Tú que has sido huérfano
No lamento los recuerdos sin historia, los homicidios
perpetrados en honor a la ternura. Hoy el fuego me marca
como si saliera del hierro del verdugo. No cabe la menor duda de
que el frío también me despedaza. Y los climas que vienen a morir
en las islas contribuyen a mi creciente desesperación, pequeña
tiniebla recién cortada, hueco donde estuvo la piedra. Por esos cenagales
corre libremente mi sangre y prepara su partida.
En la claridad que evoca la abundancia
en la luz que avanza hacia los bosques
en esa blancura de la tierra adentro llegando
a tus manos
en el otoño que jamás regresa
en esas ideas, en esos montes que abandonaron a la luna
en esos ríos que lloran con el viento
aquí, entre las espinas, en el vibrante metal
en esta ruta desnuda, en esta habitación vacía.
¿Es posible amar las despedidas?
quizá
en la inocencia o en la orfandad
pues los adioses nos persiguen siempre
de noche, de día
y siempre andamos de paso en este vergel
acumulamos cosechas y viandas en el suplicio
que luego abandonamos al borde de nuestro
incierto límite oscuro.
Nos hacemos daño en el dolor sangramos solos.
Porque no hay ternura en el otoño, no hay
días límpidos para llevar a casa
ni retornos favorables a los encuentros tardíos.
Tú que has sido huérfano
en medio del abatimiento de las despedidas
acudes, adormecido aún, a las hierbas que te curan
del nacimiento y la vejez
y sin ningún parpadeo destinado a enviar
el mensaje
sin nada de esas tormentas en el corazón
con apenas los frutos que te dio la nostalgia
deslizas la mano sobre alguna herida
todavía abierta
y recuerdas las noches errantes, llenas de vida
los crepúsculos poderosos, medianamente extraños
y esas naves que parten para no volver.
¿Bajo qué zumbido rueda la noche?
en ese despertar que sigue golpeando los ojos
en la tierna madurez del durazno, en la
muralla negra de la página en blanco
en pleno cielo ciego
la noche es una tregua del día
destinada a morir
un acontecimiento perdido por la historia
una melodía resonante que hierve despacio
que mueve los labios para hablar
de los oscuros surcos del escarabajo.
Cómo encontrar de nuevo esas huellas…
Cómo encontrar de nuevo esas huellas
que me llevaron hacia la resaca
retazos de adornos de los que ya no
puedo desprenderme
signos de otros huesos enterrados en la sal
pero el orgullo se inclina siempre
hacia la izquierda y el fracaso se doblega
ante la dureza de su pulpa
¿tendré que hablar de la intensidad
de un nuevo sol para demostrar que
el abismo se acuesta boca arriba?
Por ese rostro mío tuyo…
a S.
Por ese rostro mío tuyo
que has olvidado
por ese recuerdo me llamas
y ya no es tu boca sino otra boca
y no son tus labios sino el viento
y tocas fondo hasta llegar
al gran problema
aquí bajo este cielo
sin herencia sin alma
aquí sobre esta tierra
sin sueños sin nieve.
Voy por el camino hacia la ciudad de las grandes migraciones, acosada, inmóvil, maníaca…
Voy por el camino hacia la ciudad de las grandes migraciones, acosada, inmóvil, maníaca.
Qué se puede esperar de esta efervescencia de granito,
con calles por donde se desliza la brusquedad de las estaciones y de los cielos inmensos.
Ha sido construida a fuerza de imaginación sobre la página en blanco. Oh ciudad,
qué secreto te aguarda, qué tesoro te alimenta como una llama bajo la chimenea.
De algún modo, el sol forma parte de tu albañilería y prolonga tu desgaste.
¿He tenido razón en todos mis desordenes?
¿He tenido razón en todos mis desórdenes?
no sabría salir del desconcierto
me ato al corcel que arrastra lo imposible
mientras su barca evade las palmeras y los caminos
de cangrejos
soy el animal lanzado a la aurora
bajo un cielo que arde en purísimas llamas
esas ánforas ya no contienen mi sangre
ese techo sólo corona mi inocencia
y
limpia
mi carrocería marcha sobre ruedas
sobre las flores y las fantasías de este mundo.
Si el viento sopla más fuerte dentro de mi cabeza…
Si el viento sopla más fuerte dentro de mi cabeza
si mi canto emana del torrente de las piedras
si los puños me atan las manos
y ya no puedo reconocer el fuego que cae del cielo
si alimento mi espinazo con carbones
y lo empujo en una sola dirección
si dejo que mis pies pisoteen su sombra
y el polvo llore a lágrima viva
ay si el silencio calla y la noche abre
una herida oscura en mi costado
dedos os he visto soñar.