Jan Twardowski

Súplicas y otros poemas

 

 

(Traducción al español de Anna Sobieska y Antonio Benítez Burraco)

 

 

 

SÚPLICAS

 

¡Oh, Dios, infinitamente santo, poderoso y risueño;

que has creado al papagayo, a la víbora y a la rayada cebra;

que has dado vida a la ardilla y al hipopótamo;

que con los bigotes del abejorro haces cosquillas a los teólogos!

 

Hoy, sintiéndome triste, angustiado, y a oscuras,

quisiera despertar en Ti una sonrisa.

 

 

 

 

NOS REDIME MERCED A

 

Cristo nos redime de nuevo

merced a los creyentes aún desconocidos;

merced a los pesados cestos que arrastran los obreros;

merced a los pies congelados:

merced a los dolores de cabeza;

merced a las viviendas insalubres;

merced a las novenas desatendidas;

merced a las paredes acolchadas,

que preservan la salud de los dementes;

merced a la liebre acosada por el plomo,

que quedó patas arriba a causa del miedo;

merced a la alegre vida que quedó truncada;

merced a las enfermedades que no sanaron,

a pesar de haber puesto tanto empeño en ello;

merced a los milagros que no se cumplieron,

a pesar de haberlos pedido como María en Caná;

merced a la extraviada búsqueda de los herejes;

merced al rostro arañado y contrahecho;

merced al llanto de niño perdido en el tren,

que se dio de bruces con la oscura noche;

merced a tu propio sufrimiento,

ese que tanto dolor te procuró,

merced a tu sangre y a tu cuerpo,

el brazo de la cruz se hace más largo:

la misa ha concluido.

 

¡Oh, Jesús, a Quien aguardan los paganos

y a Quien los creyentes aún n han encontrado!

 

 

 

 

DESCENDIMIENTO

 

Suele haber diferentes clases de Descendimientos.

Por ejemplo:

el descendimiento de la cruz de la soledad

de quien de repente Te encuentra, Te acoge,

te habla de tú, baila como en Caná,

añade un poco de miel, quita algunas langostas.

 

O por ejemplo:

el descendimiento de la cruz de la enfermedad

de quien se levanta del lecho como un joven David,

y ya está listo para coger la honda,

preparado para hacerle un chichón a Goliath.

 

Pero también existen cruces descomunales,

como cuando amando, por los demás se muere.

 

De esas cruces uno se desprende cual deleitoso racimo

sobre los brazos abiertos de Nuestra Madre.

 

 

 

 

APRENDE A SENTIR ASOMBRO

 

Aprende a sentir asombro en la iglesia:

de que ante la Santa Hostia, tan pequeña

que en sus manos puede ocultarla

la más menuda de las niñas de blanco,

 

la multitud caiga postrada de hinojos,

se deshaga en llanto, confiese sus pecados;

 

de que esos rapaces de negras lenguas manchadas por los arándanos,

llegados en tromba medio desnudos para enojo de las abuelas,

en las entreabiertas puertas de la iglesia

se detengan mudos como grajas,

confundidos ante la solemnidad del templo;

 

y figúrate, si será extraño:

de que Dios también haya sido niño,

de que tuviese madre, borriquillo y una ciudad de Belén;

 

de que sean tantos los misterios, los dogmas,

los judas, las mujeres mártires, las flores,

y esas nuevas conversiones que nunca cesan;

 

y de que sin rezar sea posible

creer, sin más, en Él

merced a un asombro tan inmenso.

 

 

 

 

TE DOY GRACIAS SIMPLEMENTE PORQUE EXISTES…

 

Te doy gracias simplemente porque existes;

porque no cabes dentro de esta cabeza nuestra, excesivamente lógica;

porque no hay forma de abarcarte con este corazón nuestro,

excesivamente inquieto;

porque te hayas tan próximo y tan distante que en todo eres ajeno;

porque eres algo ya encontrado y algo aún por encontrar;

porque cuando huimos de Ti, siempre es para volver a Ti;

porque no hacemos nada por Ti, sino que todo lo hacemos gracias a Ti;

porque lo que soy incapaz de comprender nunca termina volviéndose una quimera;

porque guardas silencio.  Únicamente nosotros, leídos analfabetos,

seguimos profiriendo desatinos en voz alta.

 

 

 

 

SIENTO MIEDO DE MI PROPIO SACERDOCIO…

 

Siento miedo de mi propio sacerdocio,

a mi propio sacerdocio temo,

 

y ante él caigo convertido en polvo

y frente a él me postro de hinojos.

 

En esta mañana de julio en la que he sido ordenado

-probablemente una mañana gris para algunos-

 

una descomunal fortaleza

ha nacido de improviso en mi interior.

 

Viajo en tranvía junto a otros hombres,

junto a ellos me apresuro por las calles

 

y no me canso de admirar

el misterio de mi alma.

 

 

 

 

POR ESO

 

No es por es por lo que Te levantaste del sepulcro;

no es por eso por lo que ascendiste a los cielos;

pero sí es por eso por lo que Te pusieron la zancadilla;

por lo que Te golpearon en el rostro;

por lo que Te desnudaron por completo;

por lo que Te encogías en la cruz como encoge la garza su cuello;

por lo que te has muerto como un dios nada semejante a Dios,

sin medicinas y sin compresas en la cabeza;

por lo que tenías unos ojos más grandes que la guerra,

como los caídos en las cunetas repletas de nomeolvides;

por lo que con ojos empañados de lágrimas, Te alzo

cada día en la misa,

como a un cordero del que se tirase de las orejas.

Jan Twardowski (Nacido el 1 de junio de 1915 en Varsovia, fallece el 18 de enero de 2006). Fue un sacerdote polaco, prelado honorario de Su Santidad, uno d ... LEER MÁS DEL AUTOR