Cuerpo amoroso
CUERPO AMOROSO
I
Ven a llenar las blancas soledades,
el huerto donde la marchita
violeta alumbra el capitel perdido,
ven a llenar tus nombres
que he recogido por el mundo.
II
Siquiera un ademán, un signo,
Algo de ti repare mi desvelo.
algo además del temblor vago
que invade los lugares que cruzas;
mover la mano tímida siquiera,
algo que incendie, alguna
sílaba ardiente en las servidumbres
de los desiertos de la carne.
III
Llénate de músicas trémulas,
toma, mima la luz que hay en tus brazos
y que remoza estrellas, ansias, lirios.
Un arrebol en las domadas frondas
de tu cabello vi, llenándose
las libertades, lejos.
IX
No rechaces el ruego aparecido
como un gorrión en tu garganta.
Mira que los mastines del invierno
tras de la corza van de la edad tuya
de ruegos y ansias y azahar, y tú
no dejas que la corza busque amigo.
X
Iremos a los lagos abiertos
cuando la brisa en los caminos
suene jugando con tus ropas,
entonces, cuando en las quietas
horas el viento se llene de rastros,
a llenar tu regazo con los frágiles
aromas de las flores aún sin nombre.
XI
Hasta las rubias aguas boreales
yo seguiré la forma de tu huella.
Por ti trastornaría imperios,
removería épocas idas,
cruces con polvo,
tiempos gastados;
haría con un beso frágiles,
verdes, delgados potros de mentira,
para robar tu desnudez callada
volando más allá de ti.
XLII
Dame la mano.
Adiós.
Vístete.
Cubre tu cintura.
Repite el sol. Ve por tiendas y plazas.
Tráeme las voces,
el mundo suelto, vivo.
Vuelve.
XLVIII
Tus manos contenidas,
la abierta rosa reposada,
y el terror de las formas que deshizo
tu breve adiós quebrándose en mi boca.
LII
Acomodarte con mi cuerpo
como la arena a un paso firme.
Así justo el amor,
eternidad robada.
LIII
Tu cabello en mi boca,
y el olor de los ángeles vencidos
por el cansancio, y más, más todavía
querer encontrar más,
cómo llegar más lejos,
más allá de los dioses,
de envidias olvidadas.
Huésped de hiel, inoportuno
dragón de amanecer e interrumpirnos.
LXXII
Loco mi cuerpo, y loca la azucena,
tu cuerpo busco por el monterío,
ávido aparto sombras, auras,
tres veces tu frescor huye mi abrazo.
Con las heridas de la noche quiero
un lago en el vivir que guarde
los nombres que hice para ti.
LXXIV
Así, contando seguiré los sitios
donde tu falda oí caer.
En la quebrada luz
digo el reino que toqué y perdí.