Oscar Oliva

A la velocidad de los acontecimientos planetarios

 

 

Por José Natarén

 

Podemos pensar la poesía de Óscar Oliva desde que nada de lo humano le es ajeno, como dijo Publio Terencio, sentencia que harían patente siglos después Leonardo Da Vinci y Gottfried Leibnitz, y los ilustrados como Diderot y D’Alembert, y, claro, Goethe. Poesía fincada en la sed de conocimiento y como vía de trascendencia, por el sentimiento trágico de la vida, diría Unamuno. Y ningún hombre es extraño al poeta, contemporáneo de todos, su patria es el mundo.

  Cierto barroquismo en la escritura de Oliva se consolidó a partir de Lascas y en Escrito en Tuxtla en los que no hay un solo “espacio vacío”. El poeta concibe la composición de ambas obras como manifestaciones y momentos de una obra más parecida a la capilla del Rosario, en Puebla, que a los templos románicos y góticos; con sujetos líricos cuya visión resuena o se acopla con naturalidad a lo barroco que a lo romántico: se conjura el horror al vacío con una sobresaturación de significados, símbolos, alusiones, referencias, nombres, reiteraciones, desdoblamientos, como también se advierte en Escrito en Tuxtla¸ sin reivindicar el folclore, sino evocar con nostalgia una supuesta edad de oro, sino exhortándonos a penetrar la voluptuosidad de significaciones y complejas interrelaciones a las que tenemos acceso en este siglo XXI.

   Esta perspectiva, universalista, del arte total en un solo libro, tiene más de interpretación de la historia de la cultura que un sentido místico o religioso, uno de los impulsos principales del barroco. Por supuesto, esto corresponde a la formación primera, la visión del mundo base de la perspectiva del poeta: el materialismo histórico y las dialécticas, de Hegel y de Marx, claro.

   Sus lecturas de la Fenomenología del Espíritu, y de la obra del nacido en Tréveris, como El Capital y El Manifiesto del Partido Comunista −sobre todo en los años en los que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México y en el Colegio de México, y sobre todo, por su cercanía con José Revueltas− no solo estimularon el ánimo del poeta por transformar la realidad mediante la palabra y la solidaridad con las luchas sociales, como es claro en Estado de Sitio, sino que se manifiestan por una continua necesidad de interpretar la historia del arte y la poesía desde la realidad particular y concreta hasta alcanzar la universalidad, postura que, junto con el asombro y apropiación de los alcances intelectuales de la humanidad a lo largo de 28 siglos, determina la trilogía EstratosLascasEscrito en Tuxtla.

   También se aleja del neobarroco en boga a fines del siglo XX. La escritura de Oliva, por momentos, más bien se interpreta como homenaje o imitación de Sor Juana, Quevedo y Góngora. A la par, abreva de la poesía moderna (Huidobro y Neruda, también Jiménez y Lorca) y los poetas de lengua inglesa, como Eliot, Pound, Cummings y, claro, Shakespeare y Keats. La poesía italiana de Ungaretti y Pavese, y los vanguardistas como Marinetti y Apollinaire, traducido en México por don Agustí Bartra, mentor de “La Espiga Amotinada”.

   No obstante, es preciso señalar que no es el poeta de los caligramas, sino el simbolista de Le bestiaire y de Alcools, al que mejor asimiló. Además, la transición del personaje de Escrito en Tuxtla, aunque, en sentido contrario, recuerda la transformación en hombre, como Tiresias el vidente de Tebas, de Teresa, protagonista de Les Mamelles de Tirésias obra teatral del nacido en Roma, cuyo subtítulo, “drama surrealista”, fue retomado para caracterizar el célebre manifiesto de André Bretón, como es sabido. En este punto, es importante destacar, de acuerdo con el propio poeta, la influencia que significó para su escritura, el texto monumental de Blaise Cendrars. La prose du Transsibérien et de la Petite Jehanne de France (La prosa del Transiberiano y de la pequeña Juana de Francia), publicada un año antes del inicio de la primera gran guerra europea, al igual que Du côté de chez Swann (Por el camino de Swann) el primer libro de la obra magna de Proust.

