Yo misma
EL CRIMEN
Maté a la vieja que me comía las ensaladas
la que orinaba sin compasión en el piano antiguo
la que meneaba su cola justo en la enciclopedia
cuando marcaban la hora exacta los campanarios
No fue difícil, tuvo los gestos que yo esperaba
(aunque vagamos, justo es decirlo, tras los sahumerios
no comprendía el alcance mismo de mi esperanza
ni las palabra almibaradas con que la atraje
Vestía ropas incomprensibles para una anciana
túnicas cortas y estrafalarias caligrafías
en actitudes de colegiala versos
que a veces fueron recopilados en almanaque
Era tan triste la pobre vieja, pasaba hambres
rancios pescados, cebollas fritas, nombres ilustres
con todo aquello confeccionaba sus comistrajos
y era tan ciega la pobre vieja que me asfixiaba
por eso tuve sin compasiones que asesinarla
Puse la música, marqué los pasos, medí las cuerdas
en torno al cuello de la poesía, le di de palos
cuando la tuve semidesnuda logré zafarme
sus piernas flacas en las costillas se me enterraban
Pero vergüenza de la vergüenza, no tuve tiempo
entre los golpes y las promesas de vida nueva
de conseguirle un vestido digno para su muerte
AQUÍ SE VENDEN FLORES
Los mejores espacios son los trasuntos del alma
Para reír es preciso haberse equivocado
Los hombres se acostumbran a veces a sus hijos
y consiguen con ellos grandes parecidos
Tienen fuerza en las manos a punta de mentiras
Aunque no deja de llover
aquí se venden flores.
No hay manera de portarse bien en este mundo
todo cuanto se haga parece fuera de lugar
Hay un piano en la calle bajo la lluvia
Llamen a los bomberos
Las situaciones preciosas
han perdido vigencia
El agua sigue entonando su muerte.
TAN SOLAMENTE
Yo rivalizo conmigo:
No estoy a la altura de mi condición.
Me topo con sorpresa contra mi propio yo.
Me sucede que no canto como quisiera.
Balbuceo y escucho una lejanía.
Tímidamente me alzo en lluvia.
Escojo, por no dejar, un nombre para darme.
Y no me siento interpretada.
Tan torpe como soy. Tan solamente.
Tan única y tan ella y tan dolida.
Y la gran carcajada que me gasto.
Y las ganas de ser y de quebrarme.
Rivalizo conmigo y esta pugna
vagamente grosera me invalida
las mejores gestiones amatorias.
Y mi propio amor, mi boca para el beso
mi discutible condición angélica
se me van convirtiendo en impostura.
YO MISMA
El animal que sólo tenía cuatro patas
vislumbra la potencia de cualquier modificación:
lo inesperado se acerca gozoso.
Soy yo quien hace lo inesperado.
Animal de millones de ojos
maravillosos y equívocos.
Me he elegido yo misma
para la contemplación permanente
de lo invisible.
No a la catarata cómica.
No a los pasos de baile.
El animal debe tener el valor de su propio pelaje
y la constante fidelidad
de su magnífica ignominia.
Vislumbremos siquiera y es tan grande
el hallazgo de nuestras propias patas
indiscutibles.
Las ideas nunca son más ni menos
que fragmentos del hombre.
LETARGOS INDEBIDOS
He resuelto morir en la miseria
el esófago carcomido por la indiferencia del mundo
Soy poeta de primera línea:
a mi paso los caballos de cola rizada se encabritan
Ahíta de letargos indebidos
he resuelto propiciar ceremonias fúnebres
La necesidad es un fantasma
de buena familia. Yo no carezco de nada
Mi fortuna es un asunto evidente
Dispongo de todos los espacios
Mi cuerpo imprudente sabe omitir el anhelo
justo en el trance de la desesperación.
Un hombre deposita su desvaría en mi frente
Luego se trata de capturar la sinfonía
Hay un retrato antiguo y una tristeza
que se van destiñendo.