Nikola Madžirov

Lo que hemos dicho nos perseguirá

 

 

 

(Selección y traducción de poemas, del inglés al español
por Khédija Gadhoum)

 

 

 

 

CASA

 

Vivía en las afueras de la ciudad

como una bombilla de farol que

nadie cambia.

Las telarañas mantenían unidas las paredes,

y el sudor de nuestras manos sujetadas.

Escondí mi osito de peluche

en agujeros de muros de tosca piedra

para salvarlo de los sueños.

 

Día y noche me esmeraba para que el umbral cobrara vida

y volviera como una abeja

que siempre vuelve a la primera flor.

Había paz cuando me fui de casa:

 

La manzana mordida no estaba arruinada,

en la carta, un sello con una vieja casa desolada.

 

Desde que nací he emigrado a lugares tranquilos

y vacíos que se han arraigado en mí

como la nieve que no sabe si pertenece

a la tierra o al aire.

 

 

 

 

NO LO SÉ

 

Lejos están todas las casas con las que sueño,

lejos está la voz de mi madre

que me llama para cenar, pero echo a correr a los campos de trigo.

 

Estamos lejos como una pelota que falla la portería

y va hacia el cielo, estamos vivos

como un termómetro preciso únicamente si

lo examinamos.

 

la realidad lejana me pregunta cada día

como un viajero forastero que me despierta en medio del camino

diciendo: ¿Es este el autobús correcto?,

y yo respondo que , aunque quiera decir que no lo sé,

no conozco las ciudades de sus abuelos

que quieren dejar atrás todas las enfermedades descubiertas

y curas elaboradas con paciencia.

 

Sueño con una casa en el cerro de nuestros anhelos,

para ver cómo las olas del mar esbozan

el cardiograma de nuestras caídas y conquistas,

cómo la gente se resiste a creer para no hundirse

cómo sigue adelante para no caerse en el olvido.

 

Lejos están todas las cabañas donde nos escondimos del temporal

y del tormento de las ciervas que morían ante los ojos de los cazadores

que estaban más solos que hambrientos.

 

El instante lejano me pregunta cada día

¿Es esta la ventana? ¿Es esta la vida? Y yo digo

, aunque quiera decir que no lo sé, no sé si

los pájaros empezarán a hablar sin declarar Una guerra.

 

 

 

 

LAS AGUJAS DEL RELOJ

 

Hereda tu infancia

del álbum de fotos.

Reparte el silencio

que se expande y se contrae

como una bandada de pájaros en vuelo.

Guarda en tus manos

la insólita bola de nieve

y las gotas que se hunden

en la línea de la vida.

Reza tu plegaria

entre labios sellados —

las palabras son semillas que caen en una maceta.

 

El silencio se aprende en el útero.

 

Intenta nacer

como el minutero después de medianoche

y los segundos te alcanzarán enseguida.

 

 

 

 

DETRÁS DE NOSOTROS

 

Un día alguien doblará nuestras mantas

y las enviará a la tintorería

para quitarles hasta el último grano de sal,

abrirá nuestras cartas y las ordenará por fecha

y no por la frecuencia con que han estado listas.

 

Un día alguien volverá a acomodar los muebles del cuarto

como las piezas de ajedrez al inicio de una nueva partida,

abrirá la vieja caja de zapatos

donde atesoramos botones de pijama,

pilas no del todo gastadas y hambre.

 

Un día volverá a dolernos la espalda

del peso de las llaves de los cuartos del hotel

y el recelo del recepcionista

mientras nos entrega el control remoto del televisor.

 

Una pena ajena seguirá nuestros pasos

como la luna detrás de un niño errante.

 

 

 

 

PASARON MUCHAS COSAS

 

Algunas cosas pasaron

mientras la Tierra daba vueltas sobre

el dedo de Dios.

 

Los cables se soltaron

de las torres y ahora

conectan un amor con otro.

Las gotas del océano

se asentaron con afán

en las paredes de las cuevas.

Las flores se separaron

de los minerales y anduvieron

siguiendo el aroma.

 

Del bolsillo trasero algunos trozos de papel

empezaron a volar a lo ancho de nuestro cuarto:

cosas sin importancia que

jamás haríamos

a menos que estuvieran escritas.

 

 

 

 

SILENCIO

 

No hay silencio en el mundo.

Los monjes lo han inventado

para oír cada día a los caballos

y las plumas que se desprenden de las alas.

 

 

 

 

LO QUE HEMOS DICHO NOS PERSEGUIRÁ

 

Hemos nombrado

las plantas silvestres

detrás de edificios sin terminar,

hemos nombrado todos los monumentos

de nuestros invasores.

Hemos llamado a nuestros hijos

con apodos cariñosos

que hemos sacado de cartas

leídas un sola vez.

 

Luego, en secreto, hemos descifrado

firmas debajo de recetas

para enfermedades crónicas,

con prismáticos nos hemos enfocado

en las manos que se despiden

en las ventanas.

 

Hemos dejado palabras

bajo losas con sombras sepultadas,

en el cerro que vela por el eco

de los antepasados cuyos nombres no

figuran en el árbol genealógico.

 

Lo que hemos dicho sin testigos

nos perseguirá durante mucho tiempo.

 

Los inviernos se nos han acumulado

sin siquiera nombrarnos.

 

 

 

 

VI SUEÑOS

 

Vi sueños que nadie recuerda

y llantos en tumbas equivocadas.

Vi abrazos en un avión que se caía

y calles con arterias abiertas.

Vi volcanes dormidos más tiempo que

las raíces del árbol genealógico

y un niño que no le teme a la lluvia.

Sólo era yo a quien nadie veía

sólo era yo a quien nadie veía.

Nikola Madžirov (Macedonia). Es poeta, editor y traductor nacido en Strumica, en el seno de una familia de refugiados de la Guerra de los Balcanes. Es autor ... LEER MÁS DEL AUTOR