

Presentamos un texto clave del reconocido poeta venezolano dedicado al gran Libertador, al cumplirse un año más de su nacimiento.
Eugenio Montejo
NOSTALGIA DE BOLÍVAR
(1976)
En el mapa natal que tatuamos en sueño
sobre la piel, las manos, las voces de esta tierra,
Bolívar es el primero de los ríos
que cruzan nuestros campos.
El Orinoco lo sigue en la llanura,
el Meta, el Caroní nutren sus aguas
y todos los arroyos que serpean
por montes y por pueblos
legan al mar unidos en su cauce.
Bolívar nace cerca de Manoa, junto con sus piedras;
los vientos y las lluvias dibujan su corriente
brota con el silencio de una espada,
es un breve relámpago,
después crece,
su curso abierto se agiganta y desborda los Andes,
ya no se sabe adónde va, de dónde viene,
quién es Bolívar,
qué trae en su caudal a cada uno qué reparte.
Ya nadie sabe si todos en su oleaje nos fundimos
a través de las cumbres,
cuando cae en torrentes o pasa silencioso
cubierto con su capa.
A su orilla los hombres en fila se congregan,
lo oyen hablar a solas con la tierra,
con el sol y los altos espacios siderales;
va fluyendo sin pausa aunque enfrente el abismo
y en ciertas horas se vuelve subterráneo;
deja escrita su luz sobre las venas de las rocas
hasta que reaparece al fin del arcoíris,
envuelto en sus colores, cabalgando.
Bolívar es el primero de todos nuestros ríos
pero el más solitario.
Abre su caudaloso manantial y nos entrega
las llaves de El Dorado y sus minas salvajes;
de tanto dar se torna transparente,
es un espejo donde los ojos se miran en llamas,
una ventana que incendia su paisaje;
después se va quedando desnudo,
sin caballo,
sin sombra,
sin nada…
Cuando sale al océano ya se encuentra muy pobre,
casi llega en harapos
El río doblando el corazón se duerme;
hay murmullos oscuros que al viento se expanden,
hay una gota roja que cae desde la orilla
y otra gota que tiembla
y un carbón que crepita y se apaga.
Cae en su noche,
en su naufragio,
ya no se ve, sus huesos se esparcen por el mundo
su alma titila en estrellas lejanas.
Frente al azul final desaparece,
más allá sus estelas se borran en el mar,
no hay pasos que lo sigan,
no hay barcos;
nadie recuerda si todos fuimos él
o lo seremos,
si volverá algún día o está pasando en esta hora
por cada gota de la sangre.
Su vida se convierte en horizonte;
en cada mesa se parte el pan en nombre suyo,
en cada voz resuena su palabra.
Adentro de nosotros Bolívar se desborda,
nos hundimos en su rumor profundamente
y dejamos que en las ondas nos lleve
despacio, de la mano, entre el sueño y el agua.