El lenguaje de la ciudad
Nueva poesía italiana
Sección al cuidado de Cinzia Marulli
Traducida al español por Stefania di Leo
En los barcos de los pescadores las intenciones
son cadenas de amarre tiradas en el muelle,
un dolor de metal pesado dentro de los huesos.
Agacharse a buscar el anillo perdido,
cavar con la mano en la sal
encontrar el anillo de bodas debajo de las uñas.
Cruce habitual después del puente
los trabajadores esperan el trabajo con los ojos cerrados,
en el suelo un sobre dorado evoca un amanecer literal.
*
La ciudad no me enseñó su idioma,
No quería aprenderlo, da miedo.
escuchar el sonido del abismo,
la oscuridad en la garganta que traga.
Esa es la voz de la ciudad cuando llama,
la noche es como el día, la luz se cierra
a los párpados, y los niños en sus manos
piden la luna y beben vida,
mientras nosotros somos arena que quisiéramos sumergida.
*
El chirrido de los rieles es el lenguaje de los vivos,
bajo la carreta de óxido el tránsito pesa más que huesos.
Los muertos dan miedo, son la sombra de los olvidados
reposan donde no se oyen y no están oídos,
el espacio de la tierra está estrecho como el brazo de un niño desnudo.
El aire que pasa insinúa fe, es el calor del agua en la frente
en invierno el siroco se congela, el sudor es una culpa
en las piezas de acero para reflejarnos como no somos.
*
No hay forma de que pueda unirme a la ciudad.
en sílabas que terminan. ejercicio inútil
las pocas palabras de mi cobardía,
incapaz de decir lo que se debería,
un suspiro sin aliento. yo recuerdo
cuando volvimos al puerto al amanecer,
vagones con injertos de acero al cuerpo de la madre.
Vimos las vías del tren desde arriba,
brazos y piernas torcidos, los miembros de un alma
que se están desprendiendo. Los años se deben a nosotros
nos sentíamos completos, pero ya no éramos nosotros,
éramos otros.
*
La piel es el retrato de las estaciones,
el verano nos olvida, asfixia a las almejas
bajo los pies codiciosos en la orilla del mar.
Duele ser niño,
usar mascaras para ver el abismo
y luego emerger como seres humanos.
El tiempo trae el eco de la risa a la orilla,
manda las manos envejecidas por el agua
disolver con sal nuestras escamas.
-Da La Lingua della città / De El lenguaje de la ciudad
(Delta Edizioni, 2021)