

Presentamos dos textos claves del destacado poeta mexicano.
Efraín Bartolomé
Cartas desde Bonampak
Para Balam, mi hijo
1
Llueve.
Llueve desde hace días.
Hoy desperté con una sensación de tibia soledad.
Desde mi hamaca escucho el chasquido parejo de la lluvia.
Días atrás los chicleros mataron un gran tigre: me dolió, pero
me gustaría llevarme la piel para que en ella duermas.
Ayer salí a caminar bajo la lluvia en ruinas: algún día estaremos
paseando entre estos árboles, contemplando estas piedras.
La lluvia hace sentir un aire tembloroso que llega hasta los huesos,
y se va por segundos y regresa, más callado que antes todavía.
Doy gracias a la lluvia. Gracias a la mañana que avanza con paso sigiloso.
Gracias al jaguar que dejó su huella sobre la tierra blanda de la selva.
Gracias a mi hamaca compañera, al cielo desatado, a mi memoria niña de siete meses
que arranca desde tu primer día.
2
Viene la noche pariendo niebla
Soplando lenguas de líquido dolor
Viene la lluvia pasos de tigrillo
Viene la noche tapir ciego
Viene el hambre puma grande
Viene mi hijo sonrisa de la selva
Fruto silvestre Tempestad de alegría
Mi hijo viene guacamaya
Viene mi hijo quetzal
Viene el tigre niño
Viene Balam Balam Balam
Se alegra y se retira la noche nauyaca
Atrás viene la gran Luna
con pasos de tortuga.
El regreso
Las tres de la mañana
El invierno planea
entre girones densos de la noche
y los pies trashumantes de la niebla
Las ráfagas que vienen de sus alas
zumban entre las ramas:
congelan el rocío en las ventanas
Afuera todo es frío
Pero yo vengo de tu cuerpo
Y estoy alegre
reposado
tibio.
*
Por las calles vacías sigo tu auto
La madrugada arrastra su cabellera larga
Vengo de estar en ti
Con cada fibra muscular bebí tu cuerpo
Fui por el túnel del deslumbramiento
como el que va cayendo en sueños
Vengo de ahí
De los labios donde una herida roja
bebió la vida en otra
Ahora recorremos las calles somnolientas
Vamos por la ciudad
como si fuera una extensión del lecho.
*
Ante el golpe de luz con que las hiere el auto
las piedras se incorporan van cerrando la calle
Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra
Ahora somos la calma
el reposo del mundo
la oscuridad
El pozo de lo diario.