Ofelia y otros textos
OFELIA
No hay luz en el nervio óptico. Ya no puede responder
a ningún estímulo vital. El latigazo del abandono
entra en la órbita, oculta la laguna que guarda
su cofre solitario. El cabello flota desparramado
entre las aguas quietas. No hay máscara más bella
que su rostro ausente del mundo. Ya sabemos
de que va la renuncia. Esa excitante arrogancia macabra
ofrecida por la apariencia angelical de la derrota.
No hay más que hacer, solo contemplar los últimos
destellos, la pastilla efervescente del sol
ocultando la luz, eternizándose.
EXPECTATIVAS
Manga por hombro no entiende
que las cosas van a salir mal.
Lo vemos nosotros sentados
en la mecedora, apuntando
con el dedo índice la sabiduría,
calibre peso pluma, del nada pasa
porque sí, porque vamos y venimos
y transcurrimos previsibles
ejerciendo el poder de la sentencia
que sin pretenderlo acaba siendo ley.
La tradición mantiene
que manga por hombro no retrocede
ni un solo paso y eso alivia
mucho más que reconocer
las segundas oportunidades
que nunca deambularán
en el patio abierto de nuestras manos.
ESCHER
Las escaleras se desarrollan bajo nuestros pies,
peldaño tras peldaño, como las arrugas
de un acordeón de profundo silbido.
Se van consumiendo los niveles de la ascensión,
así queda continuar el estiramiento de las objeciones
para encontrarse bajando en algún punto del mañana
o ahora mismo, en perpleja familiaridad cúbica,
con la mimética sonrisa en uno de los laterales impredecibles,
que no deben, ni pueden interrumpirse
tras la cordura alterada de la geometría
dentro del castillo donde la percepción parece indicar
que en este instante empieza todo.
FRIDA KAHLO
La profundidad del vello púbico
ocupa las cejas y el bigote de Frida. Su mirada
penetra la crueldad del macho hiriente.
No hables, solo mira. Una fuerza
más salvaje que las palabras
te destruye el ano. Implacable hermetismo
de agujas que vertebran, a falta de amor,
el dolor perdurable de lo siniestro.
MANDRIL
La nostalgia del mandril está en su trasero.
El último sol fenece obsesionado
por la fijación del instante al mostrar
la arrogancia de los dos mundos.
El orgullo no deja concretar
una respuesta sencilla.
Lo que queda es la espuma
de las promesas vacías.
Los viejos bailan con lentitud.
La maraña de los hechos
les impide concentrarse en el futuro.
Se rascan el trasero a conciencia
porque el deseo resulta inalcanzable,
porque pica una barbaridad.
LA LECHERA
Otra vez discuten la velocidad y el tocino,
en el hueco que dejan se sustenta
la corona del instante.
El sueño era calcular la incapacidad de imaginar
un mundo más maravilloso que la tiranía
caprichosa de la mente privilegiada.
De repente, las costumbres se convierten
en un fiscal sin piernas,
una afortunada derrota que parlotea
sintiendo el peso del aislamiento.
Toda fractura con el pasado les parece elegante,
cuando el presente se desvela arrollado
entre tumultos del lenguaje, lejano aun,
de esa iluminación vertida por la lechera de Vermeer.
LAS CHICAS
Chicas devastadas por el efecto panda
presionan la voluntad del espejo,
desearían no merecer el suicidio público
pues no hay nada que resuma mejor el maquillaje
que las sombras bien dispuestas
copiadas más allá de ellas mismas
en la repetición a la inversa, una imagen
que las recompensa con un yo aceptable.
Es preferible un pronombre bello
a un sujeto indigente. En otras palabras,
lo mejor es pactar con el deseo
el fracaso menos doloroso. Fijaos
como van, alegres y moldeadas
saludan eufóricas a la cámara.
La opacidad del espejo nunca pregunta,
pero las hace irresistibles aunque sucumban
a una inseguridad demasiado precoz
para una deuda tan antigua. Fijaos
en su fortaleza, en cómo, a pesar de todo
las chicas salen a flote.
ORIGINALIDAD
Las cosas sencillas establecen
una suma de condicionantes
favorables a la simplicidad.
Juntas sacuden las emociones
más concretas. De igual forma,
el contorno resuelve las vaguedades
en definidas propuestas.
Así la osamenta esponjosa del cielo
cuando hay exceso de agua.
Suda una pared para que puedan
coaligarse los mundos opuestos.
La tristeza
va drenando el campo de acción
en todo aquello que no entiendes,
cuando las cosas sencillas
por mucho que se lo propongan
no tienen otro modo de existir.