Manuel Gutiérrez Nájera. Amor sagrado

Presentamos tres textos claves del célebre autor mexicano.

 

 

 

Manuel Gutiérrez Nájera

 

 

El rey solitario*
(Théophile Gautier)

Enclaustrado en mi espíritu profundo,
sin nada humano, ni amistad ni amores,
mis únicos iguales en el mundo
duermen en el panteón de mis mayores.

Quien dijo soledad dijo grandeza:
cual ídolo de aspecto sobrehumano,
la púrpura conservo con fiereza
y encierra al mundo el hueco de mi mano.

Tengo, también, el círculo de espinas:
del nimbo sideral los rayos de oro,
me ponen, como agudas javelinas,
una perla de sangre en cada poro.

El heráldico buitre, con encono
clavado siempre a mis entrañas veo:
en su roca el antiguo Prometeo
era un rey nada más sobre su trono.

Mi Olimpo, de misterio rodeado
nada más repercute adulaciones
que a la cumbre en que estoy, sólo ha llegado
el constante reír de los histriones.

Cuando a veces mi pueblo escarnecido,
choca sus hierros y se apiña en masa,
dormid, señor, me dicen al oído,
vino la tempestad pero ya pasa.

Todo lo puedo: nada me convida.
¡Si pudiera sentir algún deseo,
el calor amoroso de la vida,
el fuego de las dichas que entreveo!

Pero el monte más alto es el más frío;
el sol camina solo, y no se atreve
ni a derretir en el volcán la nieve,
ni a matar en los reyes el hastío.

* El Republicano, 4-3-1880. Firmado: Manuel Gutiérrez Nájera (?). Fuente: Contreras García, Irma, Indagaciones sobre Gutiérrez Nájera, México. 1957, pp. 136-137.

 

 

 

Amor sagrado

I

Lúgubre noche en que amenaza el rayo,
Tú eres la sola mística armonía,
Con que puede elevarse la voz mía
Al trono Santo del Eterno Dios.

No mueva el viento las oscuras nubes
Que ocultan de la Luna los fulgores,
Triste, como lo fueron mis amores,
Escucha ¡noche! mi fatal canción.

II

Ahí está el mundo y sus mentidos goces
No vienen a turbar mis pensamientos:
Tan cortos, pero míos estos momentos,
Para ti puros, adorada, son.

Volaste al cielo y en la cruda tierra
Víctima de la pena me dejaste;
Un ángel más, al cielo te elevaste,
Y en él te busco acongojado yo.

III

Si del asiento en que brillante ahora
La vista arrojas a la tierra acaso,
Desde el nacer del Sol hasta su ocaso
Me verás sumergido en la aflicción;

Y bajo el trueno, en tempestuosa noche,
Por solo alivio a mi continua lucha…
¡Ángel de Dios! mi triste canto escucha
Que elevo a ti con dolorida voz.

 

 

 

Autobiografía*

Nací en México… de día…
O de noche… no recuerdo!
y aunque nacer no quería
me nacieron a porfía
cuatro médicos de acuerdo.

Después recibí el bautismo…
de modo que soy cristiano…
Pero, para mí es lo mismo,
porque todos ¡oh cinismo!
¡me ven cara de pagano!

Desde que a la vida entré
toda belleza me hechiza,
todo lo grande admiré…
Recuerdo cuánto adoré
los senos de mi nodriza.

Dicen que era muy bonito
de muchacho… yo lo creo;
todo aquel que de chiquito,
es muy guapo, muy gordito,
siempre de grande es muy feo.

La edad de los desengaños,
la funesta, la de araños,
deja para siempre atrás…
Cumplí hace un año treinta años…
Mi nariz tiene uno más.

Como todos, paso apuros;
y vivo así, mal que bien,
sonando unos cuántos duros;
me he fumado muchos puros…
Y algunas puras también.

No tengo más biografía,
ni mi amigo Pancho Sosa
encontrármela podría…

Conque, pase usted buen día
y pasemos a otra cosa.

* El Universal, 9-8-1891. Firmado: Puck, dentro de la sección “Lo del día”. Fuente: Contreras García, Irma, Indagaciones sobre Gutiérrez Nájera, México, 1957, pp. 143-144.