Andrea Aguirre

Los años pasan como pájaros incendiados

 

 

 

 

 

 

Queda dolor, pero no duele

del modo en que antes punzaba los nervios.

 

Queda un poso proyectado al infinito

como un universo que se pliega

en la precisión del instante.

 

Queda costra que pica,

queda el achaque que estorba,

quedan las gotas de ardor intemporal.

 

Pero quedan como un sutil abrazo

y es una presencia afable

su asimiento.

 

Donde queda dolor,

no existe vacío.

 

 

*

 

 

Contra las rocas

el mar se rasca los picores

y sobre la orilla se abalanza a devorar

la arena que se oculta bajos los pies desnudos

de aquel que mira al horizonte

mojándose las pantorrillas.

 

El olor salado detiene los minutos,

apacigua la exaltada memoria.

 

Así, debería ser siempre

la vida:

un puro contemplar este vaivén del agua,

esta caricia de lo inmenso.

 

 

*

 

 

respiras en paz y ves

la vida a través de los ojos

de un poeta que duda

ante el mundo y la nada.

 

no desprecies nunca el caos

de aquellos que dudan de ti;

quizá sus quejas contengan

aquellas preguntas que siempre

anduviste buscando.

 

quizá son aquellos que sufren

quienes muestran la luz desde la sombra

por el puro deseo de hallar

una visión más clara

de su interior en penumbra.

 

 

*

 

 

los años pasan como pájaros incendiados.

 

a través de nuestras manos los ríos crecen,

son herramientas vivas,

alimentos perennes para los pequeños animales

de nuestra mente automática.

 

alrededor de una silla nos sentamos en un corro

esperando que la noche encienda nuestro sueño.

la silla está quieta y nadie sabe

mirar hacia afuera de su círculo.

 

hace frío y buscamos refugios en lo ajeno

y así comienzan los cantos a lo ausente.

 

miramos al rostro quebrado de la pesadilla:

respira por sí sola y parece

el retrato de un dios

humillado y vencido.

 

 

*

 

 

ANOCHECE

 

El viento besa la ventana y los párpados ceden.

La vida nos traiciona y nos perdona

por igual.

 

Llorábamos cicatrices como los niños rotos,

como los animales que habitan las cloacas

y deshacen la noche con pequeños mordiscos,

ávidos como huérfanos.

 

Papá, no me escuchaste

cuando dije tengo miedo.

Habría sido hermoso si te hubieras quedado.

 

 

*

 

 

VERBO

 

No creo que puedas beber más minutos que todos los relojes.

Estuviste esperando mucho tiempo al instante exacto.

Corriste como un niño hasta el final de la calle

para ver si seguían puestas las estrellas en la puerta del bazar.

 

Todas nuestras cruces las cargan los profetas

que aún lloran por los hijos que nunca tendremos.

Nuestras venas se condensan en un sofá de jeroglíficos.

Nos rendimos a la alternante opacidad de las palabras.

 

Y desaté por fin la pura imperfección de mis fracasos.

Pero todos tus pasados están en tus poemas, excepto yo.

 

Qué frágil la memoria del que ama solo con el lenguaje.

 

Andrea Aguirre (Buenos Aires, 1980). Es licenciada en Pedagogía y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Mad ... LEER MÁS DEL AUTOR