La repetición de los álamos al borde de la ruta
Palabras de este mundo
Nueva poesía argentina
Selección y edición: Marisa Martínez Pérsico
Letra
huella y presagio
anzuelo que cierra en el ojo propio
que abre la hendija única de ver
de ver huella y presagio
del ojo en el anzuelo
tiritando
*
El durazno que despedazamos en el árbol
tratando de bajarlo con un palo.
El jugo que chorreaba
parecía maná,
miel y leche cayendo del cielo.
Así de sencillos son los milagros;
a veces hay que darle de palos a algo
en su centro tierno,
a veces hay que ver como chorrea
su dulce corazón
aunque no se llegue a tiempo
a abrir la boca,
ni podamos quitarnos
del cuerpo su rastro,
ni su olor.
*
Hacer la plancha
Si duermo entre dos celestes
como un camalote abierto
si sueño, líquida la espalda,
nubes que pasan
y flotando seguirlas
en el cauce, el viento
algo desde mi fondo
se desprende y sube
una moneda sumergida
en burbujas resuena
y se levanta,
una voz.
Esta es la gracia:
quien recibe
vibra
y tañe
la propia nota.
Una pequeñez entre el agua
y el cielo, canta
su música es eco de la luz
que la sostiene.
*
La repetición de los álamos al borde de la ruta.
Siempre debe andar este tramo del camino.
Travesía es dejar atrás el suelo natal,
buscar lo propio en el devenir que se imagina.
Cientos de colectivos todavía partiendo
desde la casa primera.
La misma gesta se proyecta en las ventanas cada vez.
¿Qué desea la mujer a bordo?
Señaló un derrotero con el dedo desde la ruta 22;
tuvo fe en el movimiento.
Ahora se siente madurar, fruta
furtiva en el asiento.
Los álamos se suceden,
interminables hileras que plantaron sus ancestros,
para protegerse del ir y venir
del viento.
*
A veces soy una laguna
pantanosa en la Selva Triste.
Puedo sentir las plantas
creciéndome en el fondo,
carnosas, avanzando
lentamente hacia arriba,
confiando encandiladas
en el pequeño rayo de luz.
Veo sobre mí una película finísima
y plateada
que es el fin del agua;
los tallos y las hojas llegarán,
sus cuerpos serán otros
cuando la quiebren.
Quiero estar despierta
porque sucederá otra vez:
sobrevendrá un mundo.
Algunas palabras de este mundo
Quiere esta antología, junto con difundir las voces de treinta poetas argentinos nacidos entre 1970 y principios del siglo XXI, ser, con su eco preliminar de Árbol de Diana (1962), un homenaje a Alejandra, de cuya muerte se cumple medio siglo.
Celebrar, desde el guiño de su título, esos pequeños artefactos poéticos perfectos, esas piezas muchas veces brevísimas que dan cuenta de una subjetividad quebrada, de una orfandad metafísica, con unas dislocaciones pronominales que potencian el característico tono de tipo liminar pizarnikeano, siempre al borde, en el umbral o límite entre posibilidad e imposibilidad del decir. Poesía que es desamparo y morada. Claridad y oscuridad a la vez.
Las páginas que siguen son un intento de visibilizar y divulgar un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas nacionales: hay derivas de la poesía conversacional, propuestas en clave realista, programas de carácter hermético, de indagación ontológica o continuadores de la tradición de la ruptura, estéticas herederas del neobarroco/neobarroso y de la poesía experimental, del riesgo, que se institucionalizaron en países como Argentina o México, especialmente durante la década del ’90. Poemas en prosa y otros que buscan el diálogo intergenérico o transmedial (lírica, narrativa, teatro). Poemas que no exceden una página (¿una pantalla?) y poemas largos memorables.
Esta muestra responde, además, a una vocación federal y extraterritorial. Incluye autores que nacieron y viven en distintas provincias argentinas –desde Salta hasta Tierra del Fuego– y otros radicados en el extranjero (Holanda, Francia, España), que encarnan una argentinidad poética ‘extraterritorial’ (George Steiner), ‘glocal’ (Vicente Luis Mora) y ‘posnacional’ (Bernat Castany).
Marisa Martínez Pérsico
Roma, octubre de 2021