Al dueño muerto de un gimnasio
(Traducción al español de Pablo Queralt)
El esteticista
Ella, una esteticista vino a ver a su amiga
en la morgue, cuando ella tuvo su grito.
Ella encontró el cuerpo arrojado allí todo torcido,
no como ella pensó bien para el fin de una persona,
dejado de costado como un brazo y muslo.
En su familiaridad con los muertos
Era como si el hombre no hubiera sido amable
Con su vieja amiga, cuyo pelo le fue asignado
Para arreglar y dar forma. Ella no habló; en cambio
Le dio a su mente una tarea concentrada.
Ella encontró en esto un poco de satisfacción
Que ella podría usar su ternura como habilidad
Para hacer hermoso el cabello de su pobre amiga muerta
-Como si ella formara un epitafio por su acción,
Pensó-, que era una esteticista ante todo.
Al dueño muerto de un gimnasio
Lo recordaré bien
La elegante decisión
A esa línea roja de azulejos
Como margen alrededor de las duchas
De tu gimnasio, Norman,
En el que tan gallardo un físico
Como el tuyo por varios años
Ganó músculo cada semana
Con más marcada definición
La muerte por otro lado
Es rígida y,
Finalmente como puede definir
Una ausencia con su línea de corte
Ay carece de clase.
Filemon y Baucis
Amor sin sombras-w.c.w
Dos troncos como cuerpos, cuerpos como troncos trenzados
Apoyados por su abrazo de madera. Las hojas
Brillan en hábito tierno en las extremidades.
Verdaderamente unos a los otros, han abrazado tanto tiempo
Sus cortezas se han reunido y se han casado en un solo flujo
Cubriendo a ambos. El tiempo ilumina el bulto guapo.
Los dioses estaban agradecidos, y por el consuelo dado
El consuelo se multiplicó por mil.
Por lo tanto la pareja se filtró en ese suelo
Las diferencias se prolongan a través de su vigor tardío
Que mantuvieron sus intercambios salados y abrasivos,
Y encontrado con amores equilibrándose por igual,
En plena tranquilidad. Ponen inquietud detrás de ellos
Hace mucho tiempo atrás, mucho tiempo atrás olvidado
Como cada uno despertó separado a través de la pálida noche gris
Hace mucho tiempo atrás olvidaron los días en que cada uno,
-montando la exuberancia nerviosa del otro-
Supieron la lenta emoción de aprender a amar
Lo que, gradualmente revelado, se convierte en sí mismo
Se expande, desenvaina, a medida que los rayos agudos exploran:
Inventados en la revelación continua.
Han caído en una siesta perpetúa
La paz de los árboles que toda la noche nadas susurran.
La tranquilidad
Unos diez días más o menos
Después que te vimos muerto
Regresaste en un sueño
Estoy bien ahora, dijiste.
Y fuiste tú, aunque
Fuiste encarnado de nuevo:
Nos abrazaste todo el rato
Y nos diste tu rayo de bienvenida.
Tan tuyo ser amable
Buscando tranquilizar
Y, si, tan de mi mente
Hacerse segura.