

Thomas Harris: “Creo que la Defensa del Ídolo de Luis Omar Cáceres, es la defensa de la introspección y del viaje hacia el yo a través de la poesía”.
Por Fernando Arabuena
En Cauquenes aún llueve, y entre el zumbido veloz del picaflor y el incipiente amarillo del aromo se cumple el natalicio 118 del poeta Cauquenino Luis Omar Cáceres.
La provincia se viste de voces; la Casa de la Cultura de Cauquenes prepara proyecciones lumínicas, fanzine y papelógrafos con la vida y obra del poeta extraída del “Ídolo Creacionista” de María José Cabezas Corccione; y en radios y el periódico “La Voz de la provincia”, vuelve a despertar la imagen perdida del poeta que naciera en la vieja calle La Victoria en 1904.
Pero todo este reconocimiento no habría sido posible sin el valioso trabajo del profesor, erudito y poeta Pedro Lastra, cuyos estudios y pasión por la poesía de Omar Cáceres revitalizó e hizo posible la reedición de “Defensa del Ídolo”, gracias al trabajo en conjunto de la sección Archivos y Museos de la Biblioteca Nacional.
Y así lo evidencia el destacado poeta nacional Thomas Harris (1956), Magíster en Literaturas Hispánicas de la Universidad de Concepción y parte del comité editorial de la reedición de Defensa del Ídolo en 2013. Un trabajo que lo llevó y lo lleva a ser parte del rescate de uno de los poetas más enigmáticos de nuestra escena nacional.
El destino llama cuando parece llevar la herencia de una voz que nace desde lo más profundo del ser; de un hombre o los hombres; de la poesía.
Estimado Thomas, como parte importante del quehacer poético actual y conocedor de la poesía de Luis Omar Cáceres en el archivo del escritor, ¿cómo fue tu encuentro con su poesía?
Mira, yo leí a Omar Cáceres más bien tardíamente; gracias al profesor, erudito y poeta, Pedro Lastra, que llegó con el proyecto de publicarlo al Archivo del Escritor. Así, a través de unos pocos libros que quedaron en la sección chilena de la Biblioteca Nacional, ya que Omar Cáceres quemó el resto, Pedro Lastra republicó el libro el año 1996 y se esmeró para que el poeta fuera conocido no solo en Chile, sino también en Hispanoamérica y Estados Unidos.
Gracias a eso comencé a entrar más en la poesía de Omar Cáceres. Y qué me produjo: primero un sentimiento de misterio y extrañeza. Lo hermético, tanto en la poesía vanguardista chilena, latinoamericana, europea y norteamericana; tenía mucho de retórica de la época, que es plausible ya que se estaba trasgrediendo y gestando una poética en el mundo; pero en el caso de Omar Cáceres lo hermético no estaba en lo retórico, sino en aquello que debemos descubrir dentro de nosotros mismos.
Era el año 1922, donde hubo muchos hitos: se publicó “Los Gemidos” de Pablo de Rokha; “Trilce” de Vallejo;” La tierra baldía” de T.S. Eliot; “20 poemas para ser leídos en el tranvía” de Girondo, y ahí comienza este proceso de vanguardias donde hay un profundo deseo y necesidad de introspección y entrar en lo onírico; en eso aún sin profundizar de la poesía modernista, refiriéndome a la poesía de Rubén Darío y sus seguidores.
Entonces, cuando leí “Defensa del Ídolo”, me pareció que aquí estábamos frente a la presencia de un viaje; cosa que me interesa mucho porque no siempre es físico, sino también metafísico o personal e introspectivo. Y frente a todo esto, estaba la extrañeza y el misterio; porque Omar Cáceres se introduce mucho en el sentido de lo hermético; del misterio del yo, del misterio del ser, del misterio de la poesía misma.
La primera lectura me dejó, debo reconocerlo, con dudas; pero no en relación al texto, sino con dudas metafísicas, literarias, en relación al yo. Es decir, a la misma textualidad o intertextualidad del libro.
En esos años estábamos conociendo a Huidobro, Pablo de Rokha y Neruda a través de las vanguardias orgánicas o fundacionales de las que habla Bernardo Subercaseaux, y aparece este libro extrañísimo en el sentido de la extrañeza textual. Un libro que requiere muchas lecturas ya que habla, intenta hablar, o abismarse en todo aquello que las vanguardias tratan de dar cuenta, como lo onírico o lo urbano; pero por sobre todo, del misterio de la poesía sin retórica ni superficialidad; sin reiteraciones ni juegos idiomáticos; directo en su viaje introspectivo.
Porque Defensa del Ídolo es precisamente eso: un viaje de introspección hacia el yo, y hacia el yo como yo poético. Su limpidez es impresionante, abismante. Cuando él habla del misterio, de lo hermético; está precisamente abismándose al misterio, abismándose a lo hermético; en lo que no logramos comprender de una forma primera o inmediata. Eso fue lo primero que me indujo a seguir leyendo a Luis Omar Cáceres, porque debo reconocer que mi primera lectura fue inexacta.
