estadounidense en la traducción al español de Elvira Sastre.

 

 

 

Gordon E. McNeer

 

 

TIGRE

Mi padre fue un hombre pudiente
nacido en un gallinero
en Fairbanks, Alaska.
Cuando por fin lo conocí
fue en la casa de los abuelos.
Había pasado por una guerra
y era mucho más joven
de lo que yo soy ahora.

El tigre nació
aquella mañana en el lago
más allá del huerto de naranjas,
desplegando las alas
y limando las garras,
esperando el primer amanecer.

Hay un tigre entre nosotros
que devora tu corazón en la noche
y se me queda mirando por la mañana.

 Su mirada lo lleva por las escaleras
desde el vestíbulo hacia las habitaciones vacías
de la casa de nuestros sueños.
Las enormes garras dejan un rastro mojado y temible
junto al lecho de las almas que siguen adelante.

El tigre respira,
sin la certeza de saber si queda algo de su rastro.
Pero nadie se despierta en la oscuridad
porque están hechas de materia de estrellas,
y lo rodean
con un suave y terrorífico resplandor.

En las noches de verano
el tigre baja
al lago para beber.

Están ahí en el agua.
Casi puede verlas
mientras se bebe su sangre
y las mira desde la lejana orilla.

Están en el aire
que lo rodea
con manos dulces
que lo acarician y recuerdan.

Llega el alba y otra alma
aúlla de dolor.
Indefenso, el tigre se estremece
y se desvanece en la lluvia de la mañana.

Hay un tigre entre nosotros
que devora tu corazón en la noche
y se me queda mirando por la mañana.