   Los griegos modernos como Kazantzakis, Seferis y Kavafis, por supuesto, son autores asimilados por el poeta. También la poesía china (Li Po o Zhuan Tzi), la provenzal francesa y la poesía mística como la de Santa Teresa de Ávila, entre otras, convergen en el ADN de su obra. En sus palabras, invirtiendo el sentido del lema délfico:

Siempre he pensado que la poesía surge de la poesía, que, si nosotros los escritores de lírica estamos atentos a lo que escribieron san Juan de la Cruz, Rubén Darío o César Vallejo, hablamos de nuevo con los muertos. Mi poesía surge, cae, decae de muchas formas: a través de lo leído y lo vivido, con la circunstancia de lo que hoy podemos hacer con esta aceleración del conocimiento: comprender un poco más el universo y, con ello, un poco más a nosotros mismos[1].

   De este modo, el diálogo con la historia, no solo de la poesía, de la literatura, sino de los pueblos, el gran relato de Occidente, se comprende dinámica cíclica, con la reiteración de los ritos y los símbolos, como el poema dedicado a Marco Antonio Campos, “Notas históricas con un retrato de Ligia”[2], en el que el águila de César es el águila del Duce.

“Marcha sobre Roma” (28/X/1922)

Sacrificios especiales de generación en generación,

como los de Nauti a Minerva, Fabii a Hércules

y los de los señores de la industria textil y mecánica

de Turín, Milán y Bolonia a Vesta al cerrar sus fábricas

para crear la masa de desocupados,

desorganizar a la clase obrera,

romper su columna vertebral,

Fusilamientos en masa:

mantener el fuego sagrado en el altar doméstico.

   La calma de la casa antigua es la misma lánguida tranquilidad del hogar pequeñoburgués, bajo el hado conservador de la diosa del hogar. Los mitos encarnan, arquetípicos, edad tras edad. En este poema, un discurrir de escenas y temporalidades, también se canta a la amada, en una segunda voz que emerge como un eco interior, como pulsión del inconsciente, como estribillo memorable:

La catástrofe no tiene límite:

ven cavadora de esmeraldas

¿más verde en el interior de una esmeralda?

   (…)

Canción ve sin tardar hacia la hermosa

−  Ligia, Ligia

¿qué es lo que amo y dónde estás?

   Ligia, la joven cristiana protagonista de Quo Vadis?, la novela de Sienkiewicz es la amada del poeta que también observa al poder político y religioso de la Italia fascista:

24 horas de marcha continua a contracampo.

Otoño quizá, oro el acero terso,

insignias en haz: Ángel, León

Águila y Toro, cuando él dijo: − ¿Sabe usted

que estoy preparando grandes cosas?

MUSSOLINI DESTRUYE EL SISTEMA CAPITALISTA

El César orinó en el mar y dijo:

− Todo es mi orina.

  Cada uno de los 34 estratos de Lascas, −34 como la suma del cuadro mágico que plasmó Durero, también invitado al simposio de Lascas, sobre el ángel en La Melancolía− es un espacio en el que transitan y se encuentran, dialogan y se matizan mundos: sistemas de pensamiento, visiones del mundo, lenguajes, culturas, en una recuperación del espíritu analógico de la magia, más allá del trasfondo religioso, en una espiritualidad moderna, renovada, en el que los arcanos y conjuros ceden a los teoremas del álgebra moderna y las formulaciones de la mecánica cuántica relativista; las exégesis de los sabios esotéricos se tornan en modelos; en vez de egrégores y éteres, pensamos en la electrodinámica de los campos y el vacío cuántico, alcances del pensamiento y la imaginación que permitirán los viajes al espacio, aunque siempre traspasados por las violentas contradicciones de la condición humana, como en la cinta de Stanley Kubrick,  2001, Odisea en el Espacio o en su homóloga rusa Solaris de Andrei Tarkovski.

   En esta circunstancia, Oliva se distingue por poetizar fenómenos vitales con nociones y lenguaje de la ciencia. Es, quizás, el primer poeta en México que habló de fotones y del ciclo menstrual, por ejemplo. En “Mar sin palabras”[3], dice:

Se

hinchan

los ovarios

y el óvulo almendrado,

frágil,

opalino,

se agiganta en tres días de viaje.

