Extensión de la noche
ROTURA DEL CIELO
La luz insostenible es la cascada
de espejo continuo empujando el desnudo,
llega la nube, se traga la sombra
y queda el agua oscurecida por el cielo,
luego la noche es magnitud del ser sin formas,
salvo esa luna que se abre como un ojo
y las estrellas, como red en que reposa.
La luz se inflama y se defiende en la mirada,
es honda y lenta como el vientre en que crecimos
para dejar de ser punción y alzarse al fuego.
CAÍDA DEL ÁRBOL
Que de
un golpe
en el tronco
cayese
del ave
su canto
y del canto
cayese
el candor
de la rama,
la visión
de sus alas
al cielo
era el eco
del hacha.
ADHERENCIA
Meter el hilo por el ojo de la aguja
tras concentrar la sangre alerta en esa mano,
ir deshaciendo mi camino con el brazo.
Toda la luz sobre tu campo de cristal
es simetría,
la barandilla junto al río en un espejo,
porque aprisionas la belleza en mi garganta
suelta la noche su mecha desierta
y prende fuego a la lluvia de mi canto.
Sacar el hilo por los rayos de la aurora.
TIERRA Y SUEÑO
¿Cuántas estrellas ha de apagar un hombre
para dejar de ser cegado por el sol?
En las antorchas de mi sangre vive un ángel
que pone el paño y lo unta de brea,
mientras descansa sobre el mar de sus labores
como mazorca del anhelo es recogido
por la guadaña de un cielo dorado.
Hay un destino que alarga los brazos
y otro que cruza arrancando la hierba
crecida en el sueño,
hay un panal de las abejas del silencio
que van libando el corazón de lo ocurrido
y con lo íntimo hacen miel en lo sagrado,
hay una nube de cristal, busca ser senda
y queda el cauce desnudo de un río.
EXTENSIÓN DE LA NOCHE
Absorbo el cielo mirando hacia el mar
sobre la arena de un tiempo desierto,
quedan arriba las estrellas titubeantes
que se extienden como el humo
hacia el vacío,
bostezo blanco, gigante del frío.
Solo una barca ilumina las olas,
es como flor que despunta en un sueño,
abre mi tierra su semilla en la ceguera,
ahora la noche reside en mis ojos
mientras el agua se desliza de las manos
resucitando lentamente en la caída.
ASCENDENCIA EN LA NOCHE
Yo duermo, y mi corazón vela.
El cantar de los cantares
Estoy varada en la luz de una estrella
que bebe en la fuente de un sol que no hallo,
estoy varada en la alacena de un abismo,
mas de la sima de azabache brota un árbol
como una mano que esconde una llave y alza la tierra,
mi peso es acantilado hacia las aguas,
mi corazón se suelta y trepa hasta la puerta.
TEMPORAL
A contraviento va la pala de lo eterno,
así bajan las aves a sacudirse el cielo de las alas
sobre la tierra siempre ávida de lluvia,
y dejan limpios vestigios de sol sobre el río
que no pudo,
echan sus alas hacia atrás por detener así el instante
en el vacío, que agonizante alumbra el impulso,
sol de esperanza que pare a la luna,
cae hasta el fondo la piedra apagada y parece una estrella
que se desangra en el vientre del agua,
yacen sedientas sobre un camino seco aquellas alas
y hasta la sed se convierte en el río.
Que ya sólo en amar es mi ejercicio.
San Juan de la Cruz
COMUNIÓN EN LA PLAZA
Démosle juntos a beber el cielo al potro,
sus cuatro patas en el charco
son los troncos que penetran el reflejo
mientras su lengua hace sangre en el viento.
En la mirada el ancho mundo diamantino
delata el prisco de la tarde hacia la llama,
luego da un salto el libre amor hacia lo oscuro.
SENDERO EN ESCALERA
Cada pared es una pierna de la sombra,
pero a la sangre la alza una ardilla,
corre en peldaños por los troncos y las ramas
y los techos de los cielos nunca acaban.
Cuánto sendero, soledad de la niñez,
solo se suelta el horizonte con el sol
que abre en mi cuerpo una línea de tierra.
Hay un hombre que siempre me abraza cubierto de espinas,
luego se abrocha los zapatos, trae la soga y recoge la espiga,
cuando se duerme es un niño despierto,
busca la cola de la ardilla en la mañana.
Tras la cometa del amor,
llamamos sueño al manantial de la marea.
REMANSO
En la selénica mañana se abre un puente
por la maleza de los cielos sumergidos,
al fin llegada a la cumbre del río,
saco del fondo sus cantos rodados,
qué amor sin puerta, qué remo en la sangre
y qué mar sin su barco,
yo te confieso, madre, en tus entrañas
que solo existo en el corazón del viento.
-Selección de poemas pertenecientes al libro “La leña” (Madrid, Centro Editor, 2022)