Lo que hemos dicho nos perseguirá
(Selección y traducción de poemas, del inglés al español
por Khédija Gadhoum)
CASA
Vivía en las afueras de la ciudad
como una bombilla de farol que
nadie cambia.
Las telarañas mantenían unidas las paredes,
y el sudor de nuestras manos sujetadas.
Escondí mi osito de peluche
en agujeros de muros de tosca piedra
para salvarlo de los sueños.
Día y noche me esmeraba para que el umbral cobrara vida
y volviera como una abeja
que siempre vuelve a la primera flor.
Había paz cuando me fui de casa:
La manzana mordida no estaba arruinada,
en la carta, un sello con una vieja casa desolada.
Desde que nací he emigrado a lugares tranquilos
y vacíos que se han arraigado en mí
como la nieve que no sabe si pertenece
a la tierra o al aire.
NO LO SÉ
Lejos están todas las casas con las que sueño,
lejos está la voz de mi madre
que me llama para cenar, pero echo a correr a los campos de trigo.
Estamos lejos como una pelota que falla la portería
y va hacia el cielo, estamos vivos
como un termómetro preciso únicamente si
lo examinamos.
la realidad lejana me pregunta cada día
como un viajero forastero que me despierta en medio del camino
diciendo: ¿Es este el autobús correcto?,
y yo respondo que Sí, aunque quiera decir que no lo sé,
no conozco las ciudades de sus abuelos
que quieren dejar atrás todas las enfermedades descubiertas
y curas elaboradas con paciencia.
Sueño con una casa en el cerro de nuestros anhelos,
para ver cómo las olas del mar esbozan
el cardiograma de nuestras caídas y conquistas,
cómo la gente se resiste a creer para no hundirse
cómo sigue adelante para no caerse en el olvido.
Lejos están todas las cabañas donde nos escondimos del temporal
y del tormento de las ciervas que morían ante los ojos de los cazadores
que estaban más solos que hambrientos.
El instante lejano me pregunta cada día
¿Es esta la ventana? ¿Es esta la vida? Y yo digo
Sí, aunque quiera decir que no lo sé, no sé si
los pájaros empezarán a hablar sin declarar Una guerra.
LAS AGUJAS DEL RELOJ
Hereda tu infancia
del álbum de fotos.
Reparte el silencio
que se expande y se contrae
como una bandada de pájaros en vuelo.
Guarda en tus manos
la insólita bola de nieve
y las gotas que se hunden
en la línea de la vida.
Reza tu plegaria
entre labios sellados —
las palabras son semillas que caen en una maceta.
El silencio se aprende en el útero.
Intenta nacer
como el minutero después de medianoche
y los segundos te alcanzarán enseguida.
DETRÁS DE NOSOTROS
Un día alguien doblará nuestras mantas
y las enviará a la tintorería
para quitarles hasta el último grano de sal,
abrirá nuestras cartas y las ordenará por fecha
y no por la frecuencia con que han estado listas.
Un día alguien volverá a acomodar los muebles del cuarto
como las piezas de ajedrez al inicio de una nueva partida,
abrirá la vieja caja de zapatos
donde atesoramos botones de pijama,
pilas no del todo gastadas y hambre.
Un día volverá a dolernos la espalda
del peso de las llaves de los cuartos del hotel
y el recelo del recepcionista
mientras nos entrega el control remoto del televisor.
Una pena ajena seguirá nuestros pasos
como la luna detrás de un niño errante.
PASARON MUCHAS COSAS
Algunas cosas pasaron
mientras la Tierra daba vueltas sobre
el dedo de Dios.
Los cables se soltaron
de las torres y ahora
conectan un amor con otro.
Las gotas del océano
se asentaron con afán
en las paredes de las cuevas.
Las flores se separaron
de los minerales y anduvieron
siguiendo el aroma.
Del bolsillo trasero algunos trozos de papel
empezaron a volar a lo ancho de nuestro cuarto:
cosas sin importancia que
jamás haríamos
a menos que estuvieran escritas.
SILENCIO
No hay silencio en el mundo.
Los monjes lo han inventado
para oír cada día a los caballos
y las plumas que se desprenden de las alas.
LO QUE HEMOS DICHO NOS PERSEGUIRÁ
Hemos nombrado
las plantas silvestres
detrás de edificios sin terminar,
hemos nombrado todos los monumentos
de nuestros invasores.
Hemos llamado a nuestros hijos
con apodos cariñosos
que hemos sacado de cartas
leídas un sola vez.
Luego, en secreto, hemos descifrado
firmas debajo de recetas
para enfermedades crónicas,
con prismáticos nos hemos enfocado
en las manos que se despiden
en las ventanas.
Hemos dejado palabras
bajo losas con sombras sepultadas,
en el cerro que vela por el eco
de los antepasados cuyos nombres no
figuran en el árbol genealógico.
Lo que hemos dicho sin testigos
nos perseguirá durante mucho tiempo.
Los inviernos se nos han acumulado
sin siquiera nombrarnos.
VI SUEÑOS
Vi sueños que nadie recuerda
y llantos en tumbas equivocadas.
Vi abrazos en un avión que se caía
y calles con arterias abiertas.
Vi volcanes dormidos más tiempo que
las raíces del árbol genealógico
y un niño que no le teme a la lluvia.
Sólo era yo a quien nadie veía
sólo era yo a quien nadie veía.