El título “Defensa del Ídolo” fue lo que más me dejó perplejo; en el sentido de qué ídolo estamos hablando, de qué defensa. Y traté de buscar ese ídolo al que Omar Cáceres estaba Idolatrando a través de su lectura y la lectura de otros poetas e investigadores como Miguel Gómez: este investigador venezolano, discípulo de Pedro Lastra, que lo republicó el año 1996 en edición de Lom; y que además escribió un artículo notable en la Revista Mapocho, donde Pedro Lastra era del equipo editorial, entrando en el aspecto hermenéutico del texto.
Pero más allá de lo académico, prefiero entrar por lo que sientes con la poesía, lo que te produce la poesía; que para mí es encontrarse consigo mismo y con el mundo; ver el mundo con la mirada de un otro. Así, lo importante es qué veo yo; qué me habla “Defensa del Ídolo”; qué me pide defender. Y si bien he producido muchas otras obras, encontré que era un libro único en la limpidez, en la introspección, en la extrañeza y en el misterio.
Y es un libro de más de un prólogo.
Este libro tuvo 3 prólogos. Uno de ellos el de Pablo de Rokha que no le gustó, y esto se sabe por el material que luego llegó al archivo del escritor, donde se abre un mundo para reinterpretar y comprender este profundo y notable libro.
“Nada hallareis en este libro de retórico, de aprendido, de cantor fácil y elegante. Su autor no es el artífice mañoso y lisonjero, es el hombre que tiene el poder de romper las ligaduras del mundo aparente y que logra ver las realidades recónditas.”
Este es parte del prólogo de Huidobro, y creo que Huidobro fue el que mejor comprendió su libro. Ese romper las ligaduras del mundo aparente; entrar en lo onírico, en ese otro mundo que no es evidente y que es una de las funciones de la poesía, si la tuviese, y que logra ver las realidades recónditas. Y eso recóndito es justamente el Yo; el viaje en forma de leerlo.
Creo Luis Omar Cáceres se dio cuenta que Huidobro era tan inteligente que daba cuenta de su libro. En este sentido, Gómez dice que fue porque en el prólogo de Huidobro se puede leer una impronta Junguiana de la poesía de Luis Omar Cáceres.
Con el prólogo de Pablo de Rokha; quizá Omar Cáceres no se sintió representado con lo que realmente quería expresar. Además, la poesía de Omar Cáceres es muy distinta a la de Pablo de Rokha. Esa limpidez y esa pulsión del “yo hacia el yo” no existe en Pablo de Rokha, ya que Pablo es más el poeta de las masas, y tal vez Omar Cáceres se dio cuenta que él no era, ni sería un poeta de las masas; pero sin con esto desconocer que un poeta de las masas es muy necesario.
Al parecer, Huidobro se da cuenta de lo que él está hablando en el texto. Es más, también en la famosa “Antología de poesía chilena nueva” de Anguita y Volodia Teitelboim, Omar Cáceres escribió un texto que iba a ser el prólogo de su propio libro, aunque inmediatamente se retracta en conversaciones con su hermano Raúl Cáceres, profesor de Castellano que publicó su libro.
¿Hacia dónde nos lleva o nos trae ese “viaje” de Defensa del Ídolo?
Ese viaje, es un viaje extraño dentro de los tópicos vanguardistas: lo onírico, lo fantasmal, lo desconocido. Donde pareciera ser que es el ídolo de la misma poesía que, al quitarle el peso de un ídolo pagano, entra a un ídolo más bien humano: que sueña, que sufre, que tiene angustia. Es decir, al ídolo del siglo XX que comenzó a hacerse múltiples preguntas sobre su viaje, sobre el ser, y de esta relación de qué podía decir la poesía con aquello.
Creo que la “Defensa del Ídolo” de Luis Omar Cáceres, es la defensa de la introspección y del viaje hacia el yo a través de la poesía; con las grandes preguntas del siglo XX tras las vanguardias primeras: quiénes somos, a dónde vamos, de dónde venimos, qué es el sueño, lo onírico, cuál es mi destino.
Hay que considerar que Omar Cáceres tenía una vida aparentemente muy nihilista y peculiar, muy alejada de los centros culturales. Aparecía y desaparecía, era como un fantasma como decía en alguna parte Andrés Sabella. Omar Cáceres fue un poeta único e irrepetible dentro de la lírica nacional.
No es común el reconocimiento de la valía de nuestros poetas en su ciudad natal. ¿Qué te parece que la celebración del natalicio de Luis Omar Cáceres haya comenzado en Cauquenes con el homenaje “La quinta medianoche de julio”?
Celebro la celebración, ya que ha costado mucho en Chile que el lugar de origen reconozca y haga una fiesta de aquella persona u hombre que hizo lo que hizo Luis Omar Cáceres. Porque ejemplos de desconocimiento hay múltiples. Por ejemplo, el desprecio que le hizo la cuarta región en un comienzo a Gabriela Mistral.