   (…)

No hay vino,

no hay agua,

no hay leche,

sólo sangre

empujándole

la

sangre

hacia abajo,

sólo escupitajos de alondras

en el polvo que se enconcha

Como una tortuga que fluye;

llanto de borrego o buey descuartizado.

   Se advierten dos situaciones embrionarias en el poema: la intención de trasladar el pathos de la voz poética, de los masculino a lo femenino, aunque no se concreta, tanto así que se escribe a distancia, en tercera persona. Este vector alcanzará puerto en Escrito en Tuxtla, cuando el yo poético deviene femenino, ¿o andrógino, como el Adam Kadmón de la Kabbalah, y con doble rostro, como Jano bifronte?

   Por otra parte, se alcanza a vislumbrar la agonía del lenguaje que es agonía del yo poético, como desarrolla con preclara inteligencia Eduardo Milán a propósito de Lienzos Trasparentes:

La poesía es una pasión, representa un estado agónico, no representa un rincón íntimo que resuelva la crisis del que habla. (…) el lenguaje ya no es vehículo de una ajenidad llamada “dolor” a la que canta, sino que se confunde con él: si el sujeto que emite evidencia una desintegración. El lenguaje poético ya no sublima el padecer del existente: se pone al parejo con él[4].

   Además de la biología, el poeta está al tanto de los avances correspondientes hasta su momento de las disciplinas físicas como la astronomía y el electromagnetismo, como se aprecia en “Fin de fiesta”[5]:

Unos fotones que atravesaron más de 1000 millones

De kilómetros de espacio,

Llegaron a la Tierra el 16 de octubre de 1982,

Trayendo consigo un mensaje largamente esperado

Estas partículas de energía radiante,

proveniente de la luz solar reflejada por un trozo errabundo

de hielo sucio

dejaron una débil impresión de 200 pulgadas

en Monte Palmar

Los astrónomos vieron el punto de luz,

reconocieron su significado: el cometa Halley volvería a estar

a la vista. Ahora está más allá de la órbita de Saturno.

En 1910 mi padre lo vio.

Abarcaba todo el Cielo de Tuxtla

mi padre quiere volver a verlo montado en su caballo,

tocarlo de nuevo en el cielo de Tuxtla,

   (…)

Pero el cometa no brindará un espectáculo tan impresionante

como en 1910, porque estará

al otro lado del sol

cuando su cola alcance su máxima longitud

de 90 millones de kilómetros.

   En este caso, además, se puede recuperar el componente mítico, en la figura del padre, personaje que aparecerá en su poesía como un espejo en el que poeta observa el tiempo, el anterior a su nacimiento, como su infancia, juventud y destino, su travesía desde y hacia Tuxtla, como el cometa que se muestra cada cierto tiempo, cíclico, como el mito, siempre vuelve.

   Los motivos de este poema, parte de Trabajo Ilegal (1984) volverán en Lascas (2017). La obra de Oliva, orgánica, con vasos comunicantes, arterias y conductos ocultos de una poética que, si bien no obedece a un proyecto o programa deliberado, con una arquitectura similar al laberinto de Cnosos, con pasadizos discretos y espejos en los que el poeta se reconoce y comprende la realidad, y nos permite trazas líneas de interpretación en torno a ciertos símbolos, por ejemplo, el cometa (roca en movimiento continuo, hielo e hidrógeno, identidad masculina, alusión a sí mismo en relación con el padre, por el fenómeno de 1910) y diamante (estructura de muy baja velocidad molecular, casi en reposo, a comparación del carbono, la base de la vida fértil, acumulación de siglos de carbono, la dureza, lo femenino, la mujer amada).

   Arquetipos, imágenes del inconsciente colectivo, los personajes y los mitos de su propio universo, que van y vienen, transitan como la voz del poeta. Aún más: se convierten en indicios de la consistencia y unidad de la obra, desde La voz desbocada hasta Escrito en Tuxtla. ¿La obra de Oliva no será, acaso, un solo libro en varios títulos, un poema, una imagen poliédrica, una interpretación del mundo y fundación de su propia realidad de cuyas mutaciones hemos sido testigos, compañeros y partícipes, lectores, que se suman a cada entrega editorial, desde 1960?

