Efraín Barquero. El poema en el poema

 

Presentamos un texto clave del gran poeta chileno nacido en Piedra Blanca.

 

 

 

EL POEMA EN EL POEMA

 

Si amé la poesía fue porque creí en ustedes

porque quise hacer de lo disperso una sola unidad.

Cuántas veces fui de la puerta al pozo con los ojos cerrados

y jamás me equivoqué porque tenía sed.

Y yo creí en los hombres cuando el animal abrevan

cuando duermen sentados la última parte de su vida.

Creí en la mujer con su eterno niño en brazos

cuya leche perdona a la madre, al padre y a su hijo.

Creí en el cavador de pozos cuya vida transcurrió sin dejar huellas

andando por debajo de la tierra, buscando el cauce originario de un río

y cuya mirada orienta aún a los caballos

porque conoce la máscara de polvo y de sudor de la sed.

Creí en el eterno captador de venas ocultas

en el nudo apretado de tinieblas que es el árbol.

 

*

 

Los verdaderos poemas son los póstumos

que se escriben a oscuras con la luz del relámpago.

Busquemos la llave que el mismo poeta escondió

en lo más visible del árbol

su desnudez de invierno

o en lo más oculto de la raíz

su sombra cuando florece.

Es bella una página como una mano abierta bajo la lámpara

con que se alumbran las tinieblas del origen

la tierra que un niño al nacer

hace nacer

que un hombre al morir

hace morir

Oigamos su acento más puro

el de su propio silencio

parecido al silencio del animal mirando el mundo

y sabremos por qué se vive y se muere.

El poeta no alcanzó a decirlo y ése es su mérito mayor.

Abolir el tiempo es escribir un poema verdadero.

 

*

 

Si un niño entra sin ruido en mi cuarto es porque me vio

cortar una rama florida

como si fuera un ladrón en mi propio jardín.

Y es porque he pensado en él al encender la lámpara.

Siempre pienso en alguien al sentarme a la mesa vacía

y más ahora que han florecido los árboles.

Si un niño entra sin ruido es porque es igual a todos los poetas

quienes recuerdan un solo momento

y hacen de todos los lugares uno solo.

Cuánto se alegra de ver la rama florida en mi mesa

porque toda flor se convierte en su mente en una fruta madura.

Y el niño la olorosa como huele también mi mano.

Así lo he visto hacer con el pan, con el paño que lo cubre, con las cartas.

Y cuánto se alegra de ver todo el jardín en esta sola flor abierta.