Hoy tenemos una ruta y hasta pisco Gabriela Mistral. Pero cuando Gabriela Mistral comenzó a escribir y hacerse notar en su región, prácticamente la expulsaron de aquella ciudad. Ella llamaba a La Serena la ciudad de los castigos, de la injusticia. Yo no voy a decir que para mí es la ciudad de la injusticia, pero creo que lamentablemente muy recientemente a Gabriela Mistral se le reconoce como la gran poeta que es. Y justamente venía de un lugar prácticamente ignoto que era el Valle del Elqui.
Encuentro que lo que están haciendo en Cauquenes es notable. Cauquenes no es un lugar como Santiago de Chile, Concepción o las ciudades más visibles de este país, pero nos está diciendo mucho al respecto. Es por eso que lo celebro y les doy un gran abrazo por lo que está pasando con “La quinta medianoche de julio”.
Thomas, háblanos de la edición de “Defensa del Ídolo” de la Biblioteca Nacional, en la que fuiste parte y presentador el 2013.
Recuerdo que cuando llegaron los ejemplares al Archivo del Escritor a cargo en ese tiempo de Pedro Pablo Zegers, Pedro Lastra dijo: hagamos algo.
Pedro Lastra era parte del comité editorial de la Revista Mapocho en la dirección de Alfonso Calderón y siempre llegaba con ideas para publicar, y fue su pasión por el poeta lo que hizo posible la edición. La encargada de diagramar e idear la gráfica de “Defensa del Ídolo” el 2013 fue Claudia Tapia.
Fueron muchos papeles que, entre otras cosas, dan luz de la quema de libros por parte del poeta. Pedro Lastra lo deja bastante claro en la introducción del libro: “Notas por una defensa, para una nueva edición de defensa del ídolo”; porque en honor a la verdad hay más que unas pocas erratas. Por nombrar algunas, el libro no estaba numerado; es decir, no había una exfoliación del libro. Con un libro no foliado tú no sabes cuál es la página uno o dos, o qué poema es más significativo; incluso habían poemas sueltos que no se habían considerado en la primera edición. También había una dedicatoria que faltaba e indicaciones que el poeta había anotado a mano escrita, así como criterios en la utilización de mayúscula y minúsculas. Es decir, habían cosas importantes que no se consideraron en la primera edición a la luz del material y correspondencia personal del poeta que había llegado a la Biblioteca Nacional.
Luis Omar Cáceres se dio cuenta que su proyecto, su idea, su libro, no era lo que finalmente su hermano Raúl había editado en una imprenta pequeña. Y para él fue una decepción, no con su hermano ni la imprenta, sino con ese libro que no estaba diciendo todo lo que él quería decir. Y fue ese espíritu de respeto por la poesía; por el decir y su propio decir, que lo llevó a esta pulsión de quemar el libro. Si te das cuenta, son todos esos detalles, toda ese material adquirido y estudiado lo que nos ayudó a la edición de “Defensa del Ídolo” el 2013.
¿Nos podrías leer un poema de Omar Cáceres para terminar la entrevista?
No es fácil elegir un poema, pero creo que hay un poema que se llama “Segunda forma” que da cuenta de lo que Omar Cáceres nos quiere decir:
Delante de tu espejo no podrías suicidarte:
eres igual a mí porque me amas
y en hábil mortaja de rabia te incorporas
a la exactitud creciente de mi espíritu.
Indócil a ese augusto y raudo desierto,
encuentras, padeces una muerte nueva;
al abandono de tu propia levedad asistes,
como un manantial riendo de su peña.
Entonces desciendo a tu exigua y extrema realidad, a tu fijeza,
desentendido de rencores y pasos de este mundo;
cruzando el pálido paisaje de los deseos olvidados,
sacudido de memorias, de inclemente y efímeros despojos
te enturbio de pasión.
Un ciego lucero hinca su diversidad en nuestro ser,
exactamente hasta su espejo sin trabas, alcanzándolo;
ondeando un solo corazón de infinito a infinito, es decir,
hacia el día que se acostumbra a sus dos reyes de vidrio!
Esa voz recóndita que hace presencia en ti; esa que recibe la preciada herencia de la memoria, ¿hay más “Defensa del Ídolo” ?, ¿hay más viajes Thomas?
Sin duda. La edición que hicimos el 2013 fue una edición no sé si definitiva, pero que agregaba, desde los archivos, más datos para leer mejor “Defensa del ídolo”. Gracias al profesor, ensayista y poeta Pedro Lastra, que lo puso de nuevo en valor. Ahora está agotada.
En Ediciones Biblioteca Nacional de Chile, lo reeditaremos en un formato asequible para todos los interesados. “Defensa del Ídolo” de Luis Omar Cáceres será uno de nuestros proyectos como editores de la colección patrimonial en 2023.
Thomas Harris