Mónica Manrique de Lara

Extensión de la noche

 

 

 

 

 

ROTURA DEL CIELO

 

La luz insostenible es la cascada

de espejo continuo empujando el desnudo,

llega la nube, se traga la sombra

y queda el agua oscurecida por el cielo,

luego la noche es magnitud del ser sin formas,

salvo esa luna que se abre como un ojo

y las estrellas, como red en que reposa.

La luz se inflama y se defiende en la mirada,

es honda y lenta como el vientre en que crecimos

para dejar de ser punción y alzarse al fuego.

 

 

 

 

CAÍDA DEL ÁRBOL

 

Que de

un golpe

en el tronco

cayese

del ave

su canto

y del canto

cayese

el candor

de la rama,

la visión

de sus alas

al cielo

era el eco

del hacha.

 

 

 

 

ADHERENCIA

 

Meter el hilo por el ojo de la aguja

tras concentrar la sangre alerta en esa mano,

ir deshaciendo mi camino con el brazo.

Toda la luz sobre tu campo de cristal

es simetría,

la barandilla junto al río en un espejo,

porque aprisionas la belleza en mi garganta

suelta la noche su mecha desierta

y prende fuego a la lluvia de mi canto.

Sacar el hilo por los rayos de la aurora.

 

 

 

 

TIERRA Y SUEÑO

 

¿Cuántas estrellas ha de apagar un hombre

para dejar de ser cegado por el sol?

En las antorchas de mi sangre vive un ángel

que pone el paño y lo unta de brea,

mientras descansa sobre el mar de sus labores

como mazorca del anhelo es recogido

por la guadaña de un cielo dorado.

Hay un destino que alarga los brazos

y otro que cruza arrancando la hierba

crecida en el sueño,

hay un panal de las abejas del silencio

que van libando el corazón de lo ocurrido

y con lo íntimo hacen miel en lo sagrado,

hay una nube de cristal, busca ser senda

y queda el cauce desnudo de un río.

 

 

 

 

EXTENSIÓN DE LA NOCHE 

 

Absorbo el cielo mirando hacia el mar

sobre la arena de un tiempo desierto,

quedan arriba las estrellas titubeantes

que se extienden como el humo

hacia el vacío,

bostezo blanco, gigante del frío.

Solo una barca ilumina las olas,

es como flor que despunta en un sueño,

abre mi tierra su semilla en la ceguera,

ahora la noche reside en mis ojos

mientras el agua se desliza de las manos

resucitando lentamente en la caída.

 

 

 

 

ASCENDENCIA EN LA NOCHE

 

Yo duermo, y mi corazón vela.
El cantar de los cantares

Estoy varada en la luz de una estrella

que bebe en la fuente de un sol que no hallo,

estoy varada en la alacena de un abismo,

mas de la sima de azabache brota un árbol

como una mano que esconde una llave y alza la tierra,

mi peso es acantilado hacia las aguas,

mi corazón se suelta y trepa hasta la puerta.

 

 

 

 

TEMPORAL

 

A contraviento va la pala de lo eterno,

así bajan las aves a sacudirse el cielo de las alas

sobre la tierra siempre ávida de lluvia,

y dejan limpios vestigios de sol sobre el río

que no pudo,

echan sus alas hacia atrás por detener así el instante

en el vacío, que agonizante alumbra el impulso,

sol de esperanza que pare a la luna,

cae hasta el fondo la piedra apagada y parece una estrella

que se desangra en el vientre del agua,

yacen sedientas sobre un camino seco aquellas alas

y hasta la sed se convierte en el río.

 

 

 

Que ya sólo en amar es mi ejercicio.
San Juan de la Cruz

COMUNIÓN EN LA PLAZA

 

Démosle juntos a beber el cielo al potro,

sus cuatro patas en el charco

son los troncos que penetran el reflejo

mientras su lengua hace sangre en el viento.

En la mirada el ancho mundo diamantino

delata el prisco de la tarde hacia la llama,

luego da un salto el libre amor hacia lo oscuro.

 

 

 

 

SENDERO EN ESCALERA

 

Cada pared es una pierna de la sombra,

pero a la sangre la alza una ardilla,

corre en peldaños por los troncos y las ramas

y los techos de los cielos nunca acaban.

Cuánto sendero, soledad de la niñez,

solo se suelta el horizonte con el sol

que abre en mi cuerpo una línea de tierra.

Hay un hombre que siempre me abraza cubierto de espinas,

luego se abrocha los zapatos, trae la soga y recoge la espiga,

cuando se duerme es un niño despierto,

busca la cola de la ardilla en la mañana.

Tras la cometa del amor,

llamamos sueño al manantial de la marea.

 

 

 

 

REMANSO

 

En la selénica mañana se abre un puente

por la maleza de los cielos sumergidos,

al fin llegada a la cumbre del río,

saco del fondo sus cantos rodados,

qué amor sin puerta, qué remo en la sangre

y qué mar sin su barco,

yo te confieso, madre, en tus entrañas

que solo existo en el corazón del viento.

 

 

-Selección de poemas pertenecientes al libro “La leña” (Madrid, Centro Editor, 2022)

Mónica Manrique de Lara (Granada, España, 1974). Es licenciada en Traducción e Interpretación, y en la actualidad compagina su labor como profesora de lenguas en ... LEER MÁS DEL AUTOR