Ryler Dustin

Hojalata y ortigas

 

 

 

4 poemas de Trailer Park Psalms de Ryler Dustin (University of Pittsburgh Press, 2023)

 

 

 

(Traducción al español de Francisco Robles)

 

 

 

 

Salmo del parque de tráileres

 

Bendícenos, Señor de la hojalata corrugada,

de las ventanas torcidas puestas contra el viento

 

con cinta adhesiva negra de moho, de techos reparados

bajo una lluvia que no amainaba.

 

Bendícenos, Señor de todo lo que parcha, sostiene,

y sirve: madera terciada, papel de aluminio, espuma de secado rápido,

 

las manos de mi abuela que le dieron forma otra vez

a nuestro horno a leña.

 

Bendícenos, Señor del olor a herrumbre

en que mi abuela me crio;

 

de las alfombras quemadas por cigarrillos,

de los ceniceros hechos con latas de Folgers,

 

de Hamburger Helper y carne barata

en cocinas oscurecidas de cedro.

 

Bendícenos, Señor, tal como éramos entonces:

una manada de chicos flacuchentos en bicicletas,

 

chicas con los ojos delineados con cresol

y sonrisas aceitosas con brillo labial.

 

Bendice nuestras crudas pieles del noroeste,

de blanco fantasma, excepto la de Ian,

 

quien gritaba Háu, hombre blanco

y daba puñetazos al que se riera.

 

Bendice a Jake, a su cabello rojo que iluminaba la calle

la noche en que su tráiler se quemó;

 

huyó con su bicicleta, una bolsa de CDs,

la .44 de su padrastro. Bendice a Jorie

 

cuyas hermanas gemelas murieron

y volvieron como mapaches.

 

Bendice a John, quien masticaba comida seca de gatos

mientras se pavoneaba sobre el borde de gravilla.

 

Bendice las moras, hinchadas por la lluvia de verano,

oscuras como la sangre de los pulgares que nos pinchábamos.

 

Bendice al helecho, al abedul, al pino Oregón,

al dolor eléctrico de la ortiga.

 

Bendice las polvorientas semillas del helecho de espada occidental

que alivian de la picazón de ortiga. Bendice los cedros

 

que subimos al atardecer hasta que nuestros tráileres

parecían juguetes. Bendice a Rick en el bosque

 

con su navaja de mariposa, cortando sólo lluvia,

abriendo su hoja con ademanes ostentosos

 

a los que le dio nombres religiosos: espada del cielo,

dientes de ángel, apretón de manos con Dios.

 

Bendice las zarigüeyas que hablaban en lenguas

por la noche en la basura del vecino.

 

Bendice a Dick, a sus ojos vaciados por una guerra

que nosotros éramos muy chicos como para conocer,

 

quien protegía el correo, siempre de patrulla,

con un cigarrillo sin encender. Bendice la oscuridad

 

de Northshore Road donde Jake se ocultó,

mientras su tráiler se quemaba, donde su madre

 

había chocado su camioneta

en la nieve el año anterior.

 

Bendice los abetos que intentaron detenerla.

Bendice a Jake, Señor, que fue a la guerra.

 

Bendice a Jorie, que se fue a México,

y a Ian, quien dijo que él se dirigía al oeste

 

aunque vivíamos lo más al oeste que se podía ir.

 

 

 

 

 

Confesión en un campo de trigo al acercarme a mi ciudad natal

 

Por lo menos siento que
aquellos capaces de santidad
––de sus signos y rigores––
están trabajando en otra parte.
Tess Gallagher

 

Señor, traté de escucharte donde el viento se divide

en una canción, alrededor de las pinochas,

en himnos que mi abuela me enseñó

y en la música del hambre de las gaviotas,

pero tu voz jamás fue clara.

 

Mi familia te encontró

en la promesa de un televangelista.

Mis amigos y yo fingíamos

que éramos nuestras propias películas

mientras la paciencia de los científicos,

hombres y mujeres de fe inquebrantable,

conspiraban para decir la verdad,

la cual era distinta a lo que se sentía como verdadero.

 

Lejano Señor, he llevado estas palabras por la lluvia

y lo extraño, por el fino polen de los árboles americanos,

a través de pueblos de carreteras, de la muerte de amigos,

de las anchas distancias del tarareo de un niño

 

hasta este campo donde el viento

sigue reescribiendo tu nombre,

la luz se enciende en la ventana de una alquería

y las primeras estrellas se levantan

desde el borde que sangra de la tarde.

 

 

 

 

 

Jardín tardío

 

Hicimos el amor en pascua

aunque estabas sangrando

 

y después me mostraste

cómo plantar flores

en los huecos de los árboles;

 

me miraste arañar el cieno oscuro

desde la ribera recién descongelada

para luego ponerlo dentro del cuenco

de un abeto caído;

 

sin presionar mucho, dijiste,

así la lluvia puede gotear

para hacer que los nuevos brotes

florezcan y añoren.

 

 

˜

 

El maíz susurra cerca de una casa

como aquella en que naciste:

las tablas polvorientas

con polen, senderos

serpenteando como tributarios

hacia el campanario, a unas pocas millas.

 

Estoy meando a favor del viento. Bon Jovi

resuena desde tu auto

con el motor encendido.

 

Nos alejamos, dulce aroma

de maíz en nuestra piel, nuestro rumor

en los labios de las hojas.

 

 

˜

 

En tu invernadero

extendemos una toalla

para mantener calientes a las semillas,

 

aseguramos las puntas con ladrillos,

sacudimos a las lentas arañas hacia un lado

mientras el crepúsculo cubre

el techo que repica.

 

Mis dedos tiemblan

sobre repentina suavidad

––nidos de algodón

sobre la fría cara oculta de un ladrillo––

 

tres grupos de huevos, uno reventado

con cuerpos brillantes

como polvo laqueado,

 

una estrella recién nacida.

 

 

˜

 

A veces el sol hace lento

todo. Bajo

mis párpados para sentirlo, caliente,

intenso sobre la piel.

 

Los abro. Ríes

y los distantes tilos

saltan

como peces en el viento.

 

 

 

 

 

Poema de amor con ortigas

 

Destello donde la alcantarilla se vierte

en el insolado arroyo,

¿podríamos ser así de cambiantes y verdaderos?

 

Hoy, un gris amanecer pendía en tu cabello

y en mi oído tu aliento sonaba como así, así

una palabra que todo el cuerpo cree.

 

El mediodía parpadea en el matorral, huesos de cuervo

caídos de un olmo,

 

y mi corazón, que sólo reconoce a la naturaleza

como su hogar, ahora elige

tu naturaleza:

 

tus manos rojas por las ortigas,

suaves por la leche de unos cardos partidos.

 

Ryler Dustin Nacido y criado en la región del Pacífico noroeste de Estados Unidos, Ryler Dustin ha representado a Seattle en la etapa final del Individ ... LEER MÁS DEL AUTOR