El que mira
Accidente
En medio de la horrible tragedia,
los pájaros cantan.
Hay alguna posibilidad, al menos una,
de que tú y yo volvamos a ser felices,
y puede que alguna vez,
aun frágil y brevemente,
estos casi muertos lo hayan sido.
Las gargantas de los pájaros —quizá gorriones—
emiten su sonido sin saber que es bello,
y solo el hombre,
incluso uno que agoniza,
es capaz de percibirlo como canto.
Transeúnte
De visita en esta ciudad vieja
sé muy bien que el tiempo de gracia es limitado,
así que gozo de sus cafés y sus museos,
de la catedral que levantó un genio antiguo.
Como siempre, me iré unos segundos antes
de que un ángel rompa una estatua
a martillazos.
Hay un momento en que todo se endurece:
hasta el rictus de las madonas de los lienzos.
He estado en muchas ciudades y he aprendido
que solo son hermosas las de paso.
El año que nevó en todo el mundo
La gran nevada nos dejó aislados
y duró más de lo que esperábamos,
pero la despensa estaba llena,
había leña y cerillas,
y libros por leer en los estantes.
Fuera de aquellas paredes, el frío golpeaba
y nos sentimos afortunados:
la ventisca nos regalaba esa vida con uno mismo
que deseábamos en el fracaso de otros días.
Como una gema en el anillo de un soldado muerto,
brillábamos en el desastre.
No éramos culpables y, por una vez,
teníamos con qué protegernos.
Influencia
Se cruzan los caminos y prende en mí
el polen de los viajeros.
El de algunos se eleva sin consistencia
y se pierde infructuoso.
Estamos hechos de nosotros y de los otros,
incluso de los que no nos fecundan.
Quién nos dice que cuando ya estemos muertos,
en un rincón de Alaska o de la India,
no haya alguien que pronuncie como yo las erres
o vea las cosas como por tus ojos.
Entretanto
Buscas el Santo Grial
—ese que nadie jamás encontró—
y vuelves sin él pero con historias
de pendencias y luz en el camino.
Historias del sí y del no
que alimentarán aún más la llama
y que en sí mismas son el Grial,
lo sepas tarde o nunca.
-Rafael Camarasa
El que mira
Colección Visor de Poesía
España, 2022