El profeta de las sílabas
(Traducción al español de George Nina Elian)
LA VIEJA HAYA DE LA ACADEMIA
En un rayo que golpeaba la ventana
La araña se elevó en la luna.
Cuando pasó el Sputnik,
los grillos del jardín de repente se callaron.
Eventualmente,
la vieja haya en el patio de la Academia
anunció la medianoche.
°•°
LADRONES Y GRILLOS
Ladrones, grillos y poetas aman igualmente
la oscuridad llena de tesoros
de la noche —
me susurró el centinela del depósito de armas.
Los mejores ciudadanos de este extraño país
son los muertos —
me susurró el general.
La cinta en sus pantalones es roja,
rojo es el rayo de luz que cae oblicuamente
sobre las paredes del matadero
bajo el sol crucificado al atardecer.
Rojo es el labial de mi novia
bien escondido en su cartera —
pensaste.
°•°
UN GRAN SILENCIO
A veces un gran silencio se cuela en ti
Como un lago oscuro,
Como un mar en la tarde.
Un silencio que te escucha
Atentamente
Mientras a veces jadeas con cansancio,
Mientras lloras en secreto con la cabeza en la almohada
en momentos de amargura.
Un silencio que te persigue
Mientras hablas solo en tu habitación
de hombre casi viejo
en la que un silencio aún mayor
te engulle
como al bíblico Jonás.
°•°
EN LA JUVENTUD
En nuestra juventud
Saciábamos nuestra hambre alimentándonos del hueco de los pretzels
Que colgaban de una cuerda.
En mi juventud
Pensé que la mujer escondía sus alas de ángel
Bajo los pliegues sedosos de su vestido.
Entonces, querida mía,
Los botones de la blusa
Bajo la cual temblaban tus pechos vírgenes
Y brillantes como perlas
Eran las únicas perlas verdaderas
En un mundo
Lleno de quimeras y groseras falsificaciones.
°•°
LA BIBLIA EN MIS MANOS
Mordí la manzana
Y la serpiente estaba feliz.
Robé rosas
Y la mujer estaba alegre.
Las piedras y las raíces de los árboles
Todavía no me conocen
Pero me saludan desde debajo de la tierra
Como si fuéramos del mismo pueblo.
Dios, el próximo otoño,
Cuando empieces a arar,
Te dejaré como legado
Todos mis amores.
No sé si era
Digno de esta mujer
Para poder beber con ella del mismo vaso.
Todo lo que sé
Es que sus pechos eran la Biblia en mis manos,
Y sus muslos me enseñaron
A caer de rodillas
Frente a la belleza.
°•°
CANCIÓN CASI OBSCENA
En aquellos días, conocía tu alma
pequeña y caliente
solo por la noche, entre tus muslos,
¡mujer con el pelo rojo como un zorro!
Justo cuando nuestro rey se había vuelto loco
el norte se había convertido repentinamente en sur,
y el este chillaba como un mono
del zoológico del oeste.
Pero el buen Marx, nuestro viejo vecino,
se había vuelto cada vez más sordo;
las cenizas de los muertos eran nuestro pan en el horno,
y el siglo se había vuelto absurdo de la noche a la mañana.
Luego nos cortamos apresuradamente los dedos con los que escribíamos,
también nos cortamos el prepucio, la lengua y la oreja
mientras el cartero repartía ordenanzas en domicilios,
y la señora dormía en los brazos de la locura.
Fue entonces cuando le dimos al prestamista el último centavo,
pagando, a toda prisa, con sudor y sangre
cada sílaba hablada y cada canción.
Putas, sabandijas y hienas caminaban sin obstáculos sobre el escenario.
Humilde, el sol puso su cabeza bajo la guillotina
mientras nuestras cabezas desaparecían en el yugo.
¡Señor, hágase Tu divina voluntad!
°•°
MURMULLO
Siento crecer mis hojas
En lugar de mis uñas
En mí surge el sueño de un árbol
Cuya sombra lleva en sus brazos
Una mujer que sueña conmigo.
Hay un murmullo de estrellas en el cielo
Como una colmena.
°•°
DONDE QUIERA QUE VAYAS
Donde quiera que vayas
más allá de las calles sombrías
hay un arsenal abandonado
una casa habitada por gatos y suspiros.
Donde te refugias hay paredes
con carteles que proclaman la felicidad obligatoria,
un hombre oscuro que nos abre el corazón con un sacacorchos,
una prisión en la que se proclamó
una amnistía general para todos los ingenuos
que se atrevieron a decir la verdad.
Donde quiera que vayas, la mentira flota sobre las multitudes
como manchas de grasa o como los cadáveres de los ahogados
con la facilidad con la que Jesús una vez caminó sobre las olas embravecidas.
Dondequiera que vayas, debes deshacerte
de la piadosa ilusión de que tus verdades te harán libre
y que los búhos vigilan la estatua de la sabiduría.
