Gerardo Miranda

Aquí comienzan los cantos

 

 

 

 

1

 

aquí comienzan los cantos

se nombra     pues    el trote de los muertos

el día que carece de páramos yermos

su resurrección      entonces

más lejana cada día

se topa con los sueños que también son otros

y son estas las palabras que deben pronunciarse

 

 

2

 

digo caballo y el relincho precede a mi aliento

equino escribo y en un golpe de bolígrafo

cada letra emite un silbido

y un sonido de cascos al pisar la tierra

dejo de nombrarlos

y en pensamiento aparecen

el paisaje se petrifica

y a cada paso

a cada zancada

el llano vacuo

adquiere el rostro de los muertos

galopan desbocados

sobre el no lugar

y el destino oculto

regresan de bruces

con las fauces teñidas de rojo

desde el centro hacia los 4 puntos

la carne desprendida

y los músculos tensos

se aglutinan en un páramo oculto

antes de salir de mi pecho abierto

 

 

3

 

escribiré un poema sobre caballos

lo titularé    poema para caballos

en él

las bestias pastarán sobre los renglones

el viento atravesará los cuerpos

los potros defecarán sobre las letras

 

 

6

 

un caballo relincha, piala, bufa, resopla

tras la sombra de su silueta diluida

como si ese ruido brilloso de repente nos pareciera familiar

tan familiar como las crines y el trote centelleante de los cascos

nuestros ojos invertidos

miran nuestro cuerpo desprovisto de detalles

mientras intenta formarse una imagen exacta de sí mismo

nuestra debilidad

radica en la imagen que las genera

estos caballos no tienen sangre ni arterias

su cuerpo es una cáscara convulsa donde se encuentran

el aliento y la memoria

donde se encuentran los recuerdos y la carne

donde se perciben el dolor y el pensamiento

 

ligeros

entonces

 

echan a andar sobre sus patas traseras

para evitar lo terrible del desgaste

y con sus 4 zancos se estiran antes del último estertor

sobre un páramo imaginario

plácido lugar

donde orinan las bestias

y fenecen los jinetes

 

 

8

 

aquel día comimos juntos en el jardín

la carne ardía en las brasas junto a las cebollas negras

y las hierbas finas

los comensales desaparecieron

dejaron de hablar

dejaron de escucharse

dejamos de mirarlos

y la carne de caballo

quedó a la intemperie como alimento de las moscas

como alimento de la noche

yo quité los resabios del festín de entre mis dientes

con los restos de su herraje

y atravesé un llano repleto de caballos

otro llano distinto donde todos ellos pastaban

y se comunicaban con ese lenguaje de equinos

que aprendieron

escuchando las verdes llanuras arder bajo el fuego de las brazas

todos los caballos son amables con los que yacen bajo la tierra

todos los que yacen bajo tierra

alguna vez fueron caballos

 

 

 

arte poética

 

 

1

 

un caballo bufa tras las sombra de su silueta diluida

su contorno toma forma

más definida y contundente que su imagen primigenia

y acomete con un relincho llano en una pradera imaginaria

 

 

2

 

un caballo galopa por un sendero indefinido

su propio esqueleto los sigue de cerca sin fundirse en uno

con su cuerpo

el relincho del esqueleto es ensordecedor     también tardío

el galope es incontenible     atropellado y solo se escucha

pasado el medio día

 

 

3

 

diríase pues    que existe un equilibrio entre el anochecer

y las pesuñas herradas

no obstante     las divergencias entre peso     estatura     color y brío

pero los tordillos no son fáciles de domar

aún si su pellejo se estira abarcando el espacio todo que lo cubre

 

 

4

 

el espacio que los contiene es de una fragilidad pasmosa

la contracción de las esquinas y el desaparecer de cada ángulo

conforman por cada hueco una sombra que es palpable

y cada equino posee una silueta definida

que      por las noches      excede siempre su contorno

 

Gerardo Miranda (Estado de México, 1984). Poeta, ensayista, artista multidisciplinario y promotor cultural. Licenciado en Ciencias Humanas con diplomado en ... LEER MÁS DEL AUTOR