La cercanía a veces es muda
Se me va lo que va quedando de mí
¿Dónde guardé ese tiempo
que fui yo de nuevo
por primera vez?
Perderte en mis palabras ahora
que justo me encontré
en la poesía de otros.
Si fueras lágrima
te lloraría a mares para dejarte
ir río abajo.
Basta de dibujar en páginas blancas
siluetas de lo que pudo ser
en esas horas sin memoria.
No logro traducir el idioma del vértigo
no encuentro gramática
que me diga cómo caer.
Lo más seguro es no saber
adonde llegar
por el riesgo de olvidarlo.
Me escribiré una carta urgente
y esperaré anhelante
a que alguien me conteste.
Una gota en el mar del mundo
No esperar a tener la razón para tenerla.
No anhelar la libertad para ser libre.
No desear estar viva para vivir.
Ser una gota en el mar del mundo
Ser una ola, ser una sola
Ser una misma, en cada segundo.
No escribir el guión para poder actuar.
No fabricar alas para poder volar.
No esperar a la música para poder bailar.
Ser una gota en el mar del mundo
Ser una ola, ser una sola
Ser una misma, en cada segundo.
No encender la luz para brillar.
No ambicionar a tener para dar.
No blandir una voz para ser escuchada.
Ser una gota en el mar del mundo
Ser una ola, ser una sola
Ser una misma, en cada segundo.
Sueño de puertas abiertas
Sueño de puertas abiertas
y por ahí se escapan las horas.
De este lado, los nudos
y el fuego atado a un silencio insomne;
no he vuelto a ver
que se lloraran palabras.
En la ausencia del sentir
mi propósito se reseca
y el liquen primordial se marchita
ante mis ojos rasos de arenas.
¿Por qué duele tanto este callar?
Desaprendí a gritar
y aunque así no fuera, no hallaría mi grito
en el alarido de esta vigilia.
Demasiado ruido.
Abre los ojos.
Cierra la puerta.
Huella
Sobramos en la huella del tiempo
Ecos urbanos en el espacio
olores procesados
sabores procesados
No hay horizontes vírgenes
en la huella irreversible
miradas procesadas
instinto procesado
El hormigón invade mi pecho
una nostalgia industrial me desmonta
quisiera ver más allá
antes de la huella
La cercanía a veces es muda
mirarse de lejos
olvidar el lenguaje
renacer pese al orden
aprender a decirse
la materia no importa
el vacío sabe que no es
y la cercanía a veces
es muda
Noche de fin de año
El año que tuvo que ser, sustituye al que nunca fue.
Años transformados en polillas, volando en la habitación en donde Una ha debido aislarse. Aunque siempre haya estado aislada.
Aún suenan fuegos artificiales.
Una se aísla porque ya no requiere celebraciones puntuales, ahora que su vida entera es una celebración. Una se aísla, más conectada que nunca.
A velocidad de la luz
Cuando Una se vacía de sí,
se convierte en singularidad
a una velocidad parecida a la luz.
El viaje
Esperar puede llevar a ninguna parte.
Otro estado de consciencia
Inadvertidamente le cantó la puesta de Sol al gallo.
La naturaleza entera se confundió,
el horizonte se descuadró.
Salí a la calle en camisa de sueños,
los árboles habían marchado
sin dejar rastro de sus raíces.
Las golondrinas se habían exiliado.
Los frutos se habían preñado
de sus semillas.
La luz, sostenida por un hilo,
colgaba boca abajo, mirándose al espejo.
No era día, tampoco noche,
sino otro estado de consciencia.
Y la gente
había adquirido el color
-polvo-
de sus huellas.
Una no lo es hace más de mil años
Una no lo es hace más de mil años (contados con ábacos de pestañas caídas en abrir y cerrar de ojos redundantes). Iteraciones de Una misma saturan los códigos del tiempo, que en otro tiempo alguien programó. Y es perfectamente vectorial el eterno despilfarro de este vals de binarios[1].
A veces, por una suerte de azar de contornos magnéticos, Una colisiona consigo misma en esos pasillos de deseo cuántico (donde fluidos ajenos rechazan destinos sinusoidales). En cada repetición, o en cada existir sin ser, Una busca con desesperación, y aún más irreductible desenfreno, el escondite secreto de esa palabra donde la nacieron. Un lugar de un rojo viscoso y denso, repleto de engranajes de voluntades más oxidadas que la de Una. En esas escasas y bellas ocasiones donde Una lo encuentra, observa la vastedad de su memoria. Sueña, entonces, con triángulos en flor y círculos germinados, en ese jardín de péndulos que atestigua el principio, sin fin, del sempiterno viaje a Una misma.
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Nota
1.Matrices inversas coreografiadas de Una.