Donde quiera que vayas, hay una conmoción general
una conjura de estupidez, un silencio analfabeto
que se traga todas tus palabras a granel.
Vayas donde vayas,
solo sus pechos son verdaderos monumentos de la naturaleza,
dignos de la gloria de tus odas.
°•°
LA CIUDAD Y LAS NUBES
La ciudad su gente
y estas nubes de azufre
a veces se convierten en un perro
que aúlla terriblemente en el descampado desierto
Luego por miedo te encierras en una casa
al borde del mundo
Te retiras taciturno en una piedra
y aúllas como un perro en el desierto
o callas como una rana
descarriada bajo el frescor de un ataúd
°•°
COMO LÁZARO
como Lázaro, que ha vuelto de entre los muertos,
miras con asombro los senos y los muslos de las mujeres
sus vestidos al viento
que son tan ricos en promesas
nuestro ojo es más joven que la peluca azul
la noche es más oscura ahora que nunca
bajo el esqueleto morado del sueño
holgazaneas, matas o sueñas
como un rey
°•°
FUGA DE BACH
Entre los muros de piedra del monasterio
mi hermana ciega
toca una fuga de Bach
en el órgano.
Esta noche, desde la tele,
nos llegarán como una marea de lodo
malas noticias.
En el mar se anuncia una tormenta.
°•°
LLUVIA
Una ranita verde
deletrea en las gotas de lluvia
cayendo sobre la superficie del lago
los mandamientos de Dios.
°•°
UNOS CUANTOS CLAVOS OXIDADOS
Creo que me quedé dormido antes de que alguien escribiera t h e e n d o f i n
en la película de verano
que trajo la caravana de películas de ese año
Era como si estuviéramos durmiendo en el porche de nuestra casa de campo
podíamos escuchar todo lo que sucedía en nuestro sueño
como el trigo entraba al patio con todo el campo los espantapájaros y los cuervos
podía escuchar claramente el sonido de los cascabeles y la multitud de ángeles trillando la luz
de las estrellas
Era un invierno cristalino
los cerdos estaban siendo sacrificados en los patios de las casas
cuando de repente, sin llamar a la puerta,
Jesús entró
Cuando me desperté desconcertado estaba oscureciendo
en el patio vacío solo el perro ladraba a unos cuantos cuervos
Tenía algunos clavos oxidados en las palmas de las manos
y las últimas luces se perdían entre las nubes
°•°
CORONA DE ESPINAS
De los abrigos de los viejos maestros
salen navíos vírgenes y pájaros embalsamados.
La muerte se inclina respetuosamente
ante la túnica dorada del sacerdote
besa la mano de la dueña del burdel y se marcha rápidamente.
Mientras tú, ángel, vuelas sobre nosotros
en picada de precisión cartesiana
irritante como la duda.
Junto a una jaula de perro
el sol abandona ladrando su clámide real.
El poeta alquila apresuradamente su corona de espinas.
La estrella que adoras
está brillando como un hueso pulido por mucho tiempo.
°•°
LOS PÁJAROS VIENEN
los pájaros vienen cantan y vuelan
las estrellas vienen brillan e, imperceptiblemente, se apagan
yo vengo a esta cima de la colina
y toco la flauta para piedras y árboles
pero a veces vencido por la soledad ya no sé qué hacer:
¿irme o quedarme?
cuando de repente
la estación presiona su máscara de heno podrido
sobre mi cara
¡ay, como todo va y vuelve
como una llama en la chimenea!
unos anillos de humo y luego nada
y la muerte que nos envía
su última jugada de ajedrez en un sobre
°•°
EL PROFETA DE LAS SÍLABAS
En la noche de verano el búho
es el profeta de las sílabas,
y las piernas de las muchachas son sedosas
como el vuelo de este pájaro nocturno.
Un álamo solitario
te sigue adonde vayas
una luna roja como cabeza de carnero
arrastrada sobre las piedras del patio
recita versos de la obra de Mao Zedong.
Esta noche, las mujeres que alguna vez amaste
juegan a los dados su infertilidad
bajo las estrellas que arrojan pacas de seda
al río de la ciudad.
°•°
EN EL PLATILLO DE LA MUERTE
Luz del cielo, vieja sabiduría de la piedra
cuando los susurros del viento nos prometen la locura de Abril
cuando el árbol sorbe la luz del aire
con sus ventosas, en un largo lamento
Y se oye al viejo demonio golpeando con una vara
a tu hermano gemelo en un claustro de la melancólica abadía
Mientras las frescas
desgracias abren sus corolas sanguinolentas
sobre la pradera llena de ilusiones y corderos
bajo las llamas de azufre de la siderurgia del infierno
En esta hora en que la mujer te atrae
por los pasillos oscuros
por los que se arrastran los recuerdos y los miedos
entre ángeles con arcabuces en la espalda susurrándote
En el platillo de la muerte
no pesas tanto como un pétalo de rosa