Soy la alquimista
Palabras de este mundo
Nueva poesía argentina
Selección y edición: Marisa Martínez Pérsico
Consejo
Si no eres de sol ni eres de viento
haz con tus manos
las formas posibles de una balsa.
Con hilos de hoja enreda tu corazón
y lánzalo a una olla
como un puñado de luz al agua hirviendo.
Canta en la disidencia del nombre,
canta en la mancha de nuestra era
y madre tierra abrazará las ventanas,
cuidará que los pasadizos
estén vacíos de temblor.
(Inédito)
La fiebre
Es el día del despertar boca arriba
con los ojos clavados en la araña;
son mis amígdalas blancas dos pelajes.
De la fiebre salen formas y oros y raíces,
la cuenta de los pliegues del mantel,
las sombras que dejé de coser sobre mi cuerpo.
Entiendo la lentitud
y la lejanía de las cosas,
el pie sobre el pie en una bomba sobre una bomba.
Retorcerme retraerme entera hacerme nuez.
Solo una mano en la frente, lo que daría,
me he vuelto una hormiga al sol
plateada y niña.
(Inédito)
Soy la alquimista
cuando me abandona
papá muere
luego revive
es una flor nocturna
se le alargan los pétalos
como billetes gruesos
y me abraza
dejándome la sombra
a papá lo mato y lo revivo
soy su alquimista
papá tiene que morir en el viento
ya hice varias mutaciones
de un resto logro una joya
papá debe morir ser piedra dejar de ser pantera
no a los ojos felinos no a la astucia
papá ya no es porque de tanto mentir
fue árbol le cosieron la boca
La bomba
mi hermanito y yo
no esperábamos la bomba
pero ha caído
te veo
sobre los vidrios triturados
lo que queda
son uno o dos pensamientos
que flotan ocultos entre el fuego
la habitación devastada
el tiempo ahí
pico de grulla al sol
en esta casa no florecerán lirios
no habrá música
hermanito,
sentí una luz antes de la explosión
era el mar incrustado en nuestras cabezas
Mi madre en la cocina
mi madre teje una fe
cada día en la cocina
hurgando en los libros
la respuesta
de lo que deja de ser
sus arrugas son preciosas
pero ella las tapa;
yo siento que son destellos
de los años demorados
en cuidarme
las horas dedicadas
a darme de mamar
a enseñarme a decir
espero a mi madre que teje una fe
una pava silba permanente
el día se hace noche
y ella sigue entre los libros
abstraída como las lunas inmóviles
de su camisón
luego de medianoche
sigue sin comer
hace un esfuerzo por hervir zapallitos
mientras imagina
un piloto que la cubra
de todo lo que se viene
puedo tenderle una mano
explicarle que todo está bien,
que año tras año
me fue dejando
un sótano de estrellas
Algunas palabras de este mundo
Quiere esta antología, junto con difundir las voces de treinta poetas argentinos nacidos entre 1970 y principios del siglo XXI, ser, con su eco preliminar de Árbol de Diana (1962), un homenaje a Alejandra, de cuya muerte se cumple medio siglo.
Celebrar, desde el guiño de su título, esos pequeños artefactos poéticos perfectos, esas piezas muchas veces brevísimas que dan cuenta de una subjetividad quebrada, de una orfandad metafísica, con unas dislocaciones pronominales que potencian el característico tono de tipo liminar pizarnikeano, siempre al borde, en el umbral o límite entre posibilidad e imposibilidad del decir. Poesía que es desamparo y morada. Claridad y oscuridad a la vez.
Las páginas que siguen son un intento de visibilizar y divulgar un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas nacionales: hay derivas de la poesía conversacional, propuestas en clave realista, programas de carácter hermético, de indagación ontológica o continuadores de la tradición de la ruptura, estéticas herederas del neobarroco/neobarroso y de la poesía experimental, del riesgo, que se institucionalizaron en países como Argentina o México, especialmente durante la década del ’90. Poemas en prosa y otros que buscan el diálogo intergenérico o transmedial (lírica, narrativa, teatro). Poemas que no exceden una página (¿una pantalla?) y poemas largos memorables.
Esta muestra responde, además, a una vocación federal y extraterritorial. Incluye autores que nacieron y viven en distintas provincias argentinas –desde Salta hasta Tierra del Fuego– y otros radicados en el extranjero (Holanda, Francia, España), que encarnan una argentinidad poética ‘extraterritorial’ (George Steiner), ‘glocal’ (Vicente Luis Mora) y ‘posnacional’ (Bernat Castany).
Marisa Martínez Pérsico
Roma, octubre de 2021