Orlando Mondragón

Cuadernos de patología humana

 

 

 

 

VI

 

Toda la vida que tiene mi enfermo

se cuenta en dieciséis

respiraciones por minuto.

 

Ha firmado un papel

que me obliga a desconectarlo.

Mi dedo es el verdugo

que silencia los monitores.

 

El pecho se sacude un poco.

 

Solo eso.

 

 

 

 

VII 

 

Duermen el sueño de los justos.

Les presto mis ojos para cuidarlos.

No fue un día fácil:

miradas perplejas,

noticias de difícil digestión.

Pero la noche ofrece una tregua

y ahora el tiempo cae a gotas.

 

En cada habitación, tres enfermos

y tres cuidadores.

Y aunque comparten el mismo espacio

nadie podría decir que duermen juntos.

Cada par se duele a su manera.

 

Miro a los dos primeros.

Enfermo y cuidador se quedaron dormidos

mientras se tomaban de la mano.

 

Es tan poco lo que hace falta

para ser una casa.

Apenas estar lado a lado.

Tocarse.

 

 

 

 

XVIII

  

Pesa entre quince y treinta gramos.

Mide de cuatro a seis centímetros.

La tiroides

es una mariposa

abrazada al cuello.

Qué sencillo explicar con palabras

los lugares del cuerpo.

Decir árbol bronquial

y que nazcan ramas buscando oxígeno.

Decir pupila

y que una niña se siente al centro de los ojos.

Pero cuando mi amiga dice

cáncer

es otro el animal

de su tráquea.

 

Dice cáncer y la sangre,

la piel, el frío

se astillan.

 

Mi amiga sonríe

como si no le importara.

Se ha entrenado para no mostrar

emociones

en momentos así.

Pero esta vez no le sirve

su bata blanca

ni la máscara de compasión

que usa en los pasillos.

Es ella quien debe darse la noticia.

Se concentra en la acción

para no pensar en lo que sigue.

 

Diagnóstico. Pronóstico.

Tratamiento.

En otros términos:

destino.

 

Mi amiga dice cáncer

pero no se aflige. No quiere.

No tiene tiempo.

Quiero ofrecerle

una palabra que adelante los días

y ponga mi brazo en las agujas.

Qué delgadas son las palabras

para decir

y que no se rompan.

 

Quizá soy quien más teme.

No al desenlace

sino a su cercanía.

A mi propia garganta.

Todo este tiempo miré la enfermedad

como quien ofrece

su vaso de agua al incendio.

El rescatador,

no el rescatado.

Pero la realidad siempre ha sido

una casa de espejos

que nos hace preguntarnos

sobre el lugar donde observamos.

 

Mi amiga acerca

mi mano a su garganta.

¿Quieres sentir? Toca.

¿Lo sientes?

 

 

 

 

Suturas

Le pregunto: del uno al diez, ¿qué tanto te duele? La escala que le pongo enfrente tiene varias caritas dibujadas. Cuando las palabras no alcanzan es necesario recurrir a su caricatura. Desplazar el lenguaje. Le pido que señale una de ellas con el dedo. Elige la última. Las caritas están coloreadas. Rojo significa el peor dolor que hayas sentido.

 

 

 

Suturas 

Guardo mi ropa en una bolsa de plástico. Salgo a la calle. Respiro el aire frío. Las sombras van coloreándose en mi retina. Pienso en las situaciones donde mi mano fue útil, donde no. Olvido ambas. La luz descubre un cielo saturado de tonos escarlatas.

Rojo significa el peor dolor que hayas sentido.

Seguir completo.

Rojo significa resucitar.

 

 

 

 

 

-Orlando Mondragón
Cuadernos de patología humana
Obra ganadora del XXXIV Premio Loewe
Colección Visor de Poesía
España, 2022

 

poesía

Orlando Mondragón (Ciudad Altamirano, México, 1993). Es poeta y médico cirujano. En 2017 debutó con el libro Epicedio del padre, con el cual obtuv ... LEER MÁS DEL AUTOR