Amelia Lícheva

Retro

 

 

 

(Traducción al español directa del búlgaro de Marco Vidal González)

 

 

 

Pudor

 

Ese sentimiento que discurre por las calles de hoy, de orgulloso pasotismo,

de autocomplacencia y de inquebrantable confianza en uno mismo,

de confesiones vertidas en facebook, de desnudez y sobreexposición,

en las que hace tiempo que no existen límites;

aquel sentimiento que puede dibujarse

cuando se hojean los álbumes de historias familiares

y se vislumbra

cómo se asoma desde los gorros de los hombres y los paraguas de las mujeres,

desde los zapatos, los volantes, los pantalones charleston,

desde las corbatas y las bufandas,

desde los peinados, los flequillos, y a veces también desde las sonrisas,

habiendo ocultado el impulso de los cuerpos y los labios.

 

Se marcha, el rojo se aclara,

ahora incluso ya no se ruboriza,

los rostros están con su tono natural o cubiertos de polvo,

con máscaras, con base de maquillaje,

incluso el colorete ya no está de moda,

es algo anticuado – afirman los maquilladores

 

el pudor es pasado,

de la época de las acuarelas

y los sentimientos latentes.

 

 

 

 

Retro

 

Con delicadeza ordenan los libros,

los vinilos, las partituras,

con elegancia los cubren

para que permanezcan conservados

tanto de la lluvia como del sol,

tienen cobijo para ellos

así como escaparates improvisados,

esperan a que alguien se detenga

para hojear, para acariciar,

para besar

y que finalmente decida comprar algo

de su autor o música favorita

y para que vuelva, así,

a su infancia

– la juventud del mundo –

a todos aquellos años inocentes

ajenos a la celeridad del presente…

 

Niños con sus padres,

parejas enamoradas y

estudiantes

se detienen

arrastrados por autobuses turísticos,

pero ellos no miran lo viejo,

no reconocen las cicatrices de lo querido,

lo apreciado, lo significante,

ellos solo preguntan por el precio de los souvenirs

colocados en la primera fila

no para ganarlos,

sino para atraer a los turistas,

aquellos que deben verlos y retenerlos,

para que sepan,

que ellos, los libreros de viejo

siguen por las orillas del Sena

y silentemente luchan por la vida…

Por la vida tal como fue.

 

 

 

 

Fracasada

 

Aprendo

a ampliar mi horizonte

a cultivar mis amistades

a seguir todos los roles y arquetipos

a ser como los normales,

para que haya junto a mí, y detrás de mí,

para que sea ligero, fácil y claro

entre la barahúnda y el eco,

entre risas e incluso lágrimas.

No puedo.

No aprendo,

no asimilo,

no me sale nada bien.

Mi mundo tiene la talla

de una prenda que se ha quedado

demasiado pequeña.

 

 

*

 

Decidí hacer una apuesta

 

con Dios:

ser buena,

ayudar,

no ignorar a los mendigos,

ir a la iglesia,

ofrecer para el futuro

lo que de mí se requiere,

así como realizarlo.

A cambio de todo esto deseé

que la vida continuara.

 

Pero fue demasiado tarde,

pues ni la lotería juega

con la vida,

ni Dios cree en promesas.

Amelia Lícheva

(Sofía, Bulgaria, 1968). Poeta y crítica literaria. Se desempeña como profesora de Teoría de la lite ... LEER MÁS DEL AUTOR