La vida (Fragmentos)
(Traducción al español de Eduardo García Aguilar)
Sacamos nuestra fuerza de la fuente de los cuatro elementos. Calentamos nuestro corazón con palabras apacibles e incendiamos el cielo. La sangre que fluye por nuestras venas posee todos los colores e ilumina nuestros rostros. No estamos agotados. No estamos cansados. A veces bajamos el ritmo de nuestra carrera y es como si la beatitud marchara a nuestro lado, mostrándose en nuestros rostros con una sonrisa calmada y calurosa. No estamos en la hora del reposo y lo sabemos. Solo disminuimos nuestros esfuerzos durante cortos instantes. Estamos siempre vigilantes. No queremos volvernos a retardar. Seguimos girando con el planeta y el movimiento de las estrellas. Giramos tanto y tanto y desde hace tanto tiempo que conocemos cada parcela, cada riachuelo, cada montaña, cada desierto del planeta como a camaradas que nos acogen con los brazos abiertos. Pertenecemos a este planeta. Es nuestra madre y también nuestra hermana. En su regazo sentimos latir nuestros corazones. Estamos hechos de esta tierra que amamos.
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Atravesamos inciertas ciudades, pueblos indefinidos, campiñas tristes. Vimos la desolación, la tierra devastada. De deshonra en deshonra el frío y las tinieblas toman posesión de los lugares. Nosotros no renunciamos. Volvemos a diseñar ciudades, construimos nuevas aldeas. Cuidamos la tierra donde ha sido herida.
El cuervo nos habla y nos guía cuando es necesario. El cielo es indulgente con nosotros y el calor en verano es más benévolo y el frío durante las noches de invierno mece nuestros sueños sin contratiempos. Los elementos están de nuestro lado. La tierra está con nosotros y nos protege. Seguimos nuestra gira por los mundos posibles sobre el planeta. Pensamos que podemos vivir juntos, que todos los territorios pertenecen a la tierra y que la tierra es nuestra madre. Pensamos que las fronteras son inútiles y que todos podemos vivir a través del mundo, en movimiento. Somos libres de vivir y cruzar todos los continentes. Somos libres y hemos aprendido a viajar en los sueños y las construcciones de nuestro espíritu. Conocemos los atajos y los senderos secretos y los jardines olvidados que cultivamos. Conocemos el sabor de los frutos que nuestras almas maduran. Estamos en lucha permanente. Estamos en la belleza de las cosas. Por eso durante mucho tiempo aun y durante el tiempo necesario seguiremos luchando. Sabemos que después de nosotros nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos seguirán en el impulso.
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Pertenecemos al partido del abrazo. Podemos repetirlo una y otra vez. Nos abrazamos cuando nos reconocemos. Cantamos nuestros cuerpos reencontrados. Celebramos la vida con nuestros besos y la celebramos además en cada uno de nuestros miembros. Vivimos plenamente nuestros cuerpos. A través de ellos el mundo toma posesión de nosotros y nos hace volver a la tierra nuestra madre. Un estremecimiento nos invade y recorre nuestras pieles desde la planta de nuestros pies a la cima de nuestros cráneos. Se levanta un viento que quiere dejar espacio libre a nuestras alegrías. Que sean comunicativas. Nuestras alegrías, pese al desastre contra el que luchamos, son prueba de nuestra resistencia y de nuestra implacable voluntad. Vivimos en el corazón del desastre pero rechazamos el hundimiento. Somos toda una flota, todo un ejército sin odio que avanza para transformar el mundo. Nuestro movimiento, aunque a veces es desordenado, es único e inevitable. Nuestros cuerpos están siempre en movimiento y abiertos al mundo. Nuestros cuerpos están vivos porque se mueven sin cesar. Nuestros cuerpos son un pensamiento vivo que circula.
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No nos detendremos. Sentimos que llegó la hora. Sentimos que los indecisos tendrán que tomar partido pronto. Desde todos los confines del mundo, desde todas las auroras y todos los crepúsculos crepitará la misma luminosidad anaranjada. Nos acompañará la luna. Y nos calmará el ritmo de las mareas. Se descubrirán todas las palabras e inventaremos nuevas. Tal vez comenzaremos por sitiar la Gran Torre. O tal vez viviremos un tiempo en nuevos jardines suspendidos. Tenemos tantos proyectos y deseos. Los realizaremos todos. El tiempo está de nuestro lado.
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Nuestros muertos participan en nuestro movimiento. Están con nosotros. Y con ellos también avanzamos. Saldremos de las tinieblas. Vivimos con nuestros muertos y los respetamos. Paso a paso nos sentimos más fuertes porque sabemos que no estamos solos. Estamos en el corazón del mundo. Estamos en el corazón de las cosas. Somos de otra época. Estamos bajo el signo de los perros. Somos cuervos. Vivimos en paz con nuestros muertos. La noche desciende sobre nosotros como un cortejo y un velo nos envuelve como un capullo para que podamos pasar la noche en la concavidad del recuerdo y en la esperanza de los días venideros. Estamos protegidos de la gangrena y de las enfermedades. Conocemos todos los remedios. Sabemos que nuestro cuerpo no es nada o tal vez un pensamiento para vivir en este mundo. Una imagen para que amemos los espejos. Pero nosotros vemos más allá. Los espejos tampoco podrán robar nuestra alma. Volamos. Nosotros conocemos el cuerpo del cuerpo. Y el cuerpo del bosque. No necesitamos mapas. Conocemos el mundo en el cuerpo del otro.
Somos hermanos de la piedra y estamos hechos de carne y de tierra. Somos el mundo. Y el mundo es belleza.
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Podemos ahora hablar de nuestros proyectos. Redactamos consignas y grafitis. Pintamos sobre los edificios y en nuestros rostros. Queremos celebrar al mundo. En nosotros están todas las palabras de los poemas leídos o escuchados. Vibran y son luz. Destrozan el velo que reposa en las cosas. Salimos de una larga noche. El camino fue largo y seguirá. No volvamos a ser jamás sedentarios verdaderos. Pensemos el mundo como viaje, como desplazamiento. No sabemos cuándo comenzó todo esto. Ignoramos cuándo terminará y si se acabará. Tal vez esta lucha serena y sin odio justifica nuestra presencia en el mundo. Si no luchamos moriremos. Nosotros empezamos a morir. Esta lucha nos hace felices. Con ella transmitimos nuestro corazón al corazón del mundo. Es una lucha infinita y eterna para seguir siendo seres humanos vivos y firmes. Seres que son hermanos y son hermanos del sol y de todas las estrellas. Músicos que se reconocen en el viento y cuyos sonidos se perpetúan sin interrupción. Sonidos que circulan y viajan día y noche en el infinito del mundo. Sonidos que son a la vez sonrisas y expresan la alegría de ser tan pobres hoy porque sabemos que delante de nosotros y alrededor de nosotros todo vibra y nos pertenece. Todos nos pertenece y lo compartiremos todo.