Gato encerrado
ÁGAPE
El almuerzo que hice para mí
(arroz blanco)
me hizo pensar
mientras masticaba
en los arrozales chinos
en los hombres y mujeres
matando gorriones
y segando el arroz,
en los obreros y trabajadores de Pekín
calentando una porción de arroz
que se comen frente a una pantalla,
en los gazatíes
a los que les lanzan comida del cielo
(un maná indigerible)
por el que le disparan en tierra
o una libra de arroz en mi propio país
a 250 pesos.
Hundí mi cara en el plato
(un arrozal en el río).
Nunca he estado tan sola
ni tan acompañada.
GATO ENCERRADO
Los traían en un ataúd sellado.
Flores rojas y un agua verde acuosa.
El fuselaje del avión
como una estrella caída del cielo.
Vivos y muertos simultáneamente
en una caja
los niños de Aleppo.
Los niños.
Los gatos de Schrodinger
caminando por los tejados
entre los escombros.
Al centro del campo electromagnético estaba mi madre
en una camilla
compartida en dos cajas separadas
fotones microondas
la piel escaldada como si le hubiesen arrojado
un balde de agua hirviendo.
(Una simulación).
Helicópteros cazabombarderos.
Aún a varias decenas de metros de nosotros
dentro del hospital de campaña
se podían escuchar perfectamente
los gritos de dolor.
(Una simulación).
Un experimento de ciencia
de un estudiante de secundaria en otro universo.
Los niños ardían.
(Yo nunca había visto llorar a mi padre).
“El mundo es ilusión”.
(Berkeley).
“Yo refuto eso”.
(Samuel Johnson
pateando las piedras).
Los gaticos vivos y muertos
subían y bajaban por las cajas.
Ascendían y descendían un agujero
donde eran llamados por sus nombres.
PUNTUALES, CON EL SOL
El amor de mi hermana
se expresa en trozos de carne.
O en el pan que me prepara, rápido,
con dos rodajas de embutido
en el supermercado donde trabaja
para la plusvalía.
No hay blandura en mi hermana
ni en la expresión monetaria
del tiempo de trabajo.
Permanece largas horas de pie
junto a la máquina de cecinas
y ella misma es una herramienta.
Po las noches cuando se duerme
sueña con no cortarse una mano
y con los pedidos que volverán
puntuales, con el sol.
OTOÑO
I
Otoño otoño otoño otoño
Otoño otoño otoño otoño
Sólo
la lluvia
es elocuente.
Ignorado
por las migajas
que los pájaros
desprecian
yo tengo
una mano que escribe
y una pierna angustiada
que no fue
baleada por nadie.
La enfermedad.
La asepsia.
La camisa de fuerza
del lenguaje.
II
Árboles negros
y retorcidas
hojas
secas
dejó
el otoño.
Tú
dejaste menos.
III
El otoño como en mi mano.
Reverdece.
Una raíz una hoja un abrelatas
pueden entrar hasta las venas.
El banco donde se apoyó el suicida
se ha convertido en manzano
pero nadie ha venido a nutrirse.
CUANDO PIENSO EN LA VIDA,
PIENSO EN EL SUICIDIO
Cuando pienso en la vida,
pienso en el suicidio.
En mi abuela suicida.
Cuando el sol se pone
y cuando amanece,
en aquello que no se puede pensar,
Pienso:
Toda esa cantidad de muerte
en la lengua.
Haber nacido
para vivir de nuestra muerte.
Cuando se mueren,
los suicidas
se vuelven inmensos.
Invisibles,
se vuelven visibles.
Todos tienen una ropa
una anécdota
con el muerto.
Les prestan un hombro,
los recogen
en antologías de cenizas.
Quieren
la tinta fresca
de sangre.
Las cabezas recién horneadas.
El gusano penetra
en el pájaro y el pájaro
es otra carroña sobre la yerba.
(Pienso en el suicidio).
Los viejos se arrojan de los balcones,
los escolares se toman la tinta de sus zapatos,
otros, le ponen azúcar al cianuro
para tener una muerte dulce.
(Pienso en el suicidio).
El suicidio es un ejercicio vigoroso
al que la muerte le queda como poncho.
(Pienso).
Hay quien cree que el suicidio
se vence escribiendo,
pero el suicidio, como la muerte,
es ágrafo.
Cuando lo conocí, no tenía dientes,
y me eché a temblar.