   De ahí que, tal como se hizo en la edición de Trabajo Ilegal o Iniciamiento, se puede configurar un libro, crear un poemario, componer de nuevo con poemas anteriores, puesto que todos están escritos en un mismo tiempo, el ahora, como precisa Luis Arturo Guichard[6]. Las combinaciones de los mismos artefactos que posibilitan la experiencia poética, los poemas, permiten la emergencia de nuevos sentidos, de una realidad más plena.

   El extravío del sujeto, su extrañamiento ante lo otro, se vierte en múltiples registros del lenguaje como una bitácora de viaje con aires de naufragio, como el viaje de Odiseo a Ítaca o el del Marlow de Conrad al Congo. La interpretación del mundo y de la historia, universal y personal, traspasada por la experiencia del desarraigo, de la pérdida de calma, de la unidad primordial, la ausencia primera, más allá de un dolor u otro.

Cuando el dolor se calma,

cuando una banderola me hace señas,

un gallo picotea mis astillas;

me incorporo y es la otra ciudad,

otra culebra cegándome,

donde soy

el cometa

que viaja fuera de su curso,

y que de pronto

se da cuenta

que ha llegado

a una estación

sin cráneo

   Por otra parte, el caso de “Eureka”[7] (1848), de Edgar Allan Poe, dedicado a “aquellos que sienten, más que a los que piensan”, y en particular a Alexander Von Humboldt, texto elogiado por Valéry, celebrado por Baudelaire, poema o prosa o ensayo cosmogónico en el que Poe, si bien, no con afán científico, ni con el rigor de la argumentación o la metodología propia del ámbito, se aproxima o, incluso se adelanta, mediante imágenes poéticas, al planteamiento de ideas −luego conceptos, teorías y objetos bien definidos, como los agujeros negros y la expansión del universo, así como su futuro colapso, lo que los hindúes llaman la inhalación de Brahma− y la solución de algunos problemas como la razón de la negrura del cielo, en una época en la que el número de estrellas se especulaba infinito. En el poema (¿escena, capítulo?) XII de Escrito en Tuxtla[8], Oliva apunta:

No sé realmente desde qué respiración continuar, no me hallo,

escribo, borro, rompo todos los papeles, aviento los pedazos

para que me caigan en la cara y pueda medir cuánto tiempo

falta para que llegue hasta mí la primera onda expansiva,

en el límite de la tensión poética, al potenciar una palabra con otra,

hasta que me sosiegue al final del laberinto, con mucha sed,

sin hemorragia, y pueda ver de nuevo la Y de la Vía Láctea,

la de Edgard Allan Poe, con el café que me proporcionará horas

paradisíacas, como si ya estuviera en la alberca hidrotermal.

  ¿Qué sentimos, nos iluminamos de inmenso con el protagonista de Escrito en Tuxtla o como su autor, motivado por Humboldt? ¿Observamos a través de la Y mayúscula desde ella? ¿Qué próximas conquistas del pensamiento científico anidan en la poesía del siglo XXI?

   El poeta siempre ha sido el que sabe. El mago sigue oficiando en el altar del conocimiento, como humanista y hombre que sabe de ciencia, que dialoga con su tiempo. Es el mismo Merlín (o Merddin, diría Robert Graves en La Diosa Blanca) a cuyo consejo el rey Artús decido con acierto. El mismo Samuel que vaticina el reino de David. El viejo o brujo, a la diestra o siniestra del jefe de la tribu. Mago o profeta, el poeta posee el conocimiento del mundo al que la sensatez invita a consultar. El mito del rey poeta entregado al designio de la diosa, en términos de Graves, también se actualizan en las imágenes de Lascas, como escena de una revelación. Oliva escribe:

Darío soñó ser enterrado sin caja mortuoria, en posición fetal. Desmembrado en 5 partes como Orfeo al ser descuartizado por las bacantes; envuelto con la túnica de acacias de la muchacha negra que pintó Cosimo Tura en los frescos del palacio de Schifanoia. No se despertará, desnudo, en la mocedad de la muerte, abrazado a la diosa abisinia del Sahel[9].

    El sueño del poeta, Darío, el primero entre sus pares, como Orfeo, muerto por las bacantes, con la furia con la que las Erinias deseaban ajusticiar al matricida Orestes. Las bacantes, tías de Dionisos, según Eurípides, destrozan al vástago de Apolo, aquel que bajó al infierno por amor a Eurídice, manifestación de la riña entre lo dionisíaco y lo apolíneo, las categorías de Nietzsche en El Nacimiento de la Tragedia, oposición asumida por Robert Graves en La Diosa Blanca, la sanguinaria matrona de los poetas, la misma, negra deidad venerada en el Sahara, en la Etiopía de la reina de Saba.

   Porque el mundo es sagrado, el poeta lo sabe y tiene un instrumento para reinventar el sueño de la realidad, una máquina viviente para operar al fondo de la realidad, una suerte de golem, monstruo de la tradición kabbalística retomado en la novela homónima de Gustav Meyrinck, como en el Moderno Prometeo de Mary Shelley; como un nagual, el poeta crea un artefacto verbal con vida propia: el poema. Recuperación del sentido mágico de la poesía. Y de la inagotable potencia de la página en blanco del día quinto, previa de la creación del hombre, o de la “página por concluir”, similar en su apertura al espectro de posibles soluciones:

borrando todo para dejar nada más espacios neutros, espantando a las moscas

que me han transmitido la enfermedad del sueño, las moscas de las cebras,

así paso del pánico al estupor y del estupor vuelvo a enamorarme de algunas frases,

de este único canto, gregoriano, con interrogantes sin respuesta, responsorial,

aislado, monódico, crepitante, lleno de insectos en la página por concluir

 −y de uno que otro Golem de cristal escapado de Dark Souls de Miyazaki−[10]

   El cuadro de los centauros y Darío alucinante, parte de una narración que interrumpe a otra se entreteje a otra en “Historia de interrupciones” en una, el poeta recrea una escena de su infancia. “Teje y desteje la trama”, su historia y la Darío, príncipe de los poetas, cuya embriaguez perenne dialoga la tradición, con Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y cuyo alcoholismo y labor diplomática contrastan como la doble naturaleza de los centauros, los “crinados cuadrúpedos divinos” de su coloquio, como Éurito, raptor de Hipodamia, de quien dice Ovidio en la Metamorfosis:

Porque a ti, el más bestial de los bestiales, Éurito, te ardía el corazón tanto por el vino como por la visión de la novia, y reinaba una embriaguez que duplicaba la lujuria.

   Los centauros, en el Canto XII, de la Comedia saldrán al paso de Dante luego de ofuscar al Minotauro, en la entrada del séptimo círculo del Infierno; son encargados de justicia, custodios de los violentos; “el noble Quirón, ayo de Aquiles” como de Teseo, el iracundo Folo y Neso. La actitud de Teseo, contrapuesto a la bestialidad de los centauros como del Minotauro, recuerda la expulsión de los mercaderes del Templo, como es bien reiterado desde hace siglos. Teseo fue visto por el mundo cristiano como alegoría de su redentor, como tanta hermenéutica forzosa se hizo con los clásicos grecolatinos.

Aparece Rubén, con hábito de cartujo, los ojos extraviados, dando de gritos, sudoroso.

¡Relinchan los hermanos de doble naturaleza, Éurito desgarra el velo de Hipodamia, la recién casada!

¡Salta Teseo, colérico, como en el lienzo de Rubens![11]

   Una vez más, se aprecia la presencia de la pintura en la obra de Oliva, al referir a la pintura al óleo, pintada por el maestro holandés alrededor de 1636 y conservada hoy en el Museo del Prado. Darío, a la vez Teseo y Éurito, católico, religioso y hasta esotérico, padeció también las estancias en el inframundo y las consecuencias de la continua resaca, impulsada por el otro, desde el ello, de acuerdo con el psicoanálisis. Era inevitable, como advertimos desde el “Responso por un poeta descuartizado”[12], escrito por Efraín Huerta para el autor de los Cantos de Vida y Esperanza:

Claro está que murió —como deben morir los poetas,

    maldiciendo, blasfemando, mentando madres,

viendo apariciones, cobijado por las pesadillas.

   En el poema, como en la vida, se advierte la imagen del otro, posibilita su careo, un espejo opaco, un transformador o reductor de la refulgencia del ser, para contrastar, para lograr encontrarse, tener sitio, entre matices, como en la leyenda judía por la que el mundo se crea por el deseo del Absoluto de verse a sí mismo, siendo Otro. En palabras de Oliva:

Yo no hablaría de lo religioso (del poema), sino hablaría más bien de lo mágico, tomado del pensamiento de nuestros pueblos originarios de México, y principalmente de los de Chiapas, que son los que yo más conozco. (…) pienso que los espejos también son un retorno y un presente, y que el juego de los espejos en este libro, Estratos, es precisamente situarnos como una capa sobre otra capa, ya sea, imitando la piel humana o las montañas y los ríos del mundo. Mi poesía en Estratos quiere ser también fragmentos de la realidad, fragmentos de los diversos espejos que van conjugando el ser de la humanidad[13].

  Por supuesto, no es el caso intentar teorizar. Sin embargo, es claro que, para algunos, poetizar implica cuestionar, cuestionar los límites del lenguaje, reinventar, cuestionar la esterilidad del mundo y de la imposibilidad de transferir la experiencia, lo subjetivo. Conocer el mundo. Conocer es escribir, hundir el cincel en la piedra, la pluma en la hoja, el dedo en el teclado, escribir en la conciencia. Poesía como vía del conocimiento, como en la tradición de los románticos. En este sentido, dice Oliva, en Poesía de la Perseverancia, su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua:

Cuando ejerzo mi oficio de poeta, a estas alturas de mi vida, no sé qué es la poesía, por qué ha sido tan perseverante en la historia de la humanidad y, de paso, en mi historia individual. Esta incertidumbre o desasosiego me aporta el impulso que necesito para escribir la primera palabra, y la segunda, y así constatar que he sido y soy un hombre que día a día está aprendiendo a escribir poesía, a deletrearla.  la poesía es conocimiento, como la ciencia o la filosofía, porque siempre está construyendo y siempre está interpretando, es realidad, realidad verbal, como lo expresó Paul Celan. En este oficio, me considero un lector experimentado, como quería Fray Luis de León que fueran sus discípulos. Desde el observatorio de una ventana íntima, he querido que mi poesía no sea un conjunto compacto, acotado. He querido que sea abierta, hasta el máximo de sus posibilidades, para comenzar de nuevo todos los días; para entrenarme en el ejercicio de la antigua poesía, como ya lo hacían en su tiempo los poetas latinos Tibulo y Tito Lucrecio Caro. Con ellos aprendí también que la poesía es conocimiento y que nos instruye en otras artes, ciencias y culturas[14].

   La existencia misma, el ser humano, es justo incertidumbre, posibilidad de determinar a cada momento, y zozobra. ¿Qué hacer? Por lo pronto, leer, leer poesía, trastocar nuestra visión del mundo y nuestra sensibilidad con los sentidos y significados que se revelan en la comunión entre el lector y el autor, a través del poema, esa salamandra portadora del fuego prometeico, de lo más propiamente humano: la poesía.

   Reencontrarnos en esta edad oscura −Kali Yuga, “edad de la riña”, según el hinduismo−, anclarnos en la esperanza; la esperanza de recuperar −crear, recordar− imágenes primeras, la belleza en la vorágine del mundo. El mundo de siempre: desde que el primer primate padeció la emergencia de la primera sílaba significante, las mismas pasiones han sido, son: amor y odio; cólera: la cólera con la que inicia la literatura occidental (“La cólera canta, oh, Diosa del Pelida Aquileo”).

 

 

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FUENTES

BIBLIOGRÁFICAS

OLIVA, ÓSCAR

  1. “La voz desbocada”, en La espiga amotinada. México: FCE.
  2. “Áspera cicatriz”, en Ocupación de la palabra. México: FCE.
  3. Estado de sitio. México: Editorial Joaquín Mortiz.
  4. Trabajo ilegal (poesía 1960/1982). México: Editorial Katún.
  5. Estado de sitio y otros poemas. México: SEP.
  6. Lienzos Transparentes. México: Aldus.
  7. Premio Chiapas 1990. Discurso. Chiapas. Secretaría de Educación-UNACH.
  8. Estratos. México: Aldus.
  9. Iniciamiento. Poesía reunida. Chiapas, México: Aldus-Coneculta-UNACH-UNICACH.
  10. Lascas. México: Aldus.
  11. Poesía de la Perseverancia. Discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, 17 de agosto de 2018, México, UNAM.
  12. Discurso de aceptación de la Medalla de Honor al Mérito Ciudadano “Joaquín Miguel Gutiérrez”. Inédito. Archivo personal de Óscar Oliva.
  13. Escrito en Tuxtla. Chiapas, México: Aldus-ITAC.

 

−GRAVES. Robert. La Diosa Blanca. Alianza Editorial, Barcelona, España, 1983, 701 p.

-HOMERO. Ilíada, Trad. Rubén Bonifaz Nuño, (1979). Bibliotheca Scriptorum R Graecorum Et Romanorum Mexicana. 450 p. UNAM.

HUERTA. Efraín. Antología poética. (Prólogo y selcción de Carlos Montemayor). FCE México, 2006, 145 p.

Odisea. Trad. José Manuel Puón. Prol. Carlos García Cual. Gredos. Barcelona 464 p.

-OVIDIO. Metamorfosis, Trad. Rubén Bonifaz Nuño:

(1979), libros I-VII. Bibliotheca Scriptorum R Graecorum Et Romanorum Mexicana. UNAM. México. 679 p.

(1980), Libros VIII-XV. Bibliotheca Scriptorum R Graecorum Et Romanorum Mexicana. UNAM. México. 805 p.

-NIETZSCHE, Friedrich. Nietzsche I. Obras Completas. Estudio Introductorio de Germán Cano. Grandes pensadores. Gredos. Barcelona. 350 p.

-POUND, Ezra. El Arte de la poesía, (1954), Editorial Joaquín Mortiz, 2ª ed 2ª reimp., México, 1986, 121 p.

-MILÁN, Eduardo. (2018) Yo que se apoya en tierra purpúrea precisa un espacio Hudson. Fondo Editorial, Universidad Autónoma de Querétaro. Querétaro 125 p.

-SHAKESPEARE, William. Obra Completa, edición de Andreu Jaume (2016), tomo II “Tragedias”, Penguin Clásicos. España. 1436. p.

 

VIRTUALES

-Historia de Enrique, fi de Oliva. Edición, introducción y notas de José Manuel Fradejas Instituto Cervantes. Rueda.https://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/fi/default.htm.

-ARGÜELLES, Juan Domingo. “La magia del poema, las otras realidades y el dolor de la violencia presentes en los estratos de Óscar Oliva”.

https://literatura.inba.gob.mx/2091-la-magia-del-poema-las-otras-realidades-y-el-dolor-de-la-violencia-presentes-en-los-estratos-de-oscar-oliva.html

-TALAVERA, Juan Carlos. “Entrevista con Óscar Oliva. El Excélsior”.

https://www.excelsior.com.mx/expresiones/2018/02/10/1219480.

 

 

Notas

(1) “Oliva: la poesía puede conjurar la dolorosa realidad” nota de Jesús Alejo Santiago en Milenio.

https://www.milenio.com/cultura/oliva-la-poesia-puede-conjurar-la-dolorosa-realidad

(2) Ibidem. Estado de Sitio y otros poemas. p. 184.

(3) Ibidem. Iniciamiento p. 154.

(4) Eduardo Milán “Sobre Lienzos Transparentes de Óscar Oliva”, en Iniciamiento, p. 772.

(5) Ibidem. Iniciamiento. p. 273.

(6) Luis Arturo Guichard. “Ahora: una lectura de Óscar Oliva”, en Iniciamiento p. 791.

(7) Sobre Eureka pueden consultarse: https://hmong.es/wiki/Eureka:_A_Prose_Poem.

(8) Ibidem. p. 52.

(9) Ibidem. Lascas p 47.

(10) Ibidem. Escrito en Tuxtla. p. 70.

(11) Ibidem. Lascas p. 47.

(12) Huerta Antología. p. 96.

(13) Ibidem. https://literatura.inba.gob.mx/2091-la-magia-del-poema-las-otras-realidades-y-el-dolor-de-la-violencia-presentes-en-los-estratos-de-oscar-oliva.html

(14) Ibidem. Memoria. p. 11.

Óscar Oliva Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Perteneció al gru ... LEER MÁS DEL AUTOR