Narciso fracasado
Narciso fracasado
I
Soy antena. Pararrayos
Soy el sol
Soy anterior a la luz
a su proyección cósmica
Soy el mundo y el espacio sideral
También gota de viento que escupe su rocío
entre las rosas
de madrugada.
II
Sin embargo
a ratos
me pienso diferente
Otro que metieron en la misma figura
Trasnochada
que parezco
Y ya no soy el sol
ni la luz
ni nada
Sino la noche
con sus mil gusanos
Amanecer
Hunde el rocío entre las campanadas
todas las voces que robó
a la noche
Una tortuga en el umbral
de los colores
anuncia la llegada de la aurora. Hace de los minutos
horas lentas
el paso de su choza
Repta en las manos
del alba
sin contemplar las guirnaldas
Sube a la luz
aconseja las risas
nos quebranta las ansias de llorar
va guardándose la noche
entre su capa de carey
Irrumpe con las sombras en la concha
en el color azul
de la alborada
(El sol resbala suave sus manazas
entre el polvo sutil del primer rayo).
Carne sola
Fauno de la lujuria
me has herido
Tu carne se me afinca
dando voces
resbala tu calor entre mis dedos
y tu presencia me nubla de puñales
oh sencillez de amar y desearla desnuda
entre las piernas
oh recordar el monte de la carne:
pilastras
monumentos
rosas negras
Oh palpitar de angustias fornicantes
oh soledad de espasmos insondables
oh tumba de las cosas
oh palidez eterna
Las sillas solitarias
El exilio
es quedarse sin presente,
sin cielo,
sin amigos, sin volcanes custodios,
sin caras familiares,
sin voces conocidas,
sin casa, sin calles infantiles,
sin saludos.
El estanque
Tuve un amigo. Un poeta
que se bebía las noches con cerveza.
Solíamos libar días
enteros hablando de recuerdos, de viajes,
de poemas, de mujeres amadas.
Era inclinarse en el estanque.
Cuando nos capturaron marchó al exilio.
Al volver traía una obsesión atravesada:
la montaña y las armas.
Los poemas arrumbados.
No duró tres meses. Teníamos treinta años.
Lo capturaron vivo y lo quemaron.
Busqué sus restos y me llené las manos de cenizas.
Estuve varios días doliéndome de mí.
La soledad ardía.
El solía decir: “Mi exilio era de llanto”.
Mediodía
La contrición se pone de rodillas
hace sonar su planta
arrepentida
y cuando llama la oración al ángelus
entona una blasfemia por las vírgenes
Fluyen las miasmas al lado del sobaco
escurren gotas
de la faz cansada
y cuando el sol se pone al centro
de la concha
comienza mi canción a puñetazos
Medianoche
En postura oratoria se inclinaba
el ciego a la cerviz
Rodaba beodamente entre guijarros
la piel
que anda con otro
Se confinaba
a su propio territorio
la noche
la del medio exacto
la que cubre la calle con sus pechos
la que arrastra el silencio entre siluetas
Iba
corría leve
tenaz entraba
en doce
sonaban las campanas sus ronquidos
y finalmente
negra a la distancia
rompía la quietud con su llegada
Los minutos
En fila de sables:
su mirada amarilla pregonándose
La mirilla entregada
al cuentatiempo: parecemos la rueda
de los astros
Cada instante
se hace más payaso
El tiempo
se va riendo de nosotros
y de su cuerpo en ondas
Van cayendo ellos
al ruido del reloj
entre los cuernos
del agua
Augur
Rotas palomas
se dibujan en la pared del mediodía
surgen en piezas:
Circo en solar en luna park
Cohabitan grotescas entre flores de muerto
se remontan curiosas
calcáreas
y funestas
como dioses del mar
Ungen figuras de arena
en los dedos del viento
construyen virulentas cadenas en el cielo
se procrean desnudas ante el sol y la luna
y en círculos concéntricos como ondas de cieno
precipitan la noche
en la espuma del sur
El gusano
El tiempo me recorre,
me habita,
se cobija en mis ganglios,
acampa en mis arrugas.
Mirándome lo mido:
la pelambre de mis brazos palidece y ralea,
mi pecho encanece,
la piel de mis manos, que incursionaron las tetas
de mis novias y entraron a saco entre sus piernas,
se ha vuelto negra, dura y arrugada.
Mis ojos cegatones: esos carbones apagados
que vieron escapar a la muerte y ahora la detectan
a mi lado.
En mí está el tiempo.
Me desdibuja.
Me corroe por dentro:
ablanda mis mejillas,
debilita mis piernas,
infla mi vientre,
agita mi acezar,
me agota,
me quita la pasión.
El tiempo es mi enemigo;
me consume,
ocupa mi epidermis,
es mi sangre.
Dialéctica
El mundo comienza conmigo
pero ya existía,
Ésa es la contradicción:
ahí nace la angustia.
Luego todo rueda
por la pendiente de la vida
con todos y conmigo.
Todos están en mí,
yo en ellos,
Ésa es la síntesis.
Ayer
Para romper las costras de la luna
nos pusimos un yelmo en la mirada
nos tiramos de cabeza en los charcos
que reflejaban su rostro por las noches
Desde entonces caminamos con agua entre los ojos
y lodo en las pupilas.
Poco a poco
hemos ido encontrando el encanto de la ceguera
la música que nos acompaña en el peregrinaje
va tejiendo los sueños con un dulce remolino.
Visita
La verdad es que a veces
no sé qué contestarle a mi silencio
Entonces callo a gritos
y lo miro
lo escruto suavemente
lo adivino encuclillado
entre los pliegues del miedo
Me interroga el bruto
pregunta por las tiras de mi piel
inquiere por el tiempo que utilizo
para gruñir dándome golpes
por la voz derrotada de hace lustros:
la de la alta metáfora
vacía
De que si estoy satisfecho aburguesado
Inquisidor
confuso
lo contemplo
Aúllo entonces al brote de su oído
Plántome recio
viril
ante su nombre
Quiebro en dos mi garganta:
